Tembló abrazandose a sí mismo cuando la fría brisa de la noche hizo acto de presencia y siendo él uno de los pocos individuos en la calle a esas horas su objetivo directo, se preguntaba que tan normal era que su mamá lo enviara indefenso a las duras calles de Seúl a las ocho de la noche porque se le antojó un pastel de chocolate.
Bien, puede que esté siendo algo dramático puesto que la repostería quedaba bastante cerca, a unas cuántas calles, ni siquiera le tomaría más de veinte minutos, pero hace poco estaba arropado a punto de dormir entre el calor de sus mantas hasta que llegó su madre histérica, alegando que necesitaba con su vida un pastel (literal). Lo sacudió fuertemente hasta que se rindió y se levantó para ir por el dichoso dulce.
Ni siquiera pudo pedir a alguien que lo llevase porque sus hermanos estaban de fiesta ese día, sí, un domingo en la noche cuando mañana seguramente tenían clases en la universidad. Comienza a considerar que tiene una familia bastante loca.
Ni se diga de su padre, a quién encontró con una mascarilla en la cocina comiendo lasagna, cuando al pedir que por favor lo llevase sólo se encogió de hombros y le dijo que era su hora de spa, no estaba disponible.
Nunca se sintió más indignado en su propia casa, excepto ese día que lo envolvieron en la alfombra de la sala y jugaron con él.
Sí, su casa puede tener semejanzas con la del sombrerero, a diferencia que allí no toman el té. Pero hey, las risas no faltaron.
Se encogió de hombros y siseó con diversión escondiendo sus manos entre los bolsillos de su chaqueta, al final no todo era tan malo, después de todo se amaban y apoyaban mutuamente, eran una familia extraña, sí, pero fuerte y unida ante las adversidades.
Dejando de lado aquel asunto, no pudo evitar sonreir ampliamente al notar el gran anuncio de neón con el nombre de la pastelería que solía frecuentar en frente. Empujó la puerta siendo bien recibido con la diferencia de temperatura en el lugar y el dulce aroma a galletas recién preparadas. Ama los colores y estilo del establecimiento, tonos pastel y un diseño moderno, son verdaderamente hermosos.
Se acercó al mostrador con una amigable sonrisa, explicó los detalles de su orden y se dedicó a esperar con paciencia paseando su mirada en el lugar. Era algo grande, pero con un bonito toque hogareño, perfecto para pasar el rato.
"¡Cuídate mucho, Jungkookie!, nos vemos mañana"
¿Jungkookie?, podría ser...
Se giró lentamente hacía dónde provenía la voz y lo encontró allí, con su sudara holgada y la capucha sobre su cabeza. El muchacho levantó su mirada y por un momento pareció encontrarse sorprendido, recuperando rapidamente la compostura, comenzando a caminar hacía la salida. Hoseok apenas pudo levantar su mano y saludarle brevemente siguiendo con su mirada la figura del chico hasta que salió del lugar.
"Jungkook es bastante callado, pero es un buen chico" Hoseok se giró de un salto encarando a la mujer que ya había vuelto con su pedido, manteniendo la cálida sonrisa en su boca.
"¿Lo conoce?" sonaba algo tonta la pregunta, teniendo en cuenta que trabaja allí.
"Oh, por supuesto. Trabaja con nosotros hace algunos años ya" reconoció ella, pasandole la bolsa que contenía el pastel y las galletas que ordenó para él. Tendió el dinero para pagar y tomó entre sus manos las cosas.
"No es el más hablador, eso es cierto. Pero es tranquilo y aunque no pareciera te escucha con atención, es bastante atento" hablaba cómo si se tratase de uno de sus nietos o un querido amigo suyo, había algo en dicha información que provocaba un tierno tirón en su corazón.
"Parece que lo quiere bastante" afirmó Hoseok notando cómo extraía el cambio y se lo pasaba tranquilamente.
"Es inevitable no tomarle cariño a ese muchacho" se encongió de hombros sin dejar de sonreír. Hoseok le imitó e hizo una venía en agradecimiento. Se dió la vuelta y salió del establecimiento dispuesto a volver rápidamente a su casa.
Hubo algo en esa pequeña conversación que sólo hizo crecer mucho más a su curiosidad. ¿Quién es en realidad Jungkook?, esa pregunta ha estado rondando por su mente desde hace varios días. No es su intención verse cómo un acosador u ser demasiado empalagoso, pero le encantaría conocerlo.
Suspiró jugando con las bolsas entre sus dedos, quizás su madre ya esté dormida, no era la primera vez que le hacía ir por un dulce y que al regresar ya estuviese completamente en la tierra de los sueños.
Bien, viendo el lado bueno al menos había caminado un poco y despejado su mente, quizás debió traer a Mickey con él, si no fuese la mascota más perezosa del universo.
Cuando estuvo de vuelta en su casa, encontró a sus padres dormidos en el sillón, se rió de ellos de manera silenciosa y los arropó mejor con las mantas, todó el mando y apagó el televisor. Pasó a la cocina, sacó las compras dejando el pastel en el refrigerador y sus galletas en uno de los estantes. Estaba seguro que para mañana no las vería, Nam solía llegar hambriento a casa después de una fiesta y sus pobres galletas siempre eran su blanco favorito.
Apagó la luz en la cocina y con una última mirada a sus padres subió las escaleras, caminó a tientas por el pasillo y se adentró a su habitación. Una vez en ella se despojó de su chaqueta y la guardó, lo mismo hizo con sus zapatos. Finalmente estuvo de nuevo envuelto entre sus mantas, sobre el mullido colchón y sus almohadas. Se estiró y apagó la lámpara antes de acomodarse mejor y prepararse definitivamente para dormir.
Dulces sueños Mickey, papá y mamá.
Dulces sueños, Jungkook.
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𝘤𝘢𝘭𝘭𝘢𝘥𝘰 𖥻𝗸𝗼𝗼𝗯𝗶
De Todo¿𝘘𝘶𝘦́ 𝘱𝘢𝘴𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘵𝘶 𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘤𝘩𝘪𝘤𝘰 𝘴𝘪𝘭𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰𝘴𝘰? ☁️; Jungkook top!¡ Hoseok bottom¡! ☁️; Fluff, romance ☁️; historia corta