16 La decisión

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Mis pies desnudos corrían aceleradamente por la tarima de madera que formaba el suelo del castillo de Kasugayama, a pesar del ceñido kimono mis piernas conseguían alcanzar un ritmo determinante para escapar de la pesadilla que me perseguía por los oscuros y vacíos pasillos. No quería darme la vuelta para verle, era más que obvio por su risa estridente que seguía mis pasos cada vez más cerca.

-¡Ah!

Sentí un cuerpo abalanzándose sobre mi espalda, haciéndome caer estrepitosamente al suelo. A pesar de mi resistencia, sus manos consiguieron llegar a la apertura del kimono abriéndolo en la altura del lo muslo. Mi cuerpo que se encontraba apresado boca abajo contra el suelo no podía responder ante el peso que soportaba.

-¡Yo te enseñaré a comportarte, sucia extranjera!

De pronto una luz apareció delante de mis ojos lacrimosos, ofreciendo una figura al contraluz a la que ofrecí mi mano en busca de ayuda. No podía ver su rostro, pero sí escuchar su voz clara como el fluir de un riachuelo.

-Eres débil, mujer.

Era la voz de Kenshin.

-¡Ayuda!_ grité desesperadamente.

Sukemasa ya no se encontraba encima de mí sino delante, como si estuviera petrificado, sus piernas no avanzaban hacia mi, sus brazos no se movían a pesar de tener en ellos una katana, tan solo su lengua recorría sus finos labios, formando una sonrisa malévola.

-Tú has traído el arma que acabará con todo lo que conocemos.

La voz de Kenshin venía justo detrás de mí, susurrando a mi oído, mientras sus brazos depositaban en mis manos una tanegashima, y me ayudaba a apuntar a Sukemasa.

-N-no_ negué intentado girarme para verle.

Sus dedos guiaron a los míos hacia el gatillo.

-Detente_ pero mi cuerpo no parecía responder a mi cerebro.

Sukemasa dejó de sonreír. De sus labios salió una hilera de color rojo carmesí, su boca se entreabrió y la sangre contenida en su cavidad salió manchando su exquisito y decorado traje para reunirse con la sangre restante que se hacía paso a través del agujero en la altura de su estómago.

-¡NO!

Sentí un golpe en la sien. Apreté los ojos y me llevé la mano a la zona dolorida.

-Vaya, nuestra princesa extranjera ha tenido una pesadilla.

Una voz cálida y conocida me sacó de mi estado aturdido. Desperté por completo y comprobé que todavía seguía en la sala en la que debía haberme quedado traspuesta tras hablar con Kenshin. La previa visón de aquella pesadilla dejó paso a una figura robusto y alta, con ropas de color marrón oscuro con pequeños detalles en carmesí siguiendo un patrón de pequeños rombos.

-¿Shingen-sama?

Negó con la cabeza acercándose a mí y tendiéndome la mano.

-Shingen.

Me incorporé torpemente en busca de alguien.

-¿Dónde está Uesugi-sama?

El hombre permaneció en silencio durante unos segundos antes de echarse a reír.

-¿Prefieres estar con él que conmigo? _ preguntó sarcásticamente.

Al ver mi expresión de sorpresa continuó.

-Kenshin_ hizo una pausa mirando la puerta_ Ha tenido que marcharse por ahora.

Se acomodó a mi lado, y me miró con confianza como si fuésemos amigo.

Kenshin x Oc COMPLETO (Ikemen sengoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora