Epílogo

107 20 18
                                    

—Me voy a mudar. —Con esa noticia, Saúl inicia nuestra cita por nuestro primer mes como pareja, haciendo que deje caer el vaso con jugo que estaba sosteniendo.

Estamos en el parque, listos para un picnic de verano, disfrutando todo el tiempo juntos que se pueda antes que Saúl entre a la universidad y sea consumido por el demonio de las tareas. Ahora, de la nada y sin previo aviso, me avisa una noticia que me sorprende en absoluto. Sobretodo por la cara seria por la que lo dice, abro la boca para hablar pero noto que él me ve asustado.

—¡No me iré de la ciudad! —exclama y puedo sentir que respiro un poco—. Solo al otro lado de ella.

—¿Qué? —pregunto aturdida.

—Como sabes, fui aceptado en la universidad —me cuenta con calma.

—En oceanología —respondo sonriendo y él asiente.

—Así que debe estar cerca del mar —comenta tomándome las manos y sonriendome.

—Suena lógico.

—Y el único campus que está cerca del mar está...

—Del otro lado de la ciudad —anuncio sonriendo y luego siento como todo hace clic en mi cabeza—. Ouh.

Saúl se ríe de forma nerviosa, casi como siempre que está conmigo. Es lindo verlo sonreír así porque sus mejillas se enrojecen un poco y su voz es más suave que cuando habla con los demás, como si por un segundo se olvidará que es una diva o un posible mafioso y solo fuera un chico tierno para mí.

Como detesto que me guste tanto. Me hace débil.

—Ir y venir en auto sería un desperdicio —continúa explicándome mientras ríe de forma nerviosa—. Sacamos cuentas y es más barato si rento un departamento cerca de la escuela.

—No tengo auto ni pago renta, así que te creeré —respondo asintiendo mientras Saúl me ve con ternura.

—Bueno, tal vez no sea más barato, considerando que la renta allá es muy cara —comenta Saúl desviando la mirada—. Pero ciertamente tendría más tiempo para administrar.

—Aunque eso significaría que ya no te vería tanto —respondo ladeando la cabeza.

—Bueno, hay muchos restaurantes y negocios cerca de la escuela —comenta Saúl riéndose y puedo notar que se nota aún más sonrojado—. Y si la renta es entre dos sería mucho más asequible, sin mencionar que me sentiría solo en un departamento...

—¡Oh! Tengo una idea —respondo emocionada y Saúl me mira sonrojado pero curioso—. ¡Invita a José a vivir contigo!

—¿Eh? —pregunta mientras su expresión cambia por completo. Si bien antes estaba sonrojado y con sus ojos brillando, ahora me mira perplejo, con el rostro pálido y una mirada un tanto oscura.

—Él me contó que tiene una amiga millonaria que le dijo que no iba a permitir que viviese en una camioneta, así que le ofreció pagarle la renta hasta que hallara un empleo estable y se las pudiese arreglar solo —le explico sonriente mientras aprieto sus manos—. ¡Es perfecto para él! Ambos podrían pagar la renta y hacerse compañía.

—Bueno, puesto así es una buena...

—Él ha estado solo mucho tiempo, realmente me preocupa —comento haciendo una mueca de preocupación pensando en José y su forma tan falsa de sonreír.

Conocí a sus amigos, Raquel, Óscar y Noé, todos se preocupan por él pero no saben como ayudarlo. No podrían, ellos no saben lo que es perder a alguien que amas más de lo que te amas a ti mismo, no saben que es vivir con culpa y huir de tus problemas en busca de una paz que no saben si existe. Yo al menos tengo a mamá y a Saúl, pero José está solo, formando una coraza de metal alrededor de su corazón que ocultar debajo de su sonrisa amable y su despreocupación por la vida en general.

Diario de una asexual (Versión 2.0)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora