17 Sus palabras

75 4 3
                                    


Mientras me secaba las lágrimas con una mano con la otra sostenía parte del pesado kimono dejando algo de espacio a mis pies desnudos, que corrían sin rumbo, pero a toda la velocidad posible a pesar de las capas de tela que aprisionaban la libertad de movimiento.

Al torcer en un pasillo casi choqué con uno de los sirvientes de Kenshin, quien nada más verme se hizo a un lado descolocado.

-¡Hime-sama!

Su voz quedó atrás, muy detrás de mí. Tuve un pequeño traspiés, sin llegar a caer al suelo, me recompuse apoyándome en la pared. Me deshice del obi a duras penas, y fui dejando un rastro de ricas telas detrás de mí hasta que llegué al patio exterior que comunicaba con mi habitación. Abrí las puertas y salí de nuevo fuera, donde la nieve era la protagonista. Una nieve blanca y pura, sin mentiras, sin preocupaciones, sin muerte.

Y entonces sentí como todos mis sentimientos encontrados se disipaban por momentos, dejaba atrás todo lo que me preocupaba y atormentaba y sentí una extraña sensación de paz.

Di un paso y me fusioné con el frío manto blanco sobre la congelada hierba, dejé caer la penúltima capa que envolvía el yukata blanco interior, al deslizarse por mis hombros sentí como su peso dejaba mis cansados hombros y me sentí liviana, como los pétalos de la flor que me había dado Kenshin. Los copos de nieve comenzaron a posarse sobre mi rostro y mi cuerpo, pero no el frío todavía no era molesto.

-¡One-sama!

En aquel momento Kogo me estaba llamando desde la puerta que daba al exterior, pero, a pesar de todo, mi mente no estaba allí, no la oía dar pasos hacia mí. No sentía sus brazos sobre mí zarandeándome, no podía ver sus ojos consternados ni sus manos frotando las mías, para darles calor.

-One-sama, ¿qué estás haciendo?

Alcé una de mis manos y la llevé a la mejilla de la joven.

-No quiero marcharme_ dije.

La muchacha no seguía el rumbo de mis pensamientos.

-¿Qué quieres decir one-sama?

-Kasugayama es mi nuevo hogar, no quiero perderos.

Me abracé la joven.

-Sois mi nueva familia.

Kenshin había oído los gritos de sus criados, y había seguido el rastro de las ropas que hasta hacía unas horas habían formado parte del atuendo de la mujer extranjera. Hasta llegar a la habitación donde vio a la mujer y a su criada juntas. 

Todavía perplejo antes las palabras que había pronunciado los labios de la mujer, procuró esconderse de la vista de las dos jóvenes que seguían en la nieve abrazándose. Se permitió mirar a la extranjera durante unos minutos, apreciando sus lágrimas y su sonrisa hasta que decidió que debía marcharse y dejarles la intimidad con la que en ese momento debían contar unas amigas.

Kenshin x Oc COMPLETO (Ikemen sengoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora