7: Orgullo

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Martes 25 de abril del 2017
Querido diario:

Un día el que sea tan orgullosa me va a traer un problema tan grande que, a diferencia de los demás, voy a preferir tragarmelo que mantener mi orgullo.
¡Pero ese día no es hoy!

—Si es un malentendido, entonces solo tienes que ir a la oficina de sociedad de alumnos —me dice Lila por quinta vez en el día—. Y dices "no voy a participar", así dejas la competencia.

—Ya te dije que iré cuando acaben las clases, Lila —respondo acariciando mis sienes.

—¿Vas a dejar el concurso? —me pregunta Fernanda, la jefa de grupo, una chica de mi estatura, algo regordeta pero muy agradable—. Creo que Saúl y tú podrían ganarlo.

—¡Pero ella no quiere participar, Fernanda! —le grita Lila.

—Lila, recuerda que este es un concurso de popularidad —le dice Gerardo de mal humor—. Quieras o no, le tienes que agradar a la gente y gritándole no votarán por ti.

—Oh vamos, si Alexa es la favorita a ganar solo tengo que sonreír y evitar asesinar a alguien para agradarle a la gente —dice Lila furiosa hacia Gerardo.

Me quedo boquiabierta mientras todos en el salón corean un "uh", de esos largos que solo crean más tensión entre las dos personas en el ojo del huracán, que por desgracia, somos Lila y yo.

—¿A quién asesinaste para tener casi cien votos menos que yo, Lila? —le pregunto tratando de ocultar con poco éxito mi molestia.

El resto del grupo no perdona y corean un "oh" aún más fuerte. Veo la cara roja de la ira de Lila, entiendo que esté histérica al respecto pero, al igual que le dijeron en sociedad de alumnos, mi nominación tiene sentido. He participado en más eventos de la escuela que Lila, algunos porque la misma me obligaba y otros porque no tenía nada que hacer un fin de semana así que me ofrecía de voluntaria, mis nominaciones fueron investigadas y eran completamente legítimas, quiero creer que se deben a la popularidad de Saúl.

—Venga Lila, recuerda que Saúl conoce a media escuela —le dice Paola tratando de calmarla.

—No me sorprendería que tenga tal puntaje por acostarse con toda la sociedad de alumnos —replica Lila con desprecio.

Me pongo de pie de inmediato completamente molesta por el insulto pero mis ganas de pelear son interrumpidas por la mano de Saúl en mi hombro, lo volteo a ver, se ve sereno pero puedo notar que no cuenta con su usual sonrisa, lo cual es el doble de extraño ya que estamos en la escuela.

—Es suficiente —le dice a Lila—. Alexa y yo participaremos.

Abro los ojos por la sorpresa mientras me siento entre la espada y la pared. Por un lado, sería muy grosero contradecir a Saúl en este momento dado que somos amigos y que él solo responde a la ofensa de Lila, por otro, sería hacerla enojar realmente cosa que me daría mucha pereza lidiar.

—¿Eso es cierto, Alexa? —pregunta Lila y trago en seco, debo decir rápido.

Miro a Lila, furiosa, cruzada de brazos junto a Paola que muerde su labio por los nervios. Volteo a ver a Saúl, completamente seguro de lo que acaba de decir, se percata de mi mirada y me la regresa sonriendo de forma amable. Por más que me duela decirlo, Saúl solo responde a las provocaciones de Lila, así que ella se lo merecería.

—Sí —respondo sin dejar de ver a Saúl, a lo que él suelta un suspiro que parecía retener—. Participaremos.

Saúl me sonríe agradecido y yo volteo a ver a Lila, quien sale del salón en ese preciso momento con Paola detrás de ella. Yo suelto todo el aire que estaba reteniendo y me dejo caer sobre mi mesabanco sintiendo como si me drenaran la energía en el cuerpo.

—Te debo una —me dice Saúl en voz baja mientras me da palmadas suaves en la espalda.

—Me debes la vida —le respondo a lo que él ríe.

Entonces, de la forma más aleatoria posible, un chico se pone de pie y empieza a aplaudir. Otro empieza a seguirlo y cuando menos me lo espero, todos los hombres de mi curso están aplaudiendo de pie viendo en nuestra dirección.

—¡Alexa! —empiezan a repetir en forma de coro emocionados mientras miro a Saúl confundida, el cual se encoge de hombros. Volteo a ver a Gerardo que parece el más emocionado gritando mi nombre.

—No entiendo —digo en voz baja hacia Saúl.

—Creo que les gustó que me defendiste de Lila —me responde y rasca su nuca nervioso—. Aunque no lo creas, eres la primera que se molesta por oír los rumores sobre mí.

—No es justo que te desprecien por tu fama —le digo poniéndome de pie con una mano en mi pecho y luego murmuro—. Además, somos amigos.

Los aplausos no perdonan y se hacen más fuertes junto con las porras. Incluso algunas chicas del curso se unen a las porras, entre ellas, Fernanda. Miro a mi alrededor sintiéndome abrumada por la repentina atención que estoy recibiendo, volteo a ver a Saúl, el cual parece completamente conmovido por mis palabras.

—¿Me consideras tu amigo? —me pregunta y suspiro cansada.

—Sí, somos amigos —respondo derrotada a lo que él me abraza emocionado.

El abrazo hace que el público que tenemos empiece a chiflar, otros aullan, otros siguen gritando palabras de apoyo o simplemente nuestros nombres.

—¡Dijo que sí! —grita él entre todo el espectáculo lo cual hace que griten emocionados hasta que entra nuestra maestra de cálculo a callarnos.

Si bien no siento que sea lo correcto de mi parte participar en este concurso dado que Lila se esforzó tanto en calificar, me es difícil ayudarla cuando adopta esa conducta grosera con la gente alrededor. Sobretodo con alguien que considero un amigo como Saúl.
Hablando de Saúl, es el más complacido con el giro de eventos que se acaba de dar entre nosotros, ya que no dejó llamarme “amiga” desde que admití en voz alta que era un amigo mío hasta que lo perdí de vista al estar llegando a casa. Pero ese no es el único apodo que me he ganado hoy, gracias a Lila insultando a Saúl y mi lado estúpido que me hizo defenderlo, ahora soy apodada Súper A por los chicos de mi grupo, los cuales no dejaban de hacerme reverencias. De hecho, mi apodo como tal es “Súper A-sama”¹.
Este concurso ni ha empezado y ya me está generando problemas.

—Amiga —me llama Saúl saliendo de la escuela.

—Padre, ¿por qué me castigas? —pregunto viendo el cielo. Saúl ladea la cabeza confundido y volteo a verlo suspirando—. ¿Qué necesitas?

—Pedirte una disculpa —me dice con una pequeña sonrisa apenada—. Sé que odias ser el centro de atención y hoy has logrado exactamente lo contrario por mi culpa pero... —Él da un paso hacia mí, acortando bastante la distancia entre ambos.— Me alegra estar atrapado en esto contigo.

Sonrío de lado ante su disculpa casi sin darme cuenta. Ambos nos quedamos sonriendole al otro por varios segundos sin decir nada, en un silencio que está demasiado alejado de ser incómodo.

El único alivio que podría llegar a tener de todo esto puede que sea Saúl. Pese a todo lo que él es o lo que dicen, es... Sincero conmigo. Y eso es lo que más puedo apreciar de él.

Con amor,
Súper A.

Diario de una asexual (Versión 2.0)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora