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Cuando Bakugou abrió sus ojos, partió estirando sus pies y sus manos, bostezando un poco mientras se acomodaba sobre los futones que le habían entregado los sirvientes de Todoroki. Palpó un poco a sus lados con sus manos, buscando sentir la piel de Alfa, pero al notar que lo único que sentía era un futón casi frío a su derecha y a su izquierda el tatami intacto. 

Se sentó impactado, mientras miraba a sus costados una y otra vez. Junto al futón de Alfa, se encontraba el de Jirou, igual de vacío. Se levantó desorientado mientras se colocaba rápidamente sus pantalones y descorría la puerta. Quedó frente al pasillo, que tenía una mampara por medio para dejar entrar el aire. Miró a ambos lados con nerviosismo, antes de correr por el pasillo hacia el patio. Sin embargo se frenó cuando llegó a la esquina y vio como del otro lado estaban sentados Todoroki y Alfa, justo en la entrada del jardín. 

El pecoso estaba sentado, completamente tranquilo. Llevaba sobre sí una capa ancha de kimono de seda, abierta en el pecho. Frente a él estaba Todoroki, quien le miraba serio. El bicolor alzó su mano con cuidado, posando la yema de su dedo índice sobre el pecho de Alfa. Comenzó a subirlo suavemente, arañando muy suavemente la piel con su uña.

Subió desde el comienzo desde su estómago por el esternón, hasta llegar a las clavículas. Desde allí, las deslizó muy suavemente a cada lado, delineando el prominente hueso de ambas zonas. Cuando volvió finalmente al comienzo del esternón, subió muy suavemente por su garganta, deslizando esta por toda su manzana de Adán hasta el mentón. Alfa cerró los ojos muy suavemente mientras deslizaba Todoroki subía suavemente por su rostro, entreteniéndose un poco en sus labios. Subió luego por su nariz, definiendo el tabique antes de seguir por la frente, haciendo así que el rizado echara suavemente su cabeza hacia atrás. La mano del príncipe se completó en la raíz de sus cabellos, deslizando esta por todo este, girándose y acunando su cabeza con cuidado. 

Bakugou inhaló en el momento en que planteaba en su cabeza volver al cuarto donde habían dormido, buscar su cuchillo de hueso y enterrárselo justo en el cuello al bicolor cuando Jirou apareció desde la esquina contraria, portando ropa limpia. 

- ¡Bakugou! -dijo ella con una sonrisa, haciendo así que todos se dieron a vuelta a verla. Alfa sonrió de forma amplia mientras se paraba de forma apresurada e iba hacia él, encajando sus brazos en el cuello del rubio. Este confundido le recibió el abrazo con cuidado, apretando a Alfa contra sí- ¿Estás listo para seguir buscando? Podemos seguir cubriendo la plantación para así no tardar tanto -le dijo la chica, mientras señalaba el patio. 

- Vamos -le dijo en un corto murmuro, antes de que Todoroki se levantara, alzando suavemente ambas manos y enseñando las palmas.

- Tranquila, Jirou -le dijo con un tono suave, sonriéndole- Si ambos gustan, puedo llamar a mis sirvientes, ellos conocen muy bien las plantaciones y sobre las plantas de la zona, para poder ayudarles -le dijo a la pelimorada antes de girarse a ver la rubio, quien le observaba con su mirada cargada de molestia en lo que Alfa parecía ronronear levemente. 

- Que Kyouka decida -dijo Katsuki de forma seca, antes de separarse suavemente de Alfa y tomar su mano, yendo hacia la chica- ¿hay algún lugar dónde podamos bañarnos? -le dijo antes de que la chica señalara el cuarto del cual venía ella. 

Esa mañana había pasado rápida. Se habían bañado con el pozo de madera que llamaban tina y aprovecharon de lavar su ropa allí. Ambos estaban sentados en una de las salidas del pasillo, sentados mientras esperaban que su ropa secara. 

Katsuki se encontraba sentado hacia el frente, reclinado en sus manos y con los pies colgando, mientras que Alfa estaba a su lado, desnudo y acostado boca abajo, apoyando su cabeza en sus brazos. Bakugou tenía su vista fija en el bosque frente a él, que comenzaba a los pies de una montaña y luego subía, fundiéndose en los altos árboles. 

- ¿Alfa? -le dijo el rubio, mientras giraba su vista y miraba al pecoso. Frunció su entrecejo al notar como la espalda del chico estaba llena de marcas y cicatrices. Aunque sí encontraba llamativa las gruesas marcas que poseía por su vida salvaje, su mirada se clavó en unas cicatrices viejas, claramente ceremoniales. 

Se levantó con mucho cuidado, colocándose a su lado y agachándose para acercar así su rostro a la morena piel. Se hincó hasta que su nariz estuvo a solo centímetros de él, y observó con atención los viejos patrones impresos en la piel. Luego de observarlos por segundos se levantó impactado y cubrió su boca con sus manos al saber de donde las recordaba. 

Las había visto varias veces ya, esos pequeños y delicados patrones impresos en las pieles de hombres y mujeres que bajaban de las montañas acompañando a la chamana. Parpadeó un par de veces antes de alzar su mano y deslizarla suavemente por las marcas. Por chispazos en su mente recordaba la exactitud de patrones marcadas en las mujeres de la tienda la noche de la revelación, y los mismas cicatrices en el cuerpo de su tía, hermana de su madre. 

¿Cómo es que no se había dado cuenta antes, habiendo visto tantas veces su piel?

Se puso de pie con rapidez, sintiéndose confundido y como un tonto al momento en que su vista fue desviada hacia la montaña, al notar una silueta observándolos desde los pies de esta, donde aún llegaba el sol. Quiso forzar su vista, queriendo averiguar quien era, pero Alfa fue más rápido al alzar su cabeza y posteriormente sentarse, observando a la misma figura. Katsuki se agachó, sintiendo como el pecoso emitía una energía eléctrica que le erizaba los cabellos del cuerpo. 

- Alfa, no vayas -susurró, poniendo una mano en su hombro mientras veían a la figura retirarse suavemente hacia el bosque. Sin embargo, en el momento en que la figura se internó en la paulatina oscuridad de los árboles, el rizado se levantó de un salto y corrió como un animal hacia él. 

Aunque Bakugou quiso gritarle que volviera, fue solo segundos que el joven salvaje atravesó el jardín y fue hacia las plantaciones, corriendo a toda velocidad hacia la oscuridad. 


Quería disculparme con todas y todos ustedes por esperar tanto. Se que ha pasado cerca de un mes, y que prometí actualizar mientras estuviera en paro, pero me he organizado pésimo. Juro actualizar aunque sea una vez a la semana, ya que es una de mis prioridades finalizar Alfa. 

AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora