Capitulo 48

652 44 1
                                    

—mí amor, no tienes que pedirme permiso, tú puedes hacer lo que quieras con la empresa, ahora todo es tuyo y de Demian y si mudar la oficina es lo mejor para ti, pues hazlo.

Mi madre y yo estábamos en la sala tomando café después de una deliciosa cena, Demian había salido a jugar con unos amigos y aproveche para hablar de negocios con mí madre. Ella entendía muy bien lo que quería hacer y me apoyaba en todo. El cambio de mi madre fue lo único bueno que dejó el secuestro de Demian. La actitud de ella era otra, ahora se encargaba de mi hermano y de la casa, era una verdadera madre en toda la extensión de la palabra.

—todo quedaría igual, solo yo me iría, las juntas, reuniones, cierre de negocios todo se haría desde las oficinas Mcallister.

—esta bien, solo prométeme que vendrás a vernos, no dejes que el trabajo consuma tu vida.

—te lo prometo mamá.

—me alegro mucho que te hayas reconciliado con tu esposo— sonrió —mereces ser feliz— bajo la cabeza apenada —perdoname por no decirte nada de tu origen, nunca pensé que...

—Hey, tranquila mamá— tome su mano —tus padres te obligaron a dejar al hombre que amabas, te entiendo y te perdono.

—eres una buena hija, después de todo lo que has pasado— sus ojos se llenaron de lágrimas —sigues viendo por mí, después de todo lo que te hice, no te protegí, no hice nada para evitar que tu padre...

—dejemos eso en el pasado— me acerque más a ella y la abrace
—deja de martirizarte, yo le veo el lado bueno, gracias a todo eso conocí a Taylor y lo amo más que nada en el mundo, así que dejemos todo eso atrás y tratemos de vivir felices.

—no podemos ser felices hasta que atrapen a tu padre.

Yo sabía eso perfectamente, pero estaba feliz y no quería que se me arruinara la felicidad que acaba de obtener. Me levanté del sillón y me disculpe con mi madre, tenía que arreglar mis cosas para irme de nuevo al departamento. Subí a mi habitación e hice mis maletas, no podía borrar la sonrisa de mi rostro. Hace tiempo que no me sentía así, desde el secuestro de Demian, jamás me había sentido tan tranquila y en paz. Se que no todo estaba resuelto, pero no quería agobiarme pensando en mí padre, tarde o temprano la policía lo atrapara. Cuando termine de empacar me despedí de mi madre y de Demian con la promesa de que los visitaria pronto. Subí a mi auto y me dirigí al apartamento, al llegar todo parecía igual, salude al guarda y llamé al ascensor. Teclee el código pero este no funcionaba, salí del ascensor y le pregunté al guardia si sabía que pasaba.

—el señor debió cambiarlo— dijo como si nada.

—¿Por que?— me sorprendí mucho al saber que Taylor lo había cambiado.

—desde el secuestro de su hermano, el señor toma más medidas de seguridad, hasta instalo una camara.

—¿En serio?— El hombre me miró algo apenado, saque mi celular de mi bolso, llame a Taylor y le conté lo que pasaba.

—sube amor, ya tecleo el código.

Volví a entrar al elevador y por fin se movió, cuando pasó lo de Demian no salí en algunos días y las pocas veces que lo hice Taylor siempre estaba conmigo, así que no me di cuenta cuando hizo los cambios. Llegue al piso pero cuando se abrió la puerta me quedé helada, el departamento estaba completamente solo. Di unos pasos hacia adentro, mi boca casi llegaba al suelo al ver la estancia sola, la cocina, el comedor, no había nada de muebles. Taylor apareció del despacho y se acercó a mí para recibirme.

—¿Estas bien?— dijo al ver mi rostro de sorpresa.

—¿Donde está todo?

—en nuestra casa— sonrió —en la mañana que te vi pensé que era buena idea mudarnos, aquí tienes malos recuerdos y como te fuiste antes de decorar la casa pensé en llevarme todo. Ya la irás decorando poco a poco ¿Estas de acuerdo?

—si... yo... es que todo esto es tan repentino. No me mal intérpretes, es solo que... extrañaré este lugar.

—lo se, yo también, pero es hora de empezar de cero ¿No crees? Es nuestro nuevo inicio.

Bajamos nuevamente con mis maletas, Taylor las metia en el maletero mientras yo lo observaba. ¿Como pude durar tanto tiempo alejado de él? Pensé, es un hombre maravilloso y soy muy feliz a su lado. Sin darme cuenta comencé a acariciar mi barriga de 5 meses de embarazo, siempre lo hacía sin darme cuenta, era como un reflejo de protección o de amor hacía mí bebé. Cuando mi esposo termino de subir las maletas se acercó a mí.

—¿En qué piensas?— colocó sus manos sobre las mías, que aún seguían en mi barriga.

—en lo afortunada que soy de tenerte— sonreí —y que sigo amando tus pantalones ajustados.

Ambos reímos y después entramos al coche, hace tiempo que no me sentía así, relajada y feliz, muy feliz. Al llegar a la casa, mi esposo me dio los codigos para abrir el portón y la cochera. El auto que me había regalado Taylor ya estaba en la enorme cochera. Bajamos del coche de Tay, antes de llegar a la puerta principal, una feliz Teresa salió a recibirnos.

—por dios señorita, esta hermosa con su pancita— me dijo al abrazarme.

—gracias Teresa— bese su mejilla.

—¿Tienen hambre? Ya está la cena— nos hizo una seña para que entraramos en la casa.

—gracias— dijimos al mismo tiempo Tay y yo.

A la mañana siguiente mientras desayunábamos Taylor me platicaba todo lo que había hecho en estos meses que no nos vimos. Dice que tomó el trabajo como una distracción pero no sentirse tan triste. Al igual que él, yo agarre el trabajo como una forma de no pensar en él, la empresa de la familia estaba en muy malas condiciones, pero gracias a mí dedicación y esfuerzo se pudo levantar. Aun no puedo dejar de pensar en mi padre, me siento una tonta al preocuparme por él, pero quisiera saber como esta y si se encuentra bien.

—mis padres darán una fiesta, siempre la hacen, es como una reunión familiar, me encantaria que fueras conmigo.

—no sé—  le dije nerviosa recordando lo que había pasado la última vez que estuve en casa de sus padres —no creo que sea mucho de su agrado.

—eres mi esposa— acaricio mi mejilla —me gustaría mucho que fueras conmigo.

—Taylor— suspire —ellos deben odiarme y no solo por lo que paso aquella vez, si no porque te deje y te hice sufrir.

—ellos piensan que te fuiste para estar con tu hermano y tu madre.

—¿Por qué?— dije sin entender.

—porque fue lo que yo les dije ¿Sabes? No soy mucho de platicar mis cosas personales, además de que me dolía hablar de ese tema, por eso les inventé esa historia.

—lo siento... desde que me conoces solo te he dado problemas.

—no vuelvas a repetir eso— me miro molesto.

—esta bien, te acompañare.

.

.

.

Claudia Franco ❤️

Un mal negocioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora