💣capítulo 17💣

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Marque su número lleno de enfado, no contesto asta que a la tercera llamada respondió.

—¿V...Vegetta... ¿Q..que necesitas? ¿Es... Importante...? —pregunto con voz ronca y jadeante.

Mi corazón se terminó de encoger, el aire me faltaba, ¿Qué me pasa?

—¿Alex dónde estas?

—O... ocupadoooo.... —jadeo seguido de suspirar.

—¿Qué estás haciendo? —pregunte enfadado mirando a Fargan, este me sonreía —. ¡Mira déjalo! ¿Permitiste a Rubén abrir la taberna?

—¿Te lo permiti? —preguno Alex en susurro, pensado que no le oiría —. ¿Si, no enano? —oí la voz de Rubén —. Si Vegetta, yo le dejé.

—Pero...

—Oye Vegetta te tenemos que colgar, estás molestando en la reunión —dijo de manera distante Rubius colgando el teléfono.

Con enfado miré el móvil.

¿Me abre equivocado? Tal vez no identifique bien su mirada... O... No se... Yo...

—Pues a no ser que quieras un cubata, ha no tienes nada más que hacer aquí.

∆∆∆

—Te noto desanimado corazón ¿Pasa algo? —pregunto Willy abriendo la cama, me senté en ella junto a él.

—No, solo fue un día muy agotador, eso es todo.

Asintió.

—Oye cielo, tu y yo no nos ocultamos nada ¿Cierto? —pregunto Willy mirando al techo.

Demasiadas cosas.

—No, tu lo sabes todo —menti con naturalidad —¿Y tu?

—No, nunca —dijo seguro.

Si no supiera que era mentira me lo creería doblada.

Sabía que Willy me engañaba con alguien de Karmaland, ¿Por qué no le dejé? Por qué estaba enamorado y decidí tomar venganza con Rubius para estar empate, pero Willy dejo de ir con ese o esa, no se por que y me pidió estar conmigo toda la vida, y luego Rubius empezó a mirarme de manera extraña.

Me tumbe y cerre los ojos, realmente este día había sido agotador tanto física como emocional mente. Necesitaba dormir.

—¡Rubius! ¡No! —grite en pleno llanto, este me miraba a los ojos con una sonrisa.

—Le has preferido a él, no a mí, y lo entiendo, por eso me aparto, mi voz me lo dice —dijo dando un paso más al acantilado.

—¡Para vuelve! ¡Idiota! —grite, pero este solo me sonreía.

—Adios Vegetitta.

Y con eso callo al vacío, mis gritos desgarradores juraría que se escuchaban a kilómetros, más nadie vino al rescate.

Unos brazos me levantaron, me gire y me encontre con Willy.

—Vamos Vegetta, vamos a continuar nuestra mentira...

Me levanté de la cama sudando, la habitación estaba oscuras, solo se oían los pequeños ronquidos de Willy, suspiré.

¿Por qué me siento así? ¡Estoy perdiendo la cabeza!

No paraba de pensar en ese idota que amaba el vacile.

—¿Vegetta? Qué nombre más raro.

—Anda que Rubius, idiota.

—No te ofendas hombre, que me gusta tu nombre, solo que es raro de la hostia, ¿Eh, Vegetal?

—Claro lo que tú digas, Rubias.

Sσℓσ ∂єѕєσ ¢αяиαℓ. яυвєgєттα.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora