Capitulo 49

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Un silencio tan largo como incómodo se hizo presente en la habitación, nada más que una enorme vergüenza era visible en el igualmente desconcertado rostro de Alexander; “¡MIERDA!”, era la única palabra que se repetía sin descanso en su mente, sólo haciéndole notar la idiotez tan grande que había hecho. Gruñó avergonzado al tiempo que un ardor intenso se manifestaba en su cara.

El de ojos azules simplemente ladeó su cabeza, un tanto confundido ante la acción del contrario; “wow, nunca había visto a nadie cambiar de color así de rápido”, pensó al notar el gran sonrojo en el rostro del azabache. Rió divertido al hacer una comparación mental entre el chico pelinegro y un camaleón, pues no pudo evitar notar que parecía dicho animal.

Irónicamente, esa tierna reacción no haría otra cosa más que empeorar considerablemente la vergüenza en el de suéter grisáceo, quien rápidamente procedió a taparse el rostro con ambas manos en espera de poder ocultarla.

—Y-Yo… No sé qué pasó, ¡Pensé que estaría bien si sólo te abrazaba!, pe-pero mi cabeza me engañó y…

De manera repentina, sería sorprendido al sentir el brazo de Thomas envolviéndolo suavemente mientras le sonreía; una curiosa manera de intercambiar sus roles por esa ocasión.

Alexander, por su lado, no pudo evitar reír igualmente enternecido, pues claramente eran aquellas pequeñas y ciertamente inocentes acciones lo que él más amaba del ojiazul. Finalmente correspondería sin que esa sonrisa dejase de iluminar su rostro.

—O-Okay, ¿Qué tal si comenzamos con lo que nos interesa? —preguntó mientras sacaba una pequeña bolsa plástica de su bolsillo.

Thomas se limitó a sonreír orgulloso antes de asentir. Siendo con aquella dulce imagen que finalmente esa pequeña “sesión” daría inicio.

Una hora más pasó y en la sala sólo podía notarse al joven castaño mirando indiferente y molesto hacia las escaleras mientras su cabeza no dejaba de restregarle un fastidioso “te lo dije”

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Una hora más pasó y en la sala sólo podía notarse al joven castaño mirando indiferente y molesto hacia las escaleras mientras su cabeza no dejaba de restregarle un fastidioso “te lo dije”. Suspiró con pesadez, pues no podía resignarse ahora; “Voy a llegar al fondo de esto”, se quejó internamente.

Una inconsciente sonrisa se dibujó en su rostro, un entusiasta y perseverante gesto que ni siquiera la eventual presencia del chico con cabellos rizados le borraría. Alexander estaba por despedirse, cruzando así su mirada con la del adolescente, sólo generándole una leve inseguridad y haciendo que un horripilante presentimiento asaltara su (hasta ese momento) tranquila mente.

Parecía ser que todo marchaba a pedir de boca para el mayor, pues ahora con un estorbo menos, Ethan aprovecharía todo el tiempo que tuviera para sacar lo que pudiese en cuanto a información.

—Estaré con Thomas allá arriba, llámenme cuando sea hora de irnos —Se limitó a comentar antes de dirigirse hacia las escaleras, siendo observado por el hombre de chaqueta rojiza en todo momento.

Against The World [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora