CAPITULO 34

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En todo caso es mejor morir tratando de escapar, que morir sin luchar.

                                             Isabel Allende. «El reino del dragón de oro»

— ¿Mi padre?

Mi desconcierto era absoluto. No lograba encastrar las piezas de ese rompecabezas.

— Sí, Susan entró con él y al ver la mochila de Jack en el sillón del living comenzó a llamarlo. Jack estaba asustado. Bajó las escaleras corriendo y yo me quedé con la oreja pegada a la puerta entreabierta de su habitación.

Dejé continuar a Jenny, aunque tenía miles de preguntas dando vueltas por mi cabeza.

—Nunca olvidaré lo que dijo tu padre cuando vio a Jack: «Bueno..., bueno..., bueno... ¡Ahí viene el elegido!».

— ¡Diablos! Qué raro... ¿estas segura de que era mi padre? – pregunté incrédula. —Estoy segura. Es más, recuerdo que le preguntó qué había pasado al final con «el cabo suelto». Jack respondió muy nervios algo así como «no... no... no quiso... hice lo posible... perdóname... no hubo caso...». Ahí mi suegra... esa zorra maldita... empezó a presionarlo: «¿De verdad hiciste todo, todo lo posible?». Entonces tendrás que hacer algo más para la próxima... Ay, Jack, así no podemos seguir confiando en ti», dijo la vieja perversa.

— ¿«El cabo suelto»? le pregunté.

— Sí Alexia, el cabo suelto era yo...le había dicho a Jack que iba a salirme del grupo, y él intentó en vano convencerme...

Jenny me hizo un gesto con la mano, como quien pide un poco de tiempo para tomar aire y continuar. No quise presionarla. Había abierto un dique y el agua salía a borbotones. La dejé descansar un poco, lo suficiente como para que se repusiera, pero no tanto como para que se arrepintiera.

— ¡Continúa! — la urgí después de un par de minutos.

—Verás... Jack le dijo que no había encontrado manera de convencerme. En ese momento estuve a punto de bajar para frenar todo, pero tuve miedo. ¡Alexia, si los hubieras escuchado, no los reconocerías! Palabras más palabras menos tu padre le dijo: «dejar cabos sueltos fuera del grupo es un peligro... ¡Un bueno para nada resultaste ser! ¡Me das vergüenza!». Lo que más me asombró fue cuando le dijo: «creí que eras digno de sucederme».

Jenny hablaba sin parar. Me impresionaban los gestos y los tonos de voz que usaba y cambiaba según quién hablara con Jack. Parecía estar dramatizando esos momentos sobre un escenario.

— ¿De sucederlo? No entiendo... —la interrumpí.

—Espera, ya entenderás. Cuando tu padre terminó de decir la frase, escuché un estallido tremendo, estoy casi segura de que fue él quien estrelló algo contra el suelo o la pared, porque a continuación oí los sollozos de mi pobre Jack, mientras tu padre seguía gritándole: «¡Tienes que hacerte hombre de una maldita vez!». Ahí Susan le dijo con una calma helada: «Nuestra misión es demasiado importante para que gente sin carácter la maneje... Siendo débil no vas a llegar a ningún lado, hijito. Nadie te va a querer». ¡Su propia madre lo denigraba! Y tu padre parecía un alienado: «A ver Jack... ¿¡te das cuenta que no fuiste capaz de convencer ni siquiera a tu noviecita!? ¡Me das vergüenza!». Luego le dijo a Susan que no perdieran más tiempo con Jack. Y luego... lo siento Alexia por lo que voy a decir...luego tu padre gritó: «¡Engendramos a un inservible, Susan!». ¿Entiendes, Alexia? ¡Jack es tu hermano! ¡Tu hermano!

Me costaba creer lo que escuchaba. Sabía que Jenny podía mentir hasta cierto punto, pero inventar una historia así...no... no la creía capaz. Estaba involucrando a gente que todos creíamos respetable y sobre todo, a mi propio padre. De todos modos, la amenacé:

El Maestro Del Juego(completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora