4: Coco

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La profesora de cálculo lleva hablando veinte minutos. Supongo que nos da instrucciones, no lo sé, no suelo escuchar su voz. Solo veo lo que hay descrito detrás de ella o lo que puedo deducir por el libro, nunca he sido particularmente buena en matemáticas. Hago lo que puedo para pasar mis materias pero nunca ha sido algo que me apasione como tal.

Ahora que lo pienso, ¿qué me apasiona?

Estando tan cerca la convocatoria de la universidad, sin saber a que me quiero dedicar. Ciertamente soy un desastre, Ana siempre supo que quería ser abogada, mi madre siempre soñó ser maestra, mi padre era gerente de una tienda departamental, con su sueño frustrado de ser escritor. Yo en cambio, lo único que sé es que no sé que quiero. Podría ser escritora y vivir el sueño de mi padre...

Claro, Alexa, porque escribir un diario no te está costando en absoluto.

Mis pensamientos son interrumpidos por todo el grupo moviéndose y formando parejas. Volteo a los lados completamente confundida y dirijo la mirada a mis tres amigos, los cuales se ríen de mi expresión confundida.

-Deberías de dejar de soñar despierta -me sugiere Gerardo y me da una hoja con ejercicios de cálculo-. Tenemos que resolverlo en parejas.

-Entonces, ¿los equipos de siempre? -pregunto y Gerardo se muerde el labio, como siempre que finge sentirse culpable por mí.

-De hecho, Lila dijo que empezaría a trabajar con su novio así que ví esto como mi oportunidad perfecta para trabajar con Paola -me dice para mi gran horror.

-¿Y qué hay de mí?

-Creo que es hora de ampliar tu círculo social, amiga mía -me dice encogiendose de hombros.

-Ni Judas era tan traicionero -le digo fruncuendo el ceño antes de darle la espalda.

Miro a mi alrededor con pánico. Todos parecen tener sus parejas ya definidas, mientras tanto yo estoy sola y solo me veré patética si me acerco a las personas para que me rechacen en la cara, pero tampoco puedo tardarme tanto en encontrar compañero porque si no la profesora se dará cuenta y hará pública mi soledad, provocando que todos se burlen o sientan aún más lástima por mí.

-Alex -me llama la voz de Saúl y volteo a verlo justo enfrente de mí. Tiene las mejillas ligeramente rojas y no me ve, tiene su mano izquierda en la parte trasera de su cuello y hace una mueca de vergüenza pura-. ¿Tienes compañero?

-¿Tú tampoco tienes? -pregunto casi sin aliento sintiendo que es un angel que ha caído del cielo.

-Pues desde lo de Marlene soy una especie de paria entre mis amigos -me comenta él con una mueca de disgusto-. Y preferiría pasar tiempo con alguien más como tú.

-¿Más como yo? -pregunto confundida y el sonrojo en sus mejillas se hace más evidente.

-¿Quieres que trabajemos juntos o no? -pregunta un poco más alterado haciendo que retroceda un poco en mi asiento.

Señalo con la mano el asiento que está enfrente del mío y Saúl se sienta, abre su cuaderno frente mío y me dedica una media sonrisa apenada. Antes de ver la hoja, paciente a que se la pase, cosa que hago. Ambos empezamos a hacer el trabajo, sorprendida por la habilidad de Saúl con la materia, cualquier duda que tengo él me la responde con paciencia y una sonrisa.

Diario de una asexual (Versión 2.0)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora