CAPÍTULO 6.

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Time no había despegado la mirada de la pantalla ni por unos instantes, pues sabía que el tiempo era oro, y necesitaba terminar de revisar aquellos documentos que había recibido del trabajo por correo lo más pronto posible. Era sábado por la noche, y él estaba sentado en un sofá, en la sala de su propio hogar, con la laptop sobre sus piernas. Sólo se escuchó el sonido de sus dedos presionando las teclas hasta que fue interrumpido por el timbre.

El hombre levantó la mirada hacia la puerta y, durante unos segundos, sólo se le quedó viendo indeciso.

"¿No vas a abrir?", Le preguntó su hermana, quien de repente se encontraba sentada a su lado.

-Espera… ¿Quién podría ser?

El ojiazul se levantó y se dirigió hacia la entrada. Frente a la puerta, observó por la mirilla y vio a sus padres.

"Maldita sea, ¿ahora qué…?", pensó. Suspiró y apoyó su frente en la puerta durante unos segundos, en señal de frustración, para luego abrir la puerta.

-Buenas noches, hijo.- Lo saludó su padre.

-¿Se les ofrece algo?- Contestó el ojiazul, ansioso por que su conversación terminara y él pudiera seguir trabajando.

-¿Podemos pasar?- Preguntó su madre, sonriendo como siempre lo hacía.

Time solamente se movió para dejarlos entrar a la casa. Luego cerró la puerta detrás de ellos y se dirigió hacia la sala mientras sus padres lo seguían. Como siempre ambos iban bien vestidos, con prendas de marca por supuesto. Su padre era un viejo empresario, tan alto como su hijo. Sus inteligentes ojos azul zafiro lo miraban con cuidado. Su madre era una mujer carismática, quien a pesar de tener ya unas cuantas arrugas, seguía sorprendiendo a los demás con su belleza. Llevaba su cabello dorado recogido en un moño.

Luego, el hijo se quedó parado frente a ellos sin decir nada, en parte para que notaran que se sentía incómodo con su presencia y deseaba que se marcharan en seguida. Su padre seguía con el rostro serio e impasible que mostraba siempre desde que Time era pequeño. Su madre, por el contrario, lo miraba con aparente afecto. A pesar de que la muerte de su hija le había afectado de la peor forma, ella aún trataba de sonreír de la manera más honesta que podía. El fallecimiento de Saria los había cambiado a todos, en realidad...

-Este es un lugar muy… acogedor. Querido, me alegra saber que pudiste conseguir tu propia casa- Le comentó ella.

-Sí… me gusta mi hogar…- Sólo pudo responder.

La tensión era bastante aparente, así que su padre habló primero.

-Sólo veníamos a ver cómo te iba en tu nuevo empleo. Como podemos ver, incluso pudiste conseguir una casa.

-Estamos muy felices por ti.

"Por supuesto que sí", pensó con sarcasmo.

-Gracias- Contestó el ojiazul.

-Por cierto, mi amor, tu padre y yo estábamos pensando que quizás… ya va llegando el momento de que contraigas matrimonio.

Time se quedó helado al escuchar la palabra "matrimonio". ¿Estaban pensado en obligarlo a casarse? ¿De nuevo?

-Siempre has sido un muchacho muy guapo, como tu madre- Continuó la mujer- Estoy casi segura de que ya hay una mujer especial en tu vida. ¿Alguien que tengas en mente?

-Madre, ya hemos hablado de esto, y sé perfectamente a qué quieres llegar- Dijo él, con brusquedad.

-¿A dónde quiero llegar entonces?- A ella se le borró la sonrisa del rostro.

En Coma (Linkcest)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora