27 Un giro inesperado

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El Dragón de Echigo había comenzado a avanzar hacia las tropas de Nobunaga, acabando con cualquiera que se interpusiera a su paso. Cualquiera que hubiese oído hablar de Kenshin sabía a ciencia cierta que la guerra era lo único que movía al daimio, él mismo decía que solo combatiendo se sentía vivo y así era siempre que participaba en alguna batalla. Su espada, Himezuru Ichimonji, era la más temida por todos y pocos eran los que reunían el suficiente coraje para acercarse voluntariamente a probar su fuerza contra Uesugi Kenshin. Y aquellos cegados por el odio o la repentina sensación de bravura caían despiadadamente tras ser atravesados por ella.

Rodeado de cuerpos inertes del ejército de Nobunaga, Kenshin intentaba revivir ese único sentimiento que le movía desde hacía tantos años. La adrenalina que siempre había corrido por sus venas cada vez que su espada chocaba con el filo de otra había desaparecido. Algo se interponía, no permitiéndole disfrutar de aquello que antaño le había dado el nombre que todos temían.

Un joven de apenas quince años herido con armadura roja cayó de rodillas suplicando por su vida ante el Dios de la Guerra.

-¡Piedad!

-Yo no tengo piedad_ dijo alzando la katana_ soy el Dios de la Guerra.

Justo unos segundos antes de que diera el golpe de gracia el muchacho exclamó "¡Por favor!" Y su brazo paró en seco al escuchar la voz de Yukiji en su cabeza, diciendo "onegai" (por favor) la primera vez que se encontraron.

El muchacho no podía creer lo que estaba pasando, Uesugi Kenshin había parado el golpe fatal que hubiera acabado con su vida en un instante. Por un momento quiso preguntarse a sí mismo por qué habría parado, pero por otra parte su instinto de supervivencia ganó a su curiosidad y salió corriendo, dejando atrás al daimio mirando hacia el infinito perdido en sus pensamientos.

-¡Kenshin!

Gritó Shingen acercándose corriendo a su compañero que por fin bajaba su katana hacia su costado derecho.

-¡Tienes que centrarte! ¡Otro soldado hubiera aprovechado para matarte en ese instante! ¿Me estás escuchando? _ le cogió el hombro.

Los ojos del daimio recorrieron el camino desde la mano hasta el rostro del hombre que le gritaba, vio su rostro y su expresión enfadada pero no escuchaba sus palabras. No tenía necesidad de hacerlo, sabía qué tenía que hacer. Se deshizo de su mano retirándola bruscamente y dijo en voz alta hablando consigo mismo:

-Deja de mandarme a debiluchos_ caminó hacia su caballo_ Sal de tu maldito escondite y lucha conmigo, Nobunaga

Montó y desapareció en la lejanía donde parte de su ejército intentaba romper las primeras filas del enemigo.

Shingen estaba acostumbrado al comportamiento impulsivo de Kenshin, quizá por eso fuera tan temido en el campo de batalla. Sin embargo, un Dios de la Guerra al diez por ciento de su capacidad no sería capaz de ganar contra Nobunaga. Llamó a uno de sus siervos para que le trajera su caballo y acompañar a Kenshin, cuando de repente alguien le llamó:

-¡Takeda-sama!

Hizo una breve reverencia y reportó rápidamente:

-Nuestro grupo escuchó un fuerte ruido al sureste. Encontramos un soldado de Oda Nobunaga tratando de volver a sus filas.

La comisura de los labios de Shingen dibujaron una línea ascendente.

-¿Dónde está?

Toda información que pudieran sacar sería realmente valiosa.

El mensajero bajó la cabeza.

-En la carpa de Yukimura-dono, mi señor.

La mente de Shingen no encontraba el sentido de sus palabras.

Kenshin x Oc COMPLETO (Ikemen sengoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora