7

2.8K 420 25
                                    

Llevaban un rato ahí sentados, en silencio, luego de que Bakugou le contara acerca de su madrastra. Su padre Masaru y su madre Mitsuki se conocieron cuando ella tenía 15 años y él 19 años, en una de las uniones de la luna. Su madrastra, gemela idéntica de su madre, siempre le contaba la historia de pequeño.

Mitsuki y Natsuki, ambas gemelas, eran damas de compañía junto con otras chicas de la chamana de las tribus que se juntaban en la unión de la luna llena. Cuando Masaru comenzó a ir, siempre andaba detrás de Mitsuki, ya que decía que adoraba su fuerte carácter y como se reía. Se vieron durante todo un año solo en las cuatro uniones, pero cuando se vieron por quinta vez, ya cumpliendo un año desde que se habían conocido él se casó con ella, llevándola consigo hacia su tribu. Vivieron felices por dos años, donde ella quedó embarazada. Todo iba bien hasta que ella falleció unas horas después del parto por complicaciones, donde su propia hermana hizo de partera.

Su padre de un día a otro se había visto viudo, con un bebé recién nacido y con una tribu por la cual cuidar. Entonces la chamana, con el dolor en su corazón por perder a la última hermana, le dijo a Masaru que se casara con Natsuki, para que el niño no perdiera a su madre. La chamana los casó y se fue con ella y su hijo recién nacido, sabiendo que no hubiera querido terminar así.

- y Natsuki nunca ha podido tener hijos, así que... -dijo Katsuki mientras apretaba sus labios, girándose a ver como el pecoso le miraba fijo y en silencio- Kirishima siempre fue como mi hermano, Natsuki y mi padre lo criaron desde los tres, luego de que murieran sus padres -dijo con una sonrisa, alzando sus hombros antes de bajar su vista a sus muslos- y ahora Kirishima se casó con una chica de otra tribu y allá mandan las mujeres, por lo que se ha ido con ellos hasta el siguiente cambio, luego ella vendrá aquí y decidirán, pero hasta entonces estaré solo -le murmuró, girándose a ver como Alfa se encontraba mirando el mar y como a lo lejos, las mujeres caminaban por la costa, recogiendo mariscos.

Bakugou se giró a verlo, mirándolo por unos segundos que se le hicieron cortos antes de que el rizado se girara y le sonriera dulce, señalando el mar con su dedo. Katsuki se apoyó en su mano mientras se inclinaba a él, dejando un dulce beso en los labios del chico antes de pararse, sonriendo.

- no puedo bajar contigo, pero ya nos veremos más tarde -le dijo con una sonrisa dulce, antes de volver por su camino hacia abajo, suspirando feliz sin saber bien porqué. Cuando bajó, cerca de una hora después de haber subido, siguió ayudando a su madrastra a armar todo.

Ya en la noche, después de haber comido y haber dejado toda las cosas listas, Katsuki se arreglaba para poder ir a hacer una ronda nocturna antes de que Natsuki le frenara, sonriendo dulce.

- he hablado con tu padre -le dijo en un susurro, viendo por sobre su hombro si la entrada de la tienda seguía cerrada- mañana le pedirá a Shouta que él, su hermana y Alfa les acompañen a la unión, ¿no te parece genial? -le murmuró la rubia, viendo como aún en la pequeña luz que emitía la vela de cera el chico que era como su hijo se sonrojaba- luego me lo agradecerás, Katsuki -le dijo la mujer antes de despeinar el cabello del chico, volviendo al lugar donde dormía y entretenerse en el cuero que trabajaba.

Pasaron los días hasta el momento en que les tocó partir. Cuando cada persona llevaba sobre su espalda bolsos grandes cargados de las cosas que querían llevar, apareció por el bosque Alfa con dos de sus lobos, ambos animales se veían jóvenes y ágiles, justo como él.

- ¿cuánto decía que era de viaje? -le dijo Momo a su hermano mientras acomodaba sobre su espalda el enorme bolso, viendo como Aizawa apartaba de su rostro el cabello.

- unos dos o tres días, no lo recuerdo bien, pero no te preocupes por Alfa, sabes como es -le dijo con indiferencia, captando totalmente la atención del rubio, quien aprovechó que su padre estaba ocupado con los otros hombres trazando la ruta.

- ¿Alfa no irá con nosotros? -dijo con curiosidad, mientras se acercaba a Momo, quien le miró y negó con su cabeza suavemente.

- a Alfa no le gusta mucho la gente, lo más probable es que nos vigile desde lejos o nos encuentre en un punto, pero a que vaya entre nosotros como lo hizo cuando llegamos sería imposible -aseguró la mujer, distrayéndose al ver como finalmente Masaru Bakugou comenzaba a caminar, comenzando así su viaje de dos días para la unión.

Su viaje eran eternamente tranquilos, nunca hacían mayor ruido y trataban de interactuar lo menos posible con la naturaleza, siguiendo siempre los caminos ya establecidos y absteniéndose de cazar animal alguno antes de llegar allá. Bakugou si no estaba en silencio se encontraba hablando con Momo y tratando de encontrar a Alfa con su mirada, pero se sorprendía que solo cuando se frenaban para comer él aparecía con sus lobos para descansar un poco y luego seguir, perdiéndose entre el campo y los bosques.

Mientras se iban acercando, más se podían notar los humanos: sus tiendas, la gente, las columnas de humo por las fogatas y las voces y ruidos que producían. Cuando finalmente se instalaron en un sector, Bakugou bajó de su espalda el bolsón y miró como a lo lejos, en una colina, estaban de pie del pecoso y los dos lobos, apenas visibles.

- ¿te soy sincera? No creo que se acerque -aseguró Momo mientras bajaba su propio bolso, apretando sus labios- siempre ha sido alguien solitario

AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora