10: Acuario

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El timbre de la puerta y el grito de mi madre para que abra es lo que hace que me levante de la cama un bello domingo soleado de abril. Mi sesión de terapia ha sido hace un par de horas y aunque no lloré el día de hoy no me siento muy animada como para atender a la pobre alma que toca mi casa.

—Feliz día del niño —me dice Saúl cuando abro la puerta de mi casa para ver su cara.

Trae una camisa con peces estampada y un pantalón azul claro, me sonríe con energía mientras trato de acostumbrarme a la imagen. Creo que es la primera vez que no lo veo con uniforme o vestimenta formal de las cenas inter familiares.

—No me digas que hoy iré a probarme vestidos también —respondí horrorizada al recordar la amenaza de mi madre de ayer.

Saúl ladea la cabeza confundido, parece confundido por mi afirmación pero aún así ríe divertido ante mis temores.

—De hecho venía a invitarte al acuario —me dice encogiendo sus hombros—. Aunque si quieres irte a probar vestidos encantado te acompaño.

—Oh, suena bien —respondo parpadeando por la sorpresa y él sonríe malicioso—. Me refiero a lo del acuario. ¿Ya les dijiste a los demás?

—Pensaba en ir solo nosotros —me contesta forzando una sonrisa y aprieto la manija de la puerta, no sé porqué me pone nerviosa el estar sola con él.

—¿Por qué solo nosotros? —pregunto y el rostro de Saúl se torna blanco para proceder a sonrojarse.

—No me agradan mucho tus amigos —me responde balbuceando raspando su nuca.

—¿Y por qué siempre estás con nosotros? —le pregunto confundida.

—Porque tú me agradas mucho —responde y abro los ojos sorprendida por su comentario.

Saúl tiene esta mala fama de coquetear con todo lo que se mueva, nunca he sido presente de sus coqueteos pero la poca información que he conseguido al respecto es que alguien con un encanto innegable diferencia y una confianza en sí mismo envidiable. En este momento, no parece nada como eso, se ve nervioso ante mi respuesta y huye de mí, confundiéndome.

—De acuerdo, deja le aviso a mi madre —respondo cruzándome de brazos. Por alguna razón, al acceder ir con él me hace sentir vulnerable, nerviosa como si tuviera un escalofrío en la espalda.

—No tienes que aceptar si no quieres —me dice Saúl rápidamente moviendo las manos en círculos frente a mí, como si no supiera que hacer con ellas—. Quiero que estés cómoda y sin presiones.

—Que va —respondo fingiendo que toda esta situación no me pone nerviosa—. Será divertido.

•°•°•°•

No he dicho una palabra en todo el camino, Saúl tampoco. Incluso podría apostar que está evitando el contacto visual conmigo, yo nunca he sido muy buena conversando.

—Tú no hablas mucho —me dice Saúl nervioso sin verme aún.

—A ti no te gusta el contacto visual —le comento en respuesta.

Saúl ríe divertido mientras niega con la cabeza, ya compramos las entradas del acuario que está lleno de familias y niños señalando a los peces. A pesar de ello, el lugar oscuro con las peceras de cristal me parece hermoso.

Diario de una asexual (Versión 2.0)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora