21 Guerra y ruptura (Resubido)

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La salud de Kogo empeoró durante ese tiempo, su tos era cada vez más fuerte y los medicamentos no disminuían los síntomas de una posible neumonía. A menudo me pasaba el día a su lado cantando las canciones que ella misma me había enseñado, y contándole anécdotas sobre mi tierra cuando me lo pedía. Cuando la joven muchacha conseguía conciliar el sueño, aprovechaba salía a dar unos pequeños paseos por los pasillos externos que daban a los jardines.

Los siguientes días fueron realmente extraños, porque si bien pensaba que los últimos acontecimientos nos habían acercado; cada vez que nos encontrábamos parecía haber una pequeña barrera interponiéndose entre nosotros. Definitivamente Kenshin parecía estar más alejado de mí que al principio de conocernos, evitaba en todo momento pasar a mi lado siempre que fuera posible y procuraba no hablarme más de lo necesario.

Las sirvientas de la edad de Kogo hablaban agitadas. Sus rostros contraídos y sus manos en el pecho no eran una imagen que viese a menudo.

-Hime-sama_ dijo una de ellas alertando a las demás que callaron.

-Kinu_ saludé.

Todas guardaron silencio desviando su mirada.

-¿Qué ocurre?

Kinu miró dubitativamente hacia mi.

-¿No lo ha oído?

Exasperada ante tanto misterio exclamé.

-¿Oír el qué, Kinu?

La mujer se encogió de hombros.

-Estamos en guerra.

Mi cuerpo se heló, aquello tanto hubiera deseado alejar en el tiempo finalmente había llegado.

-Los ejércitos de Nobunaga-sama están en camino.

Mis piernas casi perdieron el control, me apoyé contra un pilar de madera y traté de respirar profundamente. Había ocurrido justamente lo que no quería, había iniciado una guerra a causa de Sukemasa. Y había implicado a Kenshin en ella sin quererlo.

-¿Hime-sama?

Mi rostro estaba pálido, lo sabía sin tener la necesidad de verlo. Dejé allí a las muchachas y me adentré por los pasillos andando sin rumbo, mientras intentaba en vano reprimir las lágrimas al recordar la promesa que me había hecho.

-Mi señora.

-¡Yukimura-dono!

El médico apareció en frente de mí y vio la escena que me hubiese gustado evitar, por lo que hice una reverencia tratando de esconder mis ojos rojos.

-¿Os ocurre algo?

Se me hizo un nudo en la garganta.

-Necesito... aire_ dije mirando a todas partes en busca de un sitio al aire libre.

Con la mente perdida deambulé seguida por el anciano hombre, por los pasillos llenos de gente atareada con cara preocupada. Sin duda la noticia de que estábamos en guerra se había extendido con rapidez por todo el castillo.

Mis pies se pararon de golpe.

-¿Mi señora? ¿Estáis bien?

Podía ver al hombre delante de mí haciendo gestos preocupados, pero no conseguía oírle. Estaba tan sumida en mis pensamientos que la realidad se iba desvaneciendo poco a poco a mi alrededor.

-Oda Nobunaga_ dije en voz alta.

Mi propósito en este viaje había sido truncar precisamente un acuerdo con occidente, en el que le sustentarían las preciadas tanegashimas. Me había hecho pasar por el intermediario y había destruido el documento donde se acordaba la cantidad de armas que iban a ser puestas a disposición del ejército del Rey demonio del sexto cielo como le llamaban.

Habían pasado varios meses desde mi llegada, por lo que ese acuerdo no había a fraguarse del todo, y las armas no habían sido llevadas. Sin embargo, no podía estar segura de que otro navío hubiese sido mandado de vuelta a occidente para comenzar de nuevo con esa transacción.

De ser así, tenía que avisar a Kenshin de la posibilidad de que el enemigo tuviese unas armas letales contra su ejército.

-Necesito ver a Uesugi-sama. ¡Es importante!

-¡Esperad!

Corrí en busca de su habitación, haciendo caso omiso de las palabras del médico. Subí las empinadas escaleras tropezándome varias veces con el yukata blanco, hasta que logré llegar al piso superior donde al girar una esquina choqué con una espalda ancha.

-Hime.

La mano de Shingen me ayudó a levantarme. A su lado estaba Kenshin, ambos parecían estar hablando y ahora centraban su atención en mí.

-¡Uesugi-sama!_ exclamé mirando a Kenshin.

Nada más verme sentí cómo su mano quería coger la mía, y sus ojos desprendían un aire de calidez y preocupación, pero su rostro cambió en una milésima de segundo y su mano se cerró en un puño.

-¿Qué haces aquí? _ se apartó de mi lado.

Incluso Shingen pareció sorprenderse de su reacción.

-¡Tengo que hablar contigo!

-Kenshin, parece que es importante, quizá deberíamos escucharle.

Por un momento nuestras miradas se conectaron. Y en mi corazón sentí un ardiente deseo de tocarle, sin embargo, me reprimí.

-Se trata de Nobunaga. No estoy segura del todo, pero...

Dubitativa me mordí el labio inferior.

-En sus planes estaba abastecerse de tanegashimas, si lo ha conseguido... No dudará en usarlas para la guerra.

Shingen se giró lentamente.

-¿Cómo una mujer extranjera tiene ese tipo de información? ¿Acaso eres una espía?

Al escuchar esa acusación me tiré de rodillas haciendo una reverencia lo más profunda que pude, conteniendo las lágrimas.

-Suplanté a la persona que traía un mensaje para Nobunaga. Ese mensaje era un acuerdo de compra de tanegashimas, al llegar a tierras niponas descubrieron que era una impostora y había truncado el acuerdo al deshacerme de los documentos firmados.

Hice una pausa tratando de recobrar el aire.

-Uesugi-sama, sabes que nunca mentiría en ese aspecto ¡Por favor!

-Kenshin, ¿le crees?

Kenshin POV

"Claro que le creía. Así que ese fue el motivo por el que viniste a Japón, para no traer más muerte y odio a estas tierras; y aún así, nada más llegar pusiste tu vida en peligro. Eres una mujer realmente extraordinaria.

Quería cogerla de suelo y llevarla a sus brazos para no soltarla nunca más.

No mereces estar al lado de un hombre como yo. Lo único que conseguirás es que te maten por mi culpa."

Fin Kenshin POV

-¡Por favor! ¡Si ha conseguido ese armamento...! _ levanté la mirada llena de lágrimas_ Morirás.

Kenshin POV

"No puedo morir. Tengo alguien a quien proteger, Yukiji."

Fin Kenshin POV

- Soy el Dios de la Guerra, el Dragón de Echigo, no tengo tiempo que perder con mujeres. Vámonos Shingen.

Sus pasos se alejaron y sus figuras se fundió con la oscuridad del pasillo.

Kenshin x Oc COMPLETO (Ikemen sengoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora