Alfa

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- ese chico, Bakugou, es muy raro -dijo Kaminari mientras caminaba junto a Jirou, viendo como el rubio estaba parado en uno de los puestos de flores de un pueblo cercano, inspeccionando cada flor de cerca. El servidor del príncipe giró su cabeza para ver a su lado a Kyouka, quien tenía sus labios apretados mientras sentía suavemente. 

- Con lo de Alfa está empeñado en encontrar esa tonta flor y llevárselo a casa -murmuró ella, viendo como el salvaje tomaba dos flores distintas entre sus manos y se las enseñaba a Kaminari para que este pagara. 

Hace tres semanas que había ocurrido el incendio y recién hace unos días Bakugou y Jirou se habían recuperado de sus quemaduras. Todoroki, muy supersticioso y desesperado por la idea de que ellos dos le estaban trayendo mala suerte a él y a su gente, les encomendó la tarea a Mina, Kaminari y Sero de que los cuidaran para que no hicieran nada malo mientras buscaban su flor; y que en cuanto la encontraran, se aseguraran de que se fueran lejos de su aldea y de la gente. 

Por esa misma razón, Kaminari les dijo que les llevaría al pueblo para que pudiesen ver las flores que habían abajo y ver cosas que traían grupos aledaños al pueblo, habitualmente de grupos que vivían por los campos. 

Denki entregó una moneda de plata a la mujer para que así siguieran caminando por la calle de tierra, mirando los diferentes puestos de verduras, arroz, flores, carne y otros productos que traían a ambos chicos asombrados. 

- ¿tú lo acompañas por alguna razón? -dijo Denki mientras se detenían en un puesto de hierbas naturales por culpa de Bakugou, quien comenzó a observar y oler las distintas especies sobre la superficie- solo me has hablado de su propósito, pero no del tuyo -murmuró mientras inclinaba levemente su rostro hacia el de la chica, dejando su rostro a solo unos centímetros de distancia- ¿es tan místico cómo el de él? -susurró, sonriendo al notar como la chica se sonrojaba y fruncía un poco su entrecejo, apartándose un paso. 

- la verdad no lo se, los encontramos en apuros y los ayudamos, debían de seguir su camino y yo me sumé -murmuró ella, apretando un poco sus labios- solo vi la oportunidad, y de todas formas debo de volver en su tiempo, ¿no? -dijo ella, viendo como el rubio se le quedaba mirando fijamente antes de sonreír y volver a erguirse, asintiendo con su cabeza. 

- claro, uno siempre vuelve a sus raíces en algún momento. Pero bueno, a menos de que te establezcas y sigas con tu vida, como consiguiendo un marido o algo así -dijo, antes de bufar al notar como Katsuki seleccionaba una serie de hojas y raíces- En lo personal, si te casaras conmigo no te dejaría ir -le murmuró, viendo como la chica miraba de forma fija lo que recogía Bakugou. 

- ¿para qué buscas tantas cosas? -dijo Jirou mientras se acuchillaba junto a Bakugou, mirando con atención todo lo que estaba juntando. 

- quiero hacer una plasta para Alfa y que despierte rápido, debe mejorarse -dijo Bakugou muy concentrado, antes de colocar todo en una de sus bolsas de cuero, mirando a Kaminari para que este pagara. Luego de que le entregó la moneda siguieron caminando, frenándose nuevamente por Bakugou al notar como a varios cientos de metros de distancia, por parte de los campos venía gente caminando- ¿eso qué es? -preguntó mientras se giraba a ver a Kaminari, quien torció un poco su boca. 

- gente de afuera, vienen aquí cada ciertas semanas y luego se van -dijo antes de suspirar, echando su cabeza para atrás unos segundos- pero se quedan aquí varios días, así que creo que podemos volver ya, al parecer juntaste suficientes cosas -murmuró molesto antes de darse la vuelta, señalando el camino colina arriba, donde se encontraba la enorme casa de Todoroki y de fondo la superficie quemada. 

- siento... que debería ir -murmuró Bakugou mientras daba un paso hacia el lugar antes de ser frenado por la mano de Kaminari, quien le tomó con fuerza de un brazo. Automáticamente Katsuki se giró y lo miró, viendo como el hombre tenía el entrecejo fruncido- ¿qué haces? -le gruñó, alzando su labio para mostrar sus dientes antes de que el otro señalara con su dedo a la casa.