Por la noche los pensamientos tienen la desagradable costumbre de escapar de su correa y correr libremente.
Stephen King. «Un saco de huesos»
Aquella noche, esperaban más ansiosos que nunca la voz de su mentor.
No sabían exactamente cuándo, ni cómo, pero el día de la purificación final era inminente.
—¡¡¡Bienaventurados!!! Hoy es un momento sublime, ¡único para todos! La cuenta regresiva hacia la purificación final ha comenzado. En breve el mundo sabrá de lo que son capaces. ¿Están listos para ejercitarse en el dolor?
— ¡¡Sííííííí!! —se escuchó al unísono.
—¡¡¡Que comience entonces este nuevo viaje!!!
La pantalla se encendió, más luminosa que nunca, enfocando al jugador, desde atrás. Tenía unas inmensas alas de ángel en su espalda, y volaba plácidamente entre las nubes, con la brisa acariciando su rostro.
Desde arriba podía verse un enorme laberinto verde, de donde salía un haz de luz señalando el lugar donde debía comenzar el juego. Era el momento de activar los propulsores de sus pies para acelerar su descenso.
Una vez en el laberinto, comenzó a recorrerlo, encontrando a su paso trampolines que le permitían impulsarse para tomar en cada salto estrellas energizantes suspendidas en el aire.
A lo largo del camino, tuvo que abrir puertas, arrojando flechas con un arco o una ballesta, sobre diferentes blancos que flotaban en el aire. También tuvo que enfrentar a monstruos mitológicos que aparecían de repente a mitad de cada sendero.
Había llegado el momento de atravesar un sector del laberinto donde crecían hongos venenosos, que debían ser recolectados y guardados en frascos. Al terminar de hacerlo, el juego, a modo de festejo, no solo lo premiaba con puntos extras por finalizar la misión, sino que hacía descender una bola espejada que destellaba luces, para que el jugador mostrara sus destrezas en el baile, lo cual, además de divertirlos, les otorgaba puntaje adicional.
Hasta aquí todo era disfrute. El juego había clavado su anzuelo, y ahora tiraría de él, para atrapar a su presa.
Fue entonces que la bola espejada desapareció de repente, activándose una compuerta que al abrirse soltó un caudal de agua similar a la de un dique. El personaje fue arrastrado a lo largo del sinuoso laberinto a excesiva velocidad, hundiéndose por momentos, chocando contra las paredes, y perdiendo energía, lo que se apreciaba en el marcador que aparecía en pantalla.
Al llegar al fin del laberinto un inmenso portal ondulante apareció de la nada, absorbiendo toda el agua y conectando al jugador con otra dimensión. Desde el interior de la pared traslúcida emergieron una a una, las letras del próximo desafío: «¿Estás listo para cruzar el portal del infinito? Fabrica tu propio veneno con los hongos y bébelo».
Todos, sin meditarlo ni un segundo, sacaron los frascos de sus mochilas y lanzaron los hongos al aire, los cuales se trituraron, desprendiendo destellos plateados al girar, retornando a cada frasco ya en forma líquida.
Ahora el jugador debía arrodillarse frente al portal y beber aquel brebaje. Tras el último sorbo, el personaje se elevaba por los aires, cubierto por un halo luminoso, y con el puño extendido hacia adelante, atravesaba el portal, victorioso. En ese instante, y con una música triunfal de fondo, podía leerse «Desafío cumplido». El símbolo triangular y luminoso lo estaba esperando, moviéndose como siempre de forma hipnótica. Al detener su giro, una hoja de papel dorado con el desafío real, se aproximó levitando hasta quedar pegada en la pantalla:
«El elixir de la fortaleza te espera. En el muelle del lago Lincoln, en 20 minutos».
Los jóvenes fueron llegando al lugar con sus antifaces puestos. Allí, la sacerdotisa de la muerte los esperaba con los brazos abiertos invitándolos a sentarse en un círculo.
Uno a uno, y tras impartirles una especie de bendición les hacía entrega de un pequeño frasco con un líquido tóxico, al tiempo que acariciaba sus espaldas para darles ánimo. La dosis que les suministraba estaba calculada a la perfección.
Ya posicionada dentro del círculo, y con un diminuto micrófono adherido a su mejilla, dio comienzo al desafío:
— ¿Están listos para un nuevo ritual? ¿O tienen miedo al dolor? —preguntó girando sobre su eje mientras escrutaba los gestos de los jóvenes.
— ¡Estamos listos! –respondieron exaltados.
Solo uno contestó sin demasiado entusiasmo. La mujer notó esa actitud, y redobló la apuesta, intuyendo lo que pasaba por la mente de aquel joven.
— ¿Acaso creen que alguien los extrañará? ¡Ni por asomo! –dijo, lanzando una gélida carcajada. — ¡Ustedes no significan nada para ellos! ¡na-da! – exclamaba mientras caminaba por fuera del circulo
— ¿Se sienten solos e incomprendidos?
—¡¡¡Síiii!!! —gritaron todos esta vez.
—Yo también —dijo cabizbaja—. Por eso hay que dejar un mensaje que sacuda al mundo. ¡Los conocerán y muchos seguirán su ejemplo!
— ¡Síiii! —gritaban.
Comenzaron a aplaudir. En sus mentes iba tomando forma la idea de la noche final. Se sentían parte fundamental de un plan supremo.
—Preparémonos entonces para nuestro próximo viaje... Será pronto, muy pronto... Tomen y beban el elixir que Bafet les ha enviado. Disfrutemos viendo al compañero purificarse. ¿Quién quiere comenzar con el ritual?
— ¡Yo! ¡Yo! —respondían todos, levantando sus manos, a excepción del joven dubitativo que se limitaba a observar expectante.
La mujer, con una sonrisa indisimulable y su celular listo para grabar, escogió a una jovencita que agitaba ambas manos para llamar la atención. La muchachita bebió sorbo a sorbo el brebaje con su rostro exultante de placer. Al terminar la última gota elevó con ambas manos el frasco vacío para exhibirlo a todo el grupo, esperando con ansias el aplauso de sus compañeros. Se sintió importante.
La ronda siguió en el sentido de las agujas del reloj. A medida que los frascos se iban vaciando la excitación de los jóvenes iba en aumento, en forma exponencial y contagiosa.
Desconocían si lo que habían bebido era letal o no, ni siquiera se lo cuestionaban. A esas alturas, aquel grupo estaba dispuesto a todo.
De este modo, fueron adentrándose en una especie de trance grupal, de delirio místico donde todos se sentían parte de un plan supremo, listos para dar una lección dolorosa que trascendiera, que marcara a fuego a su familia, a su pareja, a sus maestros, a cualquiera que según ellos, les hubiera provocado algún sufrimiento.
Los primeros síntomas no se hicieron esperar. Algunos manifestaban náuseas, otros escalofríos, y unos pocos retortijones y mareos.
Había sido un simulacro de envenenamiento.
La mujer se acercaba a los jovencitos para ofrecerles un pañuelo, o para darles una palmada de consuelo en la espalda. Eso era todo lo que se podía esperar de ella.
Una vez más pusieron sus vidas en manos de un extraño, que les prometía dejar de sufrir, y a la vez, venganza por el sufrimiento recibido.
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El Maestro Del Juego(completa)
Mistério / SuspenseEl 23 de Septiembre de 2018, una noticia publicada en la portada del diario "Daily Journal", de la ciudad de Nocksville, por la periodista Sabrina Kurtis, especialista en delitos informáticos y en los llamados "grupos de la muerte", informaba acerca...