11: Publicidad (parte 1)

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El sonido de mi tono de llamada me distrae de meter todos mis libros a la mochila. Me dirijo a él arqueando una ceja y mi intriga aumenta cuando veo la foto de Gerardo en el identificador de llamadas.

—¡Alexa! —grita en cuanto contesta sorprendiendome—. Hagas lo que hagas, no vengas a la escuela hoy.

—Buenos días a ti también —respondí en tono sarcástico.

—Hablo en serio, Abigail, prometeme que hoy no vendrás a la escuela —me dice desesperado, parece haber mucho bullicio donde se encuentra, supongo que ya está en la preparatoria.

—No puedo prometerte eso —le digo apoyando el celular entre mi hombro y mi oreja para seguir metiendo mis libros a mi mochila, veo el lápiz de peces en mi escritorio y sonrío para mis adentros—. Tenemos examen de cálculo hoy.

—¡No importa el examen! —exclama desesperado—. Alexa, te lo suplico. No salgas de casa hoy, ni te metas a ninguna red social, métete debajo de tu cama hasta que yo vaya después de clases.

—Gerardo, no sé qué te está ocurriendo pero quiero graduarme de la preparatoria este semestre —le digo irritada poniendo mi mochila en mi hombro.

Bajo las escaleras mientras Gerardo sigue balbuceando súplicas para que me quedé en casa. Escucho como le grita a Lila y Paola para que guarden silencio, después de un rato puedo deducir que le piden que me diga que ocurre, cosa a la que él se niega con fervor.

—¡¿Ese es el sonido de tu puerta, Alexa Abigail?! —me pregunta Gerardo histérico.

—Gerardo, ¿qué demonios te pasa hoy? —le pregunto cada vez más irritada.

—¡¿A ti qué te sucede?! —pregunta irritado—. ¡Te estoy pidiendo que te quedes en casa!

Camino hacia la acera donde Saúl viene caminando con sus audífonos, los cuales se quita cuando me ve y me saluda con una amplia sonrisa.

—¡Ya te dije que no! —le grito molesta a Gerardo y le cuelgo la llamada antes de que siga molestando.

Saúl me mira extrañado, me encojo de hombros y abro la boca para tratar de explicar lo que sucede cuando el tono de llamada me interrumpe, miro el identificador y veo la misma foto de Gerardo en su cumpleaños levantando el dedo pulgar junto a su pastel y su madre.

Gerardo es mi mejor amigo desde hace años, me conoce mejor que nadie en el mundo. Debería de saber que no me gusta faltar a la escuela y aún así me lo está suplicando, algo muy extraño debe suceder como para que no quiera que vaya a la escuela hoy.

—¿Qué sucede? —me pregunta Saúl preocupado mientras caminamos hacia la escuela.

Volteo a verlo cuando siento el peso de un brazo en mis hombros, volteo asustada para encontrar a un sujeto con el uniforme de mi escuela que nunca he visto viéndome con una sonrisa malvada.

—Entonces, ¿si te cortamos un dedo crecerá otra tú? —me pregunta para comenzar a reírse, me trato de alejar y Saúl se pone entre los dos.

—No entiendo —comento en tono suave, me siento asustada, escucho risas detrás de nosotros y veo a un grupo de chicos grabando y riéndose.

—Eres como las estrellas de mar, ¿no?  —me pregunta el muchacho en tono burlón y luego me dedica una mirada extraña, como viéndome de pies a cabeza—. Aunque si me preguntas, te ves bastante humana.

Saúl lo empuja, cosa que hace al muchacho reírse y levantar las manos en seña de rendición. Me guiña un ojo y se va con sus amigos, los cuales ríen divertidos viendo los videos en sus celulares. Mi amigo da un paso hacia ellos pero agarro su brazo sintiendo mi corazón latiendo acelerado.

Diario de una asexual (Versión 2.0)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora