El sol de la mañana inundaba los alrededores del plantel. Christian bajó de su auto e ingresó al lugar mientras una sonrisa se asomaba temerosamente entre su expresión nerviosa; mientras caminaba rumbo al encuentro con George, los alumnos que abarrotaban el pasillo le devolvían curiosas miradas. Aunque, por supuesto, Thomas resaltó entre ellos.
Pues un inconsciente temor invadió al chico castaño una vez que distinguió a Christian entre el resto de la multitud. “¡¿Qué carajos hace aquí?!”, se repetía en su cabeza. Un pensamiento que, para su fortuna, logró camuflar al desviar su mirada rápidamente.
El hombre sólo suspiró entristecido, forzó una sonrisa en cuanto la puerta del salón lo recibió, obligándose a lucir lo más sereno posible ante los tres que lo esperaban adentro. George, Claire y Stuart se giraron ante el sonido de la puerta abriéndose, el hombre de coleta tan solo respondió saludando tímidamente.
—Primero que nada, gracias por estar aquí —Martin saludó a la pareja—. Christian y yo creemos que sería una buena opción trabajar juntos para ayudar a Thomas.
—¿Entonces sí es algo grave? —Stuart preguntó dirigiéndose a Christian, cierta consternación lo asaltó.
—No exactamente “grave”, pero como muchos otros chicos, Thomas necesita toda la ayuda que podamos darle. Y para eso estamos nosotros.
La pareja frente a ellos se dedicaron fugaces miradas desconcertadas, pues cierto temor no dejaba de crecer en ellos. Eventualmente Claire tomaría la palabra.
—... ¿Y qué harán? —preguntó.
—Christian tiene experiencia trabajando con pacientes autistas, él me ayudará a crear un plan para ayudarlo en clase —George declaró con una sonrisa.
—De todas maneras, les recomiendo que sigamos en contacto —añadió el hombre de cabello marrón—. Al menos para darle seguimiento a Thomas, ¿Está bien?
Stuart y Claire guardaron silencio mientras reflexionaban. Tantos años de tiempo perdido lidiando con incompetentes, y finalmente parecía que el universo entero les sonreía dándoles una luz de esperanza; siendo así, coronados por agradecidas sonrisas, que accedieron.
Al son de la campana indicando el final del almuerzo, los tres se retiraron del salón. Aunque el timbre también provocó que una inminente marea de alumnos se soltara por los estrechos pasillos.
Por desgracia, los roces, golpes y tropiezos no fueron algo de lo que Thomas pudiera escapar en absoluto; pues su tensa postura solo hacía que cada codazo se sintiera más fuerte y desinteresado de lo que debería.
Alexander, por su parte, notó la incomodidad en la expresión de su amigo y se acercó a él; con pasos lentos caminó a su lado antes de dedicarle una mirada endulzada por otra de sus ya características sonrisas.
—¿Estás bien? —preguntó en voz baja para que el contrario pudiera escucharlo sobre el estruendo de la multitud.
Thomas asintió, aunque su respiración entrecortada dejaba al descubierto su incomodidad, la sonrisa de Alexander se desvaneció rápidamente una vez que se percató. Con delicadeza entrelazó sus dedos, brindándole así un poco de seguridad.
Juntos finalmente avanzaron por el pasillo manteniendo un ritmo tranquilo para adaptarse al paso del otro; a medida que se abrían paso entre la multitud, el de cabellos rizados notó cómo Thomas comenzaba a relajarse gradualmente. Pues el ojiazul no dejaba de acariciar con suavidad la mano de la cual tomaba; "vaya... Son muy suaves", pensó.
Eventualmente arribaron al aula, una llegada de la que Matthew no fue totalmente ajeno, con una rápida sonrisa los saludó en cuanto los vió ingresar. Un amistoso gesto que finalmente le dedicaría especialmente al chico de ojos cerúleos que tomó asiento a su derecha.
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Against The World [EN EDICIÓN]
Genç Kurgu«La vida está llena de giros y sorpresas inexplicables» Tras mudarse en espera de apartarse de todo lo que alguna vez vivió, Thomas no se encuentra del todo confiado al respecto, pues tener que comenzar de cero en una nueva ciudad es algo que lo asu...