Marcelo Gallardo

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Valentina se movía según le decía el fotógrafo. Una pierna por delante, mirando a cámara con sensualidad...

—Ya podés ir a cambiarte.

Valentina sonrió y caminó hacia su camerino, donde se encontraba Gonzalo, su representante.

—Este es el último conjunto —habló una de las mujeres que había allí para ayudarla a cambiarse.

Valentina se puso detrás del biombo y se quitó el conjunto con cautela. Mientras se cambiaba, su teléfono comenzó a sonar con el tono de notificaciones.

—No paran de etiquetarte en fotos —dijo Gonzalo—. Voy a verlo desde mi móvil.

Terminó de ponerse la blusa y salió del biombo.

Gonzalo la miraba con seriedad y también, cabreado. Le enseñó su teléfono y Valentina se quedó de piedra.

No podía creer lo que estaba viendo.

—Salid un momento, por favor —demandó él, mirando a la maquilladora y ayudantes. Las tres mujeres salieron. Todo quedó en un profundo silencio—. ¿Me puedes explicar las fotos?

—Gonza, solo fue un desliz. Solo sucedió una vez —habló Valentina.

—Sí, con Marcelo Gallardo. ¿En qué estabas pensando? Esto puede arruinar tu carrera. La prensa te perseguirá, Valentina. ¿Lo entendés?

—Sí, sí. Lo entiendo.

—Nadie te va a contratar para nada.

Valentina suspiró, con las lágrimas en los ojos. Cerró sus ojos con fuerza, evitando que las lágrimas salieran.

—Después de la sesión, iremos a casa, ¿vale? —Valentina determinó con la voz rota.

Gonzalo asintió, levantándose. Abrió la puerta y las tres mujeres entraron para terminar de preparar a Valentina.

Esas fotos eran de Marcelo Gallardo, entrenador del River Plate, y Valentina Martín, modelo, en varias posiciones comprometedoras.

Habían tenido relaciones sexuales, pero solo ocurrió una vez.

—Ya puedes salir —habló la maquilladora después de ponerle el labial.

Valentina tomó un poco de agua antes de mirarse al espejo.

Estaba avergonzada. Tenía miedo de su futuro por las palabras que había dicho Gonzalo.

Salió a la sala y sonrió al fotógrafo. Él la miró y le devolvió la sonrisa. Era una incómoda y sabiendo qué pasaba.

—Terminemos esto cuanto antes —dijo en un suspiro.

La sonrisa de Valentina se borró y asintió.

Se puso en medio de la sala, enfrente de la cámara, y siguió la sesión con las indicaciones del fotógrafo.

Después de una media hora, el fotógrafo dio por terminada la sesión de fotos. Valentina se cambió con rapidez y salieron del edificio con rapidez, pero lo que no sabían es que periodistas y cámaras les esperaban fuera del lugar.

Gonzalo tapó a Valentina con las manos mientras atravesaban una jauría de periodistas gritando preguntas que nunca iban a ser respondidas.

Ingresaron al coche oscuro que les esperaba y Gonzalo cerró la puerta, cabreado. El chofer arrancó el coche y salieron de allí con rapidez.

—A esto me refería, Valentina. No has sido consciente al hacer eso.

—Lo siento, ¿de acuerdo? Nunca pensé que esto iba a acabar así.

One Shots 2 [CERRADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora