18: Caída

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Jueves 11 de mayo del 2017.
Querido diario:

¿Por dónde puedo empezar? Hoy Saúl me hizo una pregunta extraña.

-Oye, Alexa. -Levanto la vista de mi cuaderno, Saúl me mira con atención con su cara apoyada en una de sus manos, su rostro no tiene expresión pero en cierta forma se ve... Adorable.

-¿Qué sucede? -pregunto ladeando la cabeza.

-¿Te casarías conmigo? -El grito de sorpresa general en el aula es algo que normalmente disfrutaría, pero en esos momentos solo estoy en blanco, pensando en qué demonios pasa por la cabeza de Saúl.

Me preguntó si me casaría con él como si fuese la cosa más normal del mundo. Siento que con ese mismo tono me preguntaría que día de la semana es hoy... Cada vez entiendo menos a este hombre.

-Disculpa, ¿qué? -respondo tratando de hacerme la sorda cuándo todos en esta aula escucharon perfectamente la pregunta del hombre sentado frente a mí.

-Si te casarías conmigo.

-Antes que nada, buenos días -respondo sintiendo mis mejillas ardiendo por la vergüenza que estoy sintiendo en estos momentos-. Segundo, ¿lo preguntas de forma hipotética o literal?

-Sí -me responde y yo siento como tengo ganas de ahocarlo por esa respuesta, a lo que añade-. Si te dijera que a los 35 años nos casaramos, ¿qué responderías?

-Tenemos 17 -respondo apretando los labios.

-Tú tienes 18 -señala.

-Entiendes a qué me refiero.

-Alex, es una pregunta cerrada -me dice Saúl y se pone de pie para caminar frente a mí, me intimida verlo de pie mientras estoy sentada por lo que me levanto, pero es inútil, soy mucho más baja que él. Estoy acorralada contra una pared por el hombre de 1,80 frente a mí-. ¿Te casarías conmigo?

-¿A qué viene esa pregunta? -pregunto sintiéndome más avergonzada cada segundo.

-Lo de Paola me hizo pensar en cómo siempre estoy con alguien incorrecto -me comenta con una mueca y luego nuestras miradas se cruzan-, pero no me siento así contigo, eres maravillosa y sé que vales la pena. Me gustaría terminar con alguien así.

Por fuera, Saúl podía ver que tenía los ojos muy abiertos y mi cara roja, lo cual no era nada comparado por como me sentía internamente. Era como si el calor que emitía mi rostro me hubiera evaporado por completo y, a la vez, como si me fuese a desmayar en cualquier momento. Saúl seguía de pie esperando mi respuesta y, al igual que yo, parecía ignorar lo que sucedía a nuestro alrededor. Mi corazón latía con fuerza contra mi pecho, pero debe ser la vergüenza de tenerlo tan cerca y su pregunta inapropiada. Si... Es eso.

-Si seguimos solteros y en contacto, por supuesto -respondo con mi cara completamente roja y agachado la vista.

-¡Que vivan los novios! -grita una chica del salón y todos, en automático empiezan a festejar por el compromiso bobo en el que me acabo de comprometer con Saúl.

Aunque admito que las palabras de mi madre resonaban en mi cabeza, una y otra vez, sobre como, entre Saúl y yo, no somos tan indiferentes uno del otro como presumimos.

Diario de una asexual (Versión 2.0)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora