Kyle Kuzma

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—¡Es mi vida! ¡No os podéis meter en ella! —exclamó furiosa Karen.

—¡Somos tus padres, te guste o no! —gritó el padre, bajando por las escaleras, detrás de su hija.

Karen soltó un grito, enfurecida.

—¡Son mis amigos! —Cogió el pomo de la puerta, para abrirla e irse.

—¡Si cruzas esa puerta, juro que no volverás a esta casa!

—¡Mariano! —exclamó, esta vez, la madre.

Mariano y Karen mantuvieron las miradas. Eran desafiantes y enojadas. Karen giró el pomo y salió de casa bajo los gritos de su padre.

Bajó por las escaleras hasta llegar a la calle, se puso los cascos con música y caminó algunas manzanas hasta llegar al parque donde había quedado con sus amigos que, según sus padres, no eran lo mejor para ella.

Eran un grupo de cinco. Todos fumaban, algunos marihuana, otros cigarrillos normales, menos ella. Ella estaba limpia y no pensaba fumar nunca. Tampoco ellos la obligaban a hacerlo.

El grupo estaba formado por dos chicas, contando a Karen, y tres chicos.

—Hola —saludó Karen con una sonrisa.

Todos la saludaron con una sonrisa y un "hola".

Estuvieron un rato hablando en el parque hasta que fue la hora de cenar y fueron a cenar a una pizzería.

Karen primero conoció a Clara, la otra chica del grupo, cuando fue nueva en el instituto en el que están todos y Clara le presentó a todo el grupo.

Todos ellos eran amables y simpáticos. Te sacaban una risa en tus peores momentos. Puede que por sus aspectos, juzgues lo contrario ya que iban con ropa oscuros la mayoría del tiempo y tenían piercings.

Salieron de la pizzería riendo por una tontería que había dicho uno de ellos y regresaron al parque. Allí, hablaron un poco más y se despidieron para ir cada uno a su casa.

Karen tardó pocos minutos en llegar a su casa porque estaba cerca de ese lugar. Subió por el ascensor y abrió la puerta con las llaves, pero no se abrió la puerta completamente.

Había un tercer cerrojo que no la dejaba pasar que solo podía quitar si estabas dentro de casa.

—¿Me podéis dejar pasar, por favor? —dijo Karen.

—Fuera. Te lo dije —oyó a su padre decir.

—No me puedes dejar aquí afuera.

—Vaya que sí.

Karen metió la mano para quitar el cerrojo, pero una mano golpeó la suya y cerró la puerta.

—¡No vuelvas por aquí!

Karen suspiró derrotada y salió a la calle, caminando sin rumbo.

Eran las once de la noche. Era peligroso andar a esa hora por la calle.

Se sentó en un banco, con la piernas subidas y abrazándose los brazos porque hacía un poco de frío.

Miró su móvil y pensó en llamar a alguien del grupo, pero sería molestar demasiado ya que ellos viven lejos de ella.

Dando un suspiro profundo, observó el cielo.

Estuvo sola durante diez minutos hasta que un chico, muy alto, se acercó a ella.

—Hola. ¿Estás bien?

Karen le miró confundida.

—Hola —Sonrió—. Bueno, mi padre me acaba de echar de casa.

One Shots 2 [CERRADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora