28 Dos pérdidas y un encuentro

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El trote del caballo no daba tregua en mi magullado y tenso cuerpo. Pero estaba claro que la situación no iba a cambiar a mejor a partir de ahora. No era la primera vez que disparaba un arma, pero sí era la primera vez que había arrebatado la vida a alguien, y no sería la última si conseguía dar con Nobunaga. Apreté las riendas ente mis manos y espoleé al caballo.

Tras unos minutos agónicos cabalgando entre los árboles llegué al campo abierto donde se reunían los sonidos metálicos de espadas chocando entre sí y hombres gritando mientras combatían.

-¡...!

Ambos ejércitos luchaban entre sí de una forma feroz y experimentada, no cabía duda de que esos hombres habían experimentado una batalla con anterioridad a esta, incluso los más jóvenes no dudaban en lanzarse contra un oponente por muy superior que pareciese. Miré a mi alrededor y comprobé que Nobunaga no había mentido sobre las tanegashimas, pues la mayoría de los soldados estaban armados con katanas donde el combate se desarrollaba casi cuerpo a cuerpo, y por otro lado algunos portaban largas lanzas, quienes en cierto modo peleaban con cierta ventaja contra aquellos portando las espadas, por el espacio que les proporcionaba entre ellos y su adversario.

Coloqué la pistola colgada delante de mi pecho para cogerla con una mano mientras guiaba al caballo con la restante, en busca de mi objetivo. Pero nadie había dicho que aquello fuera a ser fácil, para llegar hasta Nobunaga de nuevo esta vez debía cruzar un mar de hombres armados, y aunque la mitad de ellos me reconocerían como a un igual por la vestimenta, la otra mitad estaba dispuesta a atacar.

En aquel momento lo único que se me pasó por la cabeza fue mi superioridad ante los soldados que luchaban a pie, por lo que si cruzaba entre ellos a gran velocidad quizá tuviese la suerte de llegar de una pieza hasta el daimio llamado Rey Demonio del Sexto Cielo. Acto seguido emprendí la marcha entre ambos bandos esquivando posibles ataques, lo que resultó más catastrófico de lo que me cabía esperar. Instantáneamente me vi rodea de un océano de hombres que asestaban golpes dirigidos hacia mí, a pesar de no tener una espada con la que protegerme me defendí con la tanegashima ahorrándome unos cuantos golpes dirigidos hacia la altura de mis piernas.

Me sorprendió un relincho agudo de mi caballo que se puso sobre sus dos patas traseras, el arma cayó de mis manos al suelo e instintivamente me agarré a la crin del animal para intentar no caer al suelo. Intenté hacerme con el control de la situación lo antes posible, pero el cuadrúpedo no recuperaba la calma, al contrario, cada vez estaba más nervioso y poco manejable. La causa de su comportamiento era más que evidente si miraba justo delante de mí, varios hombres con lanzas estaban atacando al animal.

Miré al suelo en busca de la tanegashima, pero de pronto el caballo comenzó a correr al encontrar un pequeño pasillo por donde escapar.

-¡No!_ grité con desesperación.

El animal huyó arrastrándome con él hacia otro flanco del ejército, lejos de las lanzas. Al tratar de girarme para ver dónde tenía que volver a por la pistola, me cogió desprevenida un ataque que me golpeó la armadura y caí al suelo de espaldas con un fuerte golpe.

-¡Muere! _ gritó el soldado alzando su katana.

Sentía cómo mi cabeza iba a explotar de dolor y apenas podía moverme. ¿Sería este mi final?

-¡ARH!

Los siguientes segundos pasaron a cámara lenta por mis ojos, podía ver la furia, el odio y la determinación de matarme en el rostro del soldado, y también veía cómo el filo de la katana se acercaba a mi pecho. La imagen que se me pasó en aquel instante fue el rostro de Kenshin rozando mis labios bajo los árboles florecidos.

De pronto en aquella fatal escena apareció el caballo que arroyó al soldado salvándome la vida, pero no sin consecuencias. El hombre aún habiendo recibido tal golpe del animal, decidió llevarse la vida del caballo consigo junto con él antes de dar su último suspiro clavándole la espada en el lomo. Dejando a ambos mal heridos.

-No..._ conseguí decir.

A duras penas me giré sobre mi parte izquierda del cuerpo, para ir al lado del caballo. El casco se deslizó de mi cabeza y mi cabello quedó al descubierto, desordenado y lleno de tierras que iba arrastrando conforme yo iba reptando hacia el animal que estaba agonizando. Para cuando llegué a su lado las lágrimas habían conquistado mis mejillas y un sentimiento de culpabilidad extrema se arraigó en mi corazón mientras acariciaba al caballo.

-Esto no tenía que haber pasado_ balbuceé.

Los ojos del caballo estaban fijos en los míos.

-Lo siento_ susurré apoyando mi cabeza sobre la suya.

Unos segundos después sentí como su cuerpo dejaba de moverse.

No me quedaba nada con lo que poder seguir adelante, había perdido el arma, mi caballo había muerto... No esperaba que matar a Nobunaga fuera a ser fácil pero tampoco me había expuesto antes a una guerra, no sabía cómo iba a hacerme sentir perder todo en un instante.

-No puedo rendirme. Todavía no.

Logré ponerme de pie e intenté orientarme para volver al lugar donde había caído la tanegashima. Pero en mi situación actual, tras el golpe no estaba al cien por cien de mis capacidades. Sentía cómo mis sentidos se desvanecían, dejaba de escuchar los gritos, el peso de la armadura de duplicaba por momentos y mi visto comenzó a nublarse.

-¡Tú!

Una voz resonó en mis oídos, pero apenas podía distinguir de quién era, una figura a caballo se aproximaba hacía mí a gran velocidad, pero no podía defenderme. Mis rodillas cedieron y caí al suelo inconsciente.

Kenshin x Oc COMPLETO (Ikemen sengoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora