Capitulo 35

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—no creo que hagas mal, ademas siempre se debe esperar un tiempo antes de decirlo a las demás personas. 

—¿Tampoco se los has dicho a tus padres?— levante la cabeza para verlo a los ojos, movió la cabeza en forma negativa, volví a ocultar mi cabeza en su pecho.

—vamos nena, se nos hace tarde. 

Caminamos hacia el consultorio, al entrar llegue con la recepcionista y le dije que tenía una cita con la Doctora Flores, aun seguia nerviosa no había visto salir a mi madre. La chica me dijo que tomara asiento en la sala de espera, Taylor y yo no sentamos para esperar nuestro turno, de pronto la vi, estaba muy pálida y parecía que había llorado, me levanté de la silla y camine hacia ella.

—¿Estás bien mamá?— le dije preocupada.

—¿Qué haces aquí?—dijo sorprendida.

—vengo por pastillas anticonceptivas— me aplaudí mentalmente por responder muy rápido. —¿Estás bien?— le repetí. 

—si… es solo— se veía preocupada.

—¿es grave el quiste?— me miro confundida —me tope a papá afuera y me lo dijo.

—no es grave, no es cáncer… pero tienen que operarme y tengo miedo.

—mamá, todo saldrá bien.

Escuche que la recepcionista me llamaba, solté a mi madre y bese su mejilla, a pesar de todo es mi madre y la amo con todo mi corazón. Hubo un tiempo que ella me amaba igual que a Demian. Al menos ella no ha sido tan fría como mi padre y aun tengo esperanzas de que vuelva a tomar su papel de madre muy en serio. Me despedí de ella y tome de la mano a Taylor para entrar al consultorio de la doctora. Una hora más tarde ya íbamos rumbo a casa en mi auto. Todo iba bien según la doctora, me dio vitaminas y me hizo una cita para dentro de dos semanas. No podía dejar de ver la ecografía de mi bebe. Aun no tenia ni siquiera forma pero amaba esa pequeña cosita. Llegamos a casa y me quite los zapatos, aun sin despegar la vista de la ecografía. 

—¿Me dejaras verla alguna vez?– Taylor se sentó en la sala y me coloco encima de él. 

—lo siento, Es que aun no me lo creo. 

—dame— me quito la ecografía y la observó muy atento —creo que es una niña y se parecerá a ti.

—no importa que sea niño o niña, lo amo tanto como te amo a ti— Taylor volteo a verme sorprendido.

—¿Que dijiste?— sonrió, Taylor siempre me hacía repetir las palabras "Te amo" creo que, al igual que yo, amaba escucharlas de mis labios.

—te amo… y creo que te ame desde que te conocí pero no lo sabía.

Una semana después me encontraba en mi oficina, Louis se recuperaba rápidamente y como sospechaba el y Aira se atraían mutuamente. El sábado era la fiesta de cumpleaños de Demian y el domingo se iría a casa a pasar sus vacaciones con nosotros. Me moría de ganas por decirle que sería tío, pero tenía que controlarme. En la oficina todo iba espectacular, cada día cerrábamos más negocios. Si ya era conocida la empresa de Taylor, ahora era mucho más popular, si eso era posible. Teníamos una junta a medio día y me encontraba preparando todo para la reunión. De pronto unas terribles nauseas me atacaron, estaba en la sala de juntas y tuve que correr al baño más cercano. Abrí la puerta como pude y me arrodille delante del retrete. Vacíe mi estómago, el sabor amargo hacía que las nauseas no pararan y el vómito seguía. Escuche que alguien tocaba la puerta, pero no podía contestar. 

—Nia ¿Estas bien?— la voz de patricia resonaba del otro lado de la puerta.

—sss…— mas vómito.

—¿Que pasa?— ahora era la voz de Taylor.

—no lo se señor, ella no me contesta— le informo Patricia.

—nena ¿Estas bien?

No podía contestarle, el vómito no se detenía, trate de relajarme y soltar todo para poder hablar, después de varios minutos aun tenia arcadas pero ya no salía nada. Suspire, mis ojos estaban llenos de lágrimas y mi frente estaba cubierta de sudor. Por fin pude levantarme del suelo, me sentía cansada, esto de vomitar me quitaba muchas energías, por fin abrí la puerta del baño y deje pasar a Taylor. Antes de acercarme a él, me fui al lavabo a lavarme la boca y la cara. Vi mi reflejo en el espejo y mi maquillaje estaba corrido y había delineador por todas partes, tome una servilleta, la humedecí y empecé a desmaquillarme.

—Hola— dijo Taylor a través del reflejo del espejo.

—hola— dije con pocos ánimos. —tu bebe me esta dando mucha lata nuevamente.

—creo que no deberías venir a trabajar— me abrazo por la cintura —hasta que te pasen los malestares.

—no Taylor, por favor, no me obligue a quedarme en casa, siempre he trabajado— le dije angustiada, no sabria que hacer todo el dia en casa. 

—jamás te obligaré a nada, solo fue una sugerencia— sonrió y me beso la mejilla.

De pronto me puse un poco triste, si mi madre fuera más unida a mi podría preguntarle muchas cosas. Ella como toda madre sabría aconsejarme. Todas mujer embarazada debería tener cerca a su mamá. Taylor noto mi tristeza y me dio la vuelta para quedar frente a él. 

—tranquila, se que estas agobiada con todo esto, pero deja esa cabecita— me tocó la sien con el dedo índice —no pienses en cosas que te pongan tristes.

—lo siento, Es solo que— suspire —sonare tonta, pero extraño a mi mamá.

—eso no es tonto, estás sensible por el embarazo— me pego mas a su cuerpo e intentó besarme pero lo esquivé. El me miro confundido.

—acabo de vomitar, me lavare los dientes y después te besaré— bese su mejilla.

Un toque en la puerta nos interrumpió, Taylor se separo de mi y fue a abrir, era Daniela quien nos avisaba que ya estaban todos listos para la junta. Le dije a mi esposo que se adelantara mientras lavaba mis dientes. Rápidamente me fui a mi oficina y entre a mi baño. Me lave los dientes y me aplique solo un poco de maquillaje para no verme tan pálida. Cuando estuve lista me fui rápidamente a la sala de juntas, entre y me coloqué en mi lugar. 45 minutos después terminamos con la junta y nos fuimos a comer, aunque no estaba segura si el bebé me dejaría comer algo. Llegamos al restaurante y pedimos comida, la cual como ya me imaginaba, no pude comer, solo pique un poco la ensalada. Todo lo demás me causaba nauseas. Caída la tarde volvimos a casa. 

—mañana iré a comprar el regalo de Demian— le dije a mi esposo mientras me sentaba en la sala con un vaso de jugo. —hoy no me sentía muy bien.

—¿Te puedo acompañar? No quiero que te sientas mal en la calle andando sola— se sentó a mi lado.

—¿No tienes pendientes mañana?- le di un sorbo al jugo.

—no— se encogió de hombros —y si los llegara ver, hay personas que se pueden encargar. 

—tu no eres de esas personas— sonreí.

—¿De cuales?— me miró confuso, pero con una pequeña sonrisa.

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Claudia Franco ❤️

Un mal negocioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora