—Si quieres seguir siendo la amiga de Saúl, no puedes ser la mía —me comenta Gerardo cruzándose de brazos mientras siento como algo en mi interior se rompe.
Ante la sentencia de mi mejor amigo, no pude evitar ver, mi interior, como todos mis recuerdos con Gerardo se reproducían. Todas esas cenas que tuvo con mi familia, los disfraces en Halloween, como tomó mi mano en el funeral de mi papá, como tomé la suya cuando el suyo decidió hacerse presente. Como ambos lloramos en el hombro del otro sin ningún tipo de miedo a ser juzgados, como cada uno estuvo en los momentos más importantes en la vida del otro. Todo hasta que mi memoria se detiene al día en el que nos conocimos: como, después de empujar a un niño que tiró mi jugo, Gerardo se me acercó creyendo que era otro niño más y nos hicimos amigos. Una broma que repetimos por los 12 años de amistad que tuvimos.
12 años de recuerdos, todos ardiendo en llamas en un momento que parecía ser tan banal.—¿Por qué? —pregunto apretando mi puño.
—No puedo estar en compañía de alguien cómo él
—¿Y si puedes jugar a la casita con una persona como Paola? —le pregunto, cosa que lo deja helado.
Por motivos que no podía comprender en el momento, sentí un instinto protector sobre Saúl, el cual solo jadeaba estresado a mi espalda, temiendo por la respuesta que saliera de mi boca. Él sabía que no podía competir con Gerardo, con mi amigo de toda la vida. Lo que no esperaban él ni Gerardo era que yo aprendiera a responder en vez de agachar la cabeza por primera vez.
—Paola ha sido nuestra amiga por casi tres años —se trata de defender Gerardo—. Él apenas y lo conoces.
—Y a pesar de eso, Paola fue la que me arrojó helado sin motivo aparente, me llamó zorra y llamó perdedor a mi padre —le respondo sintiendo como los músculos de mi rostro se tensan.
—Admite que se da a malinterpretar
—¿Malinterpretar? ¡Paola le fue infiel a Saúl en su propio rostro! —exclamo sintiendo una ira bastante similar a la que sentí por Ana en algún momento—. Esto que ustedes están “malinterpretando” es, en realidad, una limpieza de todos los daños que ustedes causaron, par de calientes desconsiderados.
—Tú no entiendes nada —señala Gerardo.
—Entiendo que, por decencia, no le eres infiel a tu novio —le digo extendiendo los brazos y les pregunto en tono burlón—. ¿O acaso es muy complicado para ambos?
—Cuando hablaba de que fueras más firme, no me refería a esto —me dice Gerardo soltando un suspiro.
—Oh claro, debo ser firme cuando la situación es conveniente para ti, de otra forma debo agachar la cabeza mientras maltratan a una buena persona —me quejo con cruzandome de brazos.
—Saúl no es una buena persona y si eres lo suficientemente estúpida para no verlo lo mejor es que no seamos amigos —me dice Gerardo furioso haciendo que me detenga en seco. Puedo notar como todos los clientes en la heladería observar con emoción toda la discusión y sus jadeos de sorpresa solo confirman que están complacidos viendo un capítulo de la telenovela que se ha convertido mi vida.
Hay palabras que te marcan en la vida de distintas formas. Nunca olvidaré aquella vez en la que mis padres me dijo lo orgullosos que estaban de mí, aquella llamada en la madrugada de mi cumpleaños y las palabras de Ana cuando fuimos a limpiar el departamento de papá. Las palabras que hoy Gerardo me dijo, con las que culminó nuestra amistad, se quedarán grabadas en mi memoria aunque ninguno de los dos lo queramos.
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Diario de una asexual (Versión 2.0)
Novela JuvenilDespués de la muerte de su padre, Alexa Aguilar tendrá que aprender a seguir adelante con ayuda de la gente de su alrededor y un amigo inesperado pero funcional, todo mientras un bromista anónimo que parece conocerla perfectamente la hace enfrentars...