10 Sukemasa

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La joven sirvienta me advirtió sobre la llegado de un importante daimio a la residencia de Kasugayama. Su nombre era Sukemasa, un respetado daimio fronterizo que cooperaba con Kenshin en los diferentes puntos de conflictos con otras fronteras. Iba a hospedarse en Kasugayama durante una semana aproximadamente para debatir sobre diferentes asuntos en relación con las cosechas y los diferentes impuestos sobre los habitantes de la región, por lo que se me ordenó retenerme en mi habitación para no levantar sorpresas en los aliados de Kenshin.

Sin embargo, entre los criados y sirvientes de Kasugayama se había corrido el rumor hacía ya largo tiempo sobre una extranjera gozando de privilegios nunca vistos por el Dragón de Echigo, y estas palabras habían cruzado fronteras, incluyendo las de Sukemasa. Por lo que al llegar a la sala donde se debía reunir con Kenshin, el daimio le instó a sacar a su "Preciado Tesoro" como ellos se referían a la mujer, según oyó Kogo, quien se encontraba allí presente.

-One-sama, ante todo no hables con el daimio.

- ¿Por qué Kenshin lo ha dejado entrar aquí?

-No lo entiendes_ negó con la cabeza_ Si Kenshin se hubiera opuesto al acuerdo con su daimio fronterizo hubiera iniciado una guerra sin sentido entre ambas regiones.

Hice una mueca.

- ¿No es Kenshin el Dios de la Guerra? ¿El Dragón de Echigo?

Kogo se enfureció por primera vez desde que la conocí.

-One-sama. Por favor, no haga nada de lo que pueda arrepentirse.

Terminó de recogerme el pelo y me dispuse para marchar. Pero Kogo me hizo una señal hacia el maniquí donde reposaba expuesto un bello kimono repleto de diferentes motivos florares bordados en hilo de oro.

-Solo tardaremos un rato en ponértelo, One-sama.

Me acerqué y toqué su superficie. Al acariciarlo con sumo cuidado pude deducir que sin duda alguna estaba hecho con la mejor seda que hubiese en el mundo. Entonces me percaté de que hasta ahora siempre había llevado yukatas, menos ricos respecto a la decoración y la calidad de la tela.

-Es precioso_ susurré.

-Fue el mismo Uesugi-sama quien lo eligió para ti.

Mis dedos se alejaron poco a poco de la tela, cerrándose en un puño.

-No _ susurré.

- ¿One-sama?

-Si lo que pretende es exhibirme ante sus amigos no se lo voy a consentir. No soy un objeto al que elogiar.

Ante la sorpresa de Kogo salí de la habitación con el yukata blanco que simbolizaba el luto en aquella tierra y del que no me deshacía. Estaba esperando a ser llamada sentada tal y como me habían enseñado. Al oír a Kenshin, me levanté y entré con la cabeza gacha mirando hacia abajo, hasta que a pocos metros de ambos hombres volví a sentarme sobre mis piernas para hacer de nuevo otra reverencia.

-Así que esta es tu nueva y preciada joya extranjera.

Al oír sus palabras levanté la mirada hacia él y fruncí el ceño.

-Acércate preciosa.

Miré a Kenshin en busca de ayuda, pero no obtuve una respuesta de él. Sus ojos me perforaban como piedras afiladas, y sus labios estaban apretados con fuerza. Todo en él parecía estar en constante tensión. Me incorporé del todo y esta vez miré de arriba abajo al daimio. Su voz era repulsiva, tanto que tuve que contenerme para no abrir la boca y soltar un insulto.

- ¿Cómo se llama?

-Eso no importa, Sukemasa Has pedido verla y la he traído.

Me miró de reojo.

-Ahora sigamos discutiendo sobre lo que has venido a hablar conmigo.

Los hombres siguieron hablando sobre sus cosas, mientras yo me quedé entre ambos mirando el suelo, pensando en por qué me habrían llamado para estar allí. No era un florero.

-Uesugi-sama, le ruego que me disculpe, debo marcharme.

El daimio casi escupió el sake que acababa de sorber. El daimio casi escupió el sake que acababa de sorber. Al mismo tiempo mis palabras casi consiguieron que el dragón de Echigo saliese de su estado de retención y mostró su ceño fruncido, mirándome de reojo.

- ¿Tu belleza de ojos de jade sabe nuestro idioma?

-Sí_ dijo cortante mirándome con rabia.

Kenshin tuvo que retenerse. Precisamente no quería que ese personaje supiera nada sobre ella.

-Sírvenos sake_ dijo de repente Sukemasa.

Nunca antes lo había hecho, aún así cogí la pequeña jarrita de mármol y pasé por delante del platito del daimio fronterizo encarándole fieramente, para dejarle en segundo lugar y servir primero a Kenshin que se encontraba más lejos.

-Tu belleza tiene temperamento. Se nota que es una extranjera salvaje sin modales_ rio.

Al agacharme para dejar la pequeña jarra en la mesa un mechón se deslizó de mi recogido.

-No todo es malo, me gusta su pelo_ dijo alargando la mano para coger el mechón.

Instantáneamente apareció otra mano que se interpuso en su camino agarrándolo por la muñeca. Entonces Sukemasa se retrajo y dijo:

-Si me hubiera fiado de los rumores, hubiera atacado Echigo solo para llevármela conmigo como mi nueva mascota.

Mi rostro se contrajo de asco. ¿Había sido llamada allí solo para que su amigo pudiera echarme un vistazo? Justo en el momento en el que ya no podía reprimir más mi enfado y mis labios iban a dejar escapar palabras groseras contra el daimio, Kenshin me lanzó una mirada y me cortó.

-Creo que ha sido suficiente por hoy. Mañana seguiremos discutiendo.

Tan pronto como Sukemasa se marchó, me incorporé con la intención de encerrarme con Kogo en mi habitación para no salir nunca más.

-Espera.

Kenshin me agarró por la muñeca. Me quedé quieta de pie, esperando a que la rabia se disipara de mi mente. Pero exploté.

- ¡No voy a disculparme! ¡Ese hombre...!

La mirada de Kenshin me paralizó.

-No te acerques a él mientras esté aquí. Por nada en el mundo accedas a verle sin mi presencia.

Su cara estaba tan cerca de la mía que podía sentir su cálido aliento en la fría sala.

-Haz lo que te digo.

Sus ojos se posaron en mis manos.

- ¿Uesugi-sama?

Kenshin POV

**Aquella extranjera le tenía hechizado. ¿Cómo su pelo claro y su tez del color de la nieve virgen conseguían dejar en ese estado al Dios de la Guerra? Era el temido Dragón de Echigo, Uesugi Kenshin. No podía volverá pasar por lo mismo que la otra vez, se había jurado a sí mismo que no dejaría embaucarse de nuevo por otra mujer y mucho menos una extranjera. Aunque sin duda había ejercido una buena impresión en él, se había despachado a gusto con el irascible Sukemasa. Hombre de quien no se fiaba para nada.**

Fin Kenshin POV

-Márchate.

Kenshin x Oc COMPLETO (Ikemen sengoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora