37: José

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Me pongo mis guantes de goma y agarro mi cepillo para limpiar. Decidida a darle mantenimiento a la tumba de mi padre como lo hago una vez al mes, empiezo a tallar la tumba de mi padre mientras le quito la tierra y la dejó tan reluciente como siempre.

—Ay, papi, debiste ver a mamá, estaba tan orgullosa que creí que se iba a desmayar de la emoción —le cuento a la tumba mientras la enjuago con un pequeño aspersor de agua para quitarle el jabón—. Ana estaba sosteniendo tu cartel y lo usó para ventilar a mi madre que no dejaba de gritar por lo feliz que se sentía por el discurso y como reaccionaron todos.

Le paso un trapo para quitarle el exceso de agua, deteniendome un poco en su nombre y en la pequeña línea que divide su año de nacimiento y su año de muerte. Suspiro triste pensando en la misteriosa vida de mi padre, la cual él dijo que empezó a ser feliz desde que conoció a mamá y por eso era la única que valía la pena contar. Pienso en todas sus risas, en como solía cargarme cuando era niña, sus peinados chistosos y las faldas que me compraba. Todo grabado en una pequeña línea.

—Te habrías divertido mucho —le digo sonriendo pese a que mis ojos están llenos de lágrimas—. Después de la ceremonia fuimos a comer a un bufete de comida y fui interrogada por mi relación con Saúl. Te hubieras llevado bien con él, es un adulador de primera y tú muy bromista.

Termino de secar la tumba y me detengo a ver mi trabajo terminado, lista para comenzar a levantar las hojas secas y basura cerca de la tumba de mi padre. La cual no es mucha ya que, todas las semanas que vengo a visitarlo, le limpio un poco y le cambio las flores que le dejo.

—Seguido bromea diciendo que, de haber salido conmigo cuando estabas vivo, te habría pedido mi mano a la primera chance —comento mientras echo la basura en una pequeña bolsa de papel que traje—. Conociendote, se la habrías dado. Habría muerto de vergüenza y se burlarían de mí.

Río al imaginar ese escenario, donde mi padre bebe de una lata de cerveza mientras golpea el hombro de Saúl diciéndole que le agrada. Mi novio me estaría viendo socarron porque se ha ganado a su suegro y yo trataría de ocultar mi rostro en mi cabello. Pero, muy en el fondo, estaría feliz porque ambos se lleven bien.

—Y listo, que bonito quedó —le digo a la tumba aplaudiendo mi trabajo aún con los guantes—. Espero que puedas verlo desde donde sea que estés con la abuela.

Miro el cielo, hay pocas nubes y hace un clima bastante agradable el día de hoy, como si todo estuviera en paz para que hoy visitara a mi padre, en el cuarto día 16 sin él.

—Te extraño tanto —digo con mi voz temblando y dejándome caer en el suelo sentada en una posición poco cómoda—. Me haces tanta falta, pero... cada día siento que puedo aceptar la idea de que no estés aquí. Supongo que hace fácil con el tiempo.

—Oh, lo lamento mucho —dice la voz de alguien, haciéndome brincar del susto.

Es un muchacho de mi edad, gordo, de cabello lacio agarrado en una pequeña coleta detrás de su cabeza, usa unas gafas pegadas con cinta adhesiva y una sudadera vieja con un estampado de una caricatura.

—Empece a escuchar una voz mientras venía a visitar a mi hermano y creí que había un alma en pena aquí —se disculpa él mientras pongo una mano en mi pecho para calmar mis nervios—. Aunque, hasta dónde sé, podrías serlo.

—No lo soy —respondo—. Pero estuve a punto de serlo, cielos, me diste un buen susto.

—Bueno, estamos a mano —dice en tono burlón y parece notar mi kit de limpieza—. ¡Oh! ¡Tú eres la limpia tumbas!

—¿Disculpa? —pregunto confundida.

—El mes pasado limpiaste la tumba de mi hermano y le dejaste flores, cuando lo noté le pregunté a todos y el florista dijo que había una muchacha que una vez al mes venía a limpiar tumbas y les dejaba flores —me explica el muchacho con una sonrisa emocionada moviendo sus manos, puedo notar que sus manos están llenas de pintura de colores que debió secarse—. Te lo quería agradecer, hasta hace poco me empecé a atrever a venir aquí y cuando ví que se la habías limpiado estaba demasiado conmovido.

Diario de una asexual (Versión 2.0)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora