Against The World [EN EDICIÓN]

Capitulo 32

Ya en la sala, aquella familia de tres se encontraban sentados sobre uno de los sofás mientras Robert aguardaba la llegada de su hermano y cuñada; por su lado, Paul no dejaba de mirar a su hijo con una notable molestia de por medio

—... ¿Qué mierda hiciste ahora? —cuestionó en un leve susurro.

Por su parte, en el rostro del adolescente se pudo notar la confusión ante tan repentina y casi infundada acusación.

—¡¿Qué?!, ¿Por qué piensas que fue culpa mía? —replicó igualmente en voz baja—. ¡Yo ni siquiera estaba…!

—Porque te conozco bien, y sé que no hay nadie más en esta familia que quisiera hacerle algo a Thomas además de ti —El de barba lo interrumpió—, ¡Y más vale que confieses o te voy a…!

—¡Paul!, por amor de Dios, ya relájate —Igualmente, sus palabras serían cortadas por su esposo.

—¿Relajarme?, ¡¿Cómo esperas que me relaje si él es un…?!

—Okay... Parece que ya se calmó —La llegada de Claire pareció interrumpir de nueva cuenta aquella pequeña discusión.

En el rostro del rubio se percibió la preocupación que lo asaltaba conforme su hermano descendía por las escaleras, pues no podía estar más temeroso por el bienestar de su sobrino tras aquel ataque de ira y pánico.

—¿Thomas está bien?, ¿No quieren que llamemos a…?

—Calma Rob, él estará bien —Stuart añadió con una tranquilizadora sonrisa de por medio—. Créenos, confiamos en Alexander y sabemos que lo tiene todo bajo control.

Si bien era claro que el rubio ahora se encontraba relativamente más tranquilo, no se podría decir lo mismo de su esposo, pues el de barba simplemente le dedicó una amenazante mirada a su hijo... Una manera de hacerle ver que estaría en serios problemas si es que se le ocurría intentar alguna otra idiotez.

Por su parte, Ethan se limitó a girar su mirada con un notable aburrimiento; pues le era claro que, aún con las peores amenazas que a su padre se le pudieran ocurrir, no abandonaría su ideal tan fácilmente. "Sólo son dos jodidas semanas, ya se me ocurrirá algo", pensó mientras intentaba ignorar la frialdad en el semblante de su padre.

—¡Muy bien! —mencionó alegre el de cabellos rizados—. Ahora te lo pondré un poquito más difícil, ¿Listo?

El resto de la tarde no pudo haber transcurrido de mejor manera para ambos, pues unas cuantas horas llenas de risas era lo que necesitaban para despejar sus mentes aunque fuese un poco.

Thomas observaba curioso las nuevas tarjetas, algunas veces dirigiendo inconsciente su mirar hacia el chico azabache, dedicándole inocentes y tiernas sonrisas. Alexander respondía a ellas con ocasionales risas.

—... Okay, ¿Puedes decirme el nombre de estas cosas? —Este señaló aquellos dibujos sobre las tarjetas—. Di-Disculpa si son algo burdos, esos los hice yo.