12 Sentimientos encontrados

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-Le odio_ dije abiertamente.

Todavía podía sentir cálido aliente sobre mi rostro.

-¡One-sama! ¿Qué ocurre?

La criada se sobresaltó al oír esas duras palabras.

-Que se lleven todo..._ dije con un hilo de voz.

La mirada de Kogo era cuanto menos contrariada.

- No quiero nada que tenga que ver con Ken- con tu señor.

No quería ver nada que me recordase a él. Me trataba como una princesa según sus súbditos, y sin embargo, no era más que su prisionera enjaulada en bellos ropajes y deliciosas comidas.

Las lágrimas comenzaron a caer sobre mis mejillas al pensar en ello.

-Tranquilícese, por favor. Puedo hacer que le traigan té.

Me levanté de golpe en busca de una escapatoria, aunque se me había prohibido salir de allí hasta que ese daimio hubiese abandonado el castillo y por lo que tenía entendido, aquella sería la última noche que Sukemasa pasara en Kasugayama. Por lo que decidí dar un pequeño paseo a través de los pasillos que daban al exterior de un bello jardín donde me las carpas nadaban en un lago artificial.

Kogo no quiso dejarme a solas sabiendo que todavía ese hombre se encontraba en las dependencias de Kasugayama por lo que me siguió durante mi recorrido. De pronto oí la voz del daimio fronterizo hablando con uno de sus vasallos.

-Ahora es nuestra oportunidad de tomar el mando y organizar una revuelta contra Kenshin. Primero le mataremos al amanecer, todo Kasugayama caerá en un caos irreversible, luego alzaremos nuestro ejército en la próxima luna nueva y acabaremos con todos sus aliados.

Me llevé las manos a la boca para contener mi agitada respiración y no hacer ningún ruido. Lo único que podía hacer buscar a Kenshin y advertirle cuanto antes. Sin embargo, quería seguir escuchando, así que le hice una señal a Kogo para que fuera a avisar al mismísimo Kenshin sobre lo que estaba sucediendo.

-One-sama, no puede quedarse aquí_ susurró_ Es peligroso

Negué con la cabeza secándome las lágrimas.

-Tú sabes todos los pasillos y habitaciones del castillo, encontrarás a tu señor antes que yo. ¡Debes advertirle lo antes posible! ¡Corre!

La muchacha se marchó corriendo sigilosamente.

Por mi parte no podía pensar en otra cosa que en el odioso rostro de Sukemasa mientras oía su risa y sus palabras de traición. Di un paso hacia atrás y la madera del suelo crujió bajo mis pies desnudos. El murmullo que llenaba la sala desapareció en un instante. El pánico se apoderó de mí al ver que dos hombres salieron armados de la estancia del daimio.

Sin dudarlo un momento corrí en busca de refugio dentro del castillo, pero todo el mundo parecía haber desaparecido. Reconocí una puerta y la abrí de inmediato. Era la habitación donde Kenshin solía acoger a sus hombres para las reuniones gritando su nombre, pero se encontraba vacía como las demás.

Una repugnante voz habló detrás de mí.

-Los rumores eran ciertos después de todo. Kenshin se ha encaprichado de una mujer extranjera y la ha convertido en su concubina.

Le miré con dejación.

- ¡Aléjate de mí!

-Supongo que podría llevarte conmigo a mis tierras una vez le mate.

Odiaba a ese hombre.

-¿Qué tiene Kenshin que no tenga yo?

Tiré una pequeña mesa que había en la estancia hacia Sukemasa, pero la esquivó. De sus finos labios que parecían dos pequeñas lombrices apareció una ridícula sonrisa. Se abalanzó sobre mí e intentó quitarme la ropa.

Kenshin x Oc COMPLETO (Ikemen sengoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora