La tarde iniciaba con el cielo más despejado posible, sin ninguna nube a la distancia todo parecía indicar que el calor de primavera estaba en su punto máximo; era justo por ello que Alexander llevaba puesta la única gorra con la que contaba.
El chico caminaba por el vecindario con una sonrisa casi tan radiante como el sol que brillaba en lo alto, ocasionalmente jugueteando con las bolsas que cargaba.
Para su desgracia, aquella felicidad sería momentáneamente borrada en cuanto notara a cierto hombre observándolo fijamente una cuadra más adelante, el moreno se detuvo sólo para darse cuenta del fuerte odio con que Christian lo miraba, algo de incomodidad y molestia fueron eventualmente visibles en su rostro.
—Tsk, lo que me faltaba.
Se quejó con molestia antes de reanudar su camino intentando ignorar así lo ocurrido, sólo restando una cuadra para llegar a su destino, sólo bastando con recordar la sonrisa del chico ojiazul para que su entusiasmo efímeramente volviera.
Una vez que arribó procedió a tocar un par de veces, siendo rápidamente atendido por Stuart, no tardando en pasar al interior de la casa. Sólo encontrándose con el adolescente de cabello teñido, quien rápidamente se aproximó a él y lo tomó del brazo, llevándolo hacia la cocina para hablar en privado.
—¡¿Qué demonios quieres…?!
El pelinegro estaba por cuestionar irritado, siendo posteriormente interrumpido por el mayor.
—Thomas ha estado muy extraño desde esta mañana —dijo—. Mira, no sé qué carajos fue lo que pasó, pero él no va a decirme una mierda, entonces… Creí que tú podrías ayudarme.
Alexander tan sólo arqueó una de sus cejas, aparentemente ya sabía por dónde iba todo eso.
—… Bien, lamento decepcionarte, pero yo tampoco tengo idea —Y mintió, no tenía planes de contarle absolutamente nada—. Aún si lo supiera, ¿Qué diablos te hace pensar que te lo diría a ti?
Ethan rodó la mirada con fastidio, suspirando rendido añadió:
—Pu-Pues, lo que sea que le haya pasado… Él cree que yo lo hice —Miró hacia la sala antes de continuar—. Y a ti más que a nadie te consta que no le he puesto un jodido dedo encima desde que llegué…
—Ah, ¿En serio? —El contrario lo interrumpió, sarcástico—. ¿Debo recordarte lo que pasó en el zoológico?, ¿Cómo carajos dices eso cuando TÚ sabes perfectamente lo que hiciste?
—Ay por favor, ¡Ni siquiera eso fue para tanto!, ¡¿Si?! —susurró con molestia.
—No para ti, pero quizás para Thomas sí, idiota —Alexander añadió—. Mira... No sé cómo es que él procese algunas cosas, tal vez eso le molestó y sea su manera de decirte.
Y sin más, se encaminó a las escaleras. El mayor sólo permaneció parado en la cocina, un leve gruñido escapó inconsciente de su boca
—Maldita sea —Se quejó y, de mala gana, limitándose a volver a la sala.
Mientras tanto, aquel chico ojimiel caminaba aproximándose a su destino, encontrándose con Will recién abandonando la habitación de su hermano mayor; el más pequeño rápidamente se acercaría para recibir al moreno con uno de sus más grandes y entusiastas abrazos.
Alexander no tardaría en ingresar a la habitación, abrió un poco la puerta en espera de que su repentina aparición no sobresaltara al contrario en el interior del lugar. Sólo encontrando la adorable escena de Thomas recostado sobre la cama, una gran sonrisa iluminaba su rostro, gesto que eventualmente sería contagiado al pelinegro mientras hablaba dulcemente.
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Against The World [EN EDICIÓN]
Novela Juvenil«La vida está llena de giros y sorpresas inexplicables» Tras mudarse en espera de apartarse de todo lo que alguna vez vivió, Thomas no se encuentra del todo confiado al respecto, pues tener que comenzar de cero en una nueva ciudad es algo que lo asu...