2 Sobokuna onna

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-Avisad a Yukimura-dono.

Unos pasos salieron corriendo.

-Uesugi-sama.

El hombre que llevaba a la muchacha seminconsciente en sus brazos esperó ansioso a la llegada del doctor.

-Le han disparado con un arma de fuego.

El anciano no cabía en su asombro. Su daimio llevaba consigo a una mujer, una mujer extranjera herida.

-¡Mi señor!

Lanzó una mirada a su viejo doctor.

-No puede morir.

-Sí señor.

El anciano se puso manos a la obra.

Algo metálico y frío hurgó sin cuidado dentro de la herida de bala. Ahora solo podía oír mis gritos de desesperación, mientras mi malherido cuerpo trataba de deshacerse de las manos que me oprimían contra el suelo. La presión de la herida disminuyó en unos segundos, y mi respiración se calmó. Sin duda la bala ya no se encontraba dentro de mi cuerpo, tras unos segundos noté una aguja punzante que cosía la herida.

Me estaban salvando la vida. ¿Por qué?

De nuevo oí unas voces hablando entre sí. Unos pasos se fueron alejando y lo último que noté fue una fría mano quitándome las pequeñas gotas de sudor de la frente.

Kenshin no quitaba ojo a la muchacha que todavía tenía la respiración agitada.

Solo podía repetirse una y otra vez la misma pregunta: "¿Qué demonios hace una mujer extranjera en tierras niponas?". Sacudió la cabeza mirando el rostro compungido de la muchacha. Si el destino había querido que fuese él quien la encontrara, no iba a dejarla morir.

-Uesugi-sama, es una extranjera.

Su mirada rara vez se encontraba con la de su señor durante largo tiempo, sin embargo, dada la excepcional situación, Yukimura no pudo retener su curiosidad e intentó sonsacar más información sobre la nueva "adquisición" de su señor.

-¿Qué piensa hacer con ella?

Kenshin no se había percatado en la forma que le miraba su médico, simplemente, se quedó mirando el rostro de dolor de la mujer.

-Su vida me pertenece ahora_ susurró.

El rosto de Yukimura-dono era indescriptible. La simple mirada de Kenshin hizo callar a su médico y asesor más brillante, quien hizo una reverencia y salió de la sala sin preguntar nada, a pesar de que en su rostro estaban escritas dos palabras "¿Por qué?".

Todos los sirvientes de Echigo hablaban de ello a su espalda y él lo sabía. Desde que había entrado en sus tierras con una mujer con ropas extranjera malherida en sus brazos, la frase más común era: "El Dios de la Guerra ha salvado a una extranjera".

El asombro de sus súbditos no estaba sacado de contexto. Cualquiera que conociese a Uesugi Kenshin, sabía que era implacable con sus enemigos en cada batalla que había acontecido y por supuesto corría un rumor desde hacía años sobre él y su relación con las mujeres. Se decía que Kenshin era un misógino. Por lo que el traer a una mujer dentro de Echigo en sus brazos no era algo a lo que ellos estuviesen acostumbrados de su señor. 

Kenshin x Oc COMPLETO (Ikemen sengoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora