CAPITULO 11

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He cometido el peor de los pecados que uno puede cometer... No he sido feliz.

                                                                                                         Jorge Luis Borges

— ¿Algo imperdonable? ¡¿Qué hiciste Jenny?! — y me contuve para no abalanzarme sobre ella.

—Yo....yo le dije a Jack que si me volvía a mencionar el tema de suicidarnos... lo iba a abandonar...— balbuceó — Me siento tan culpable por haberle dicho eso...

Seguía sin creerle.

Conté hasta mil y me dije a mí misma que lo mejor sería retirarme.

—Tranquilízate. Te dejaremos para que descanses. Mañana será un día largo para todos — refiriéndome a la misa organizada por Susan para pedir por la aparición de Jack.

Al subir al auto, Noah coincidió en que la versión de Jenny era contradictoria y poco creíble y se ofreció a buscarme al día siguiente para ir a la iglesia.

Confieso que me costaba separar la atracción que sentía por él de lo inquietante y sospechoso que me resultaba su afán de acompañarme en mi investigación sin un motivo de peso aparente. Entendía que el hecho que Jack hubiera desaparecido en su habitación y que en su pared se hubiera escrito un mensaje simbólico podría ser un motivo, pero no me parecía una razón importante para correr riesgos o por lo menos perder tiempo a mi lado. Yo tenía mis razones pero... ¿Cuáles eran las de él? ¿Encubrir a su hermano? ¿Podría ser él mismo también un sospechoso?... ¿O lo hacía porque yo le interesaba? me preguntaba un tanto ilusionada, no voy a negarlo.

Cuando llegamos a casa, bajé del auto presurosa para evitar dar la respuesta que había quedado pendiente. Otra vez me comportaba como una chiquilla.

—Alexia, ¿te busco mañana? — me preguntó bajando la ventanilla.

— Te agradezco mucho...mi padre va también a la misa así que seguramente iremos en su auto.

Lo saludé a lo lejos y al entrar a casa me quede espiando entre las cortinas del living hasta que su auto se perdió a lo lejos.

Dos años atrás me habían roto el corazón y prometí no volver a sufrir por nadie, pero algo me decía que con Noah iba a ser inevitable.

Subí a mi habitación, cerré con llave y encendí mi laptop. Necesitaba ver si «El Maestro» había mordido el anzuelo.

Las manos comenzaron a transpirarme cuando vi no solo la respuesta a mi mensaje, sino que aquel personaje estaba en línea.

El Maestro: Hola Molly ¿Cómo estás? Lamento decepcionarte, no soy maestro de filosofía pero puedo definirme como un maestro de la vida. Pero no se lo cuentes a nadie. No te creerán.

Intenté meterme bajo la piel de una jovencita vulnerable y disconforme con su vida e improvise una respuesta rápida:

Molly: No necesito que los demás lo crean.

Al cabo de un par de minutos me respondió.

El Maestro: Pareces fuerte. No se me ocurre por qué necesitarías un «maestro de vida».

Molly: Parezco... es mi máscara, pero detrás de ella...

El Maestro: ...pero detrás de ella está lo que eres en realidad: una joven frágil, decepcionada de la vida, frustrada por la hipocresía de los adultos... y en busca de un camino nuevo.

El Maestro Del Juego(completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora