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Alfa se encontraba en silencio, respirando suavemente. De almohada usaba el brazo de Bakugou, mientras que se encontraba suavemente acurrucado contra él. A su lado, Katsuki se encontraba roncando levemente mientras se encontraba desparramado sobre el futón.

Llevaba horas despierto escuchando a Bakugou dormir. Se habían ido a dormir temprano, pero a diferencia del rubio, Izuku no era capaz de poder dormir más que un par de horas de corrido, haciendo esas largas noches una tortura para él.

Se movió boca arriba, sintiendo su cuerpo arder y tambalear ante la ausencia de su pierna. Cerró sus ojos y suspiró con fuerza, pensando en que debería vivir así por el resto de su vida.

- ¿Alfa? -escuchó a su lado, haciendo así que el peliverde se sentara con dificultad, viendo a Jirou recostada, mirándolo- ¿es verdad que ahora hablas? -murmuró la chica suavemente.

- sí -le respondió el pecoso a secas, viendo como la chica tragaba saliva, apretando sus labios.

- y tu pierna... ¿Duele mucho? -murmuró la chica mientras levantaba suavemente su mano, señalando el muñón.

- sí -volvió a decir, haciendo que la pelimorada sonriera un poco, suspirando con fuerza al sentirse tonta ante la pregunta que le dirigió . Se quedaron unos segundos en silencio antes de que la chica se sentara, girándose a verlo.

- ¿necesitas de algo? -dijo la chica, viendo como el pecoso vacilaba un poco antes de asentir con su cabeza.

- agua -murmuró. La chica asintió suavemente y se levantó, saliendo del cuarto para buscar un bebestible.

Alfa volvió a recostarse, mirando el rústico y viejo techo, pensando en cuán viejos serán los materiales. Volvió a girarse sobre sí, viendo como de la boca del rubio comenzaba a correr un hilo de saliva. El peliverde sonrió antes de con todo el cuidado y fuerza que tuvo se encaramó un poco en el contrario, dejando un beso en su mentón limpio. Con el tacto de sus labios sintió como por los poros de su piel comenzaba a asomarse la barba, muy corta.

- Ka... Tsu... Ki -susurró suavemente, sílaba por sílaba. Un nombre así no calzaba en su rostro, que era brillante y dulce como el de un niño pequeño- Ka... Chan -murmuró, rememorando como su propio padre solía llamarlo con el sufijo "chan", recordándole todo el tiempo lo pequeño que era. Kacchan calzaba con él, porque sentía que era aún un pequeño muy jovial y que le provocaba buenos sentimientos.

No se dio cuenta cuando el sueño volvió a apoderarse de él al filo de la madrugada, mientras estaba entretenido mirándolo. Hubiese podido descansar y dormir profundo si no hubiera sido porque en un momento la rasposa y fuerte voz del ojirubí lo despertó, haciéndolo saltar.

- Alfa, arriba! -le exclamó el hombre de la capa roja, haciendo saltar al oji esmeralda en su lugar mientras abría sus ojos, desorientado. Alzó la mirada y suspiró suavemente al ver como estaba el rubio sobre él, sonriendo- tu piel ya no está tan mal, vas mejorando muy bien! -le dijo alegre mientras tomaba suavemente un brazo de Alfa, jalándolo para que se levantara.

El pecoso soltó un quejido mientras el chico lo hacía pararse, aferrándose con fuerza a él para no caer. Cuando finalmente estuvo de pie se aferró con toda la fuerza que pudo de los hombros de Bakugou, entrelazando sus dedos en la lana de la capa.

- venga, te llevaré a darte un baño para sacarte la plasta -dijo mientras que cruzaba uno de sus brazos por debajo de su pierna, cargándolo. Aunque Alfa tuvo levemente miedo de caer, el rubio se las arregló perfectamente para acunarlo en sus fornidos brazos, caminando con él hacia el lugar donde estaba la tina. 

- Va a doler -le susurró levemente el pecoso, pensando únicamente en su pierna y como ardería en el contacto con el agua. Aunque quiso pedirle al rubio ceniza que se detuviera ya que no tenía ganas de sentir dolor en ese momento, este caminó con él rápidamente hacia el utensilio con agua tibia y un par de pétalos de flor en ella, haciendo que el agua expeliera un olor dulce. Lo colocó dentro del agua a pesar de sus protestas, donde se dedicó con mucho cariño y cuidado a sacarle las costras mientras el pecoso solo le miraba en silencio. 

Aunque Bakugou se veía igual de sonriente que siempre, veía que había una sensación distinta en sus ojos, como si fuese un mar de molestia y pena que rogaba salir por ellos a gritos. 

Disculpen lo corto, no quería dejarlos más tiempo sin actualización. 

AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora