💣Capítulo 22💣

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—¿Por qué se supone que nos has reunido aquí, Fargan, estoy ocupado y...?

—Tengo algo importante que contar —dijo Fargan neutro —. Rubius y yo nos marcharemos por un tiempo, los del pueblo de alado venden un local a muy buen precio, abriremos una taberna allí también, y dejaremos a alguien a cargo, pero de momento nos quedaremos allí.

Nos miró impresionados.

—Tu te quedarás aquí para vigilar la taberna y casarte —dije seguido de sonreir.

—¿¡Os marchais!? —pregunto impresionado —. ¿¡Por qué!?

—Dinero —dije simple.

—Poder.

—¿Volveréis? —pregunto, pero sabía que la pregunta no era cien por cien para mí, era para él.

—Puede ser, no está seguro.

∆∆∆

Con tranquilidad hacia la maleta, una parte de mi no quería marcharse, pero la guerra estaba perdida.

Lo admito, me gusta Vegetta y no solo por su cuerpo.

Somos tan idiotas, no debemos marcharnos, tal vez si matamos a...

—Callate, no molestes, estoy ocupado.

Un ruido se escuchó en el balcón, lo ignore mientras continuaba poniendo rompa en la maleta.

—¿Te vas? ¿Por qué? —oi la voz asustada de alguien que conocía perfectamente.

—Si —dije mientras cerraba la maleta.

—¡No! ¿¡Por qué!? ¡No puedes hacer eso! —exclamo, me gire a mirarlo, estaba con rostro aterrorizado aunque intentará ocultarlo.

—Ya te lo he dicho una vez, y te lo volveré a decir, quiero eliminar estos sentimientos que creía que estaban muertos, ¿Vale? Incumpli nuestro trato, lo admito —dije consimoleza bajando la maleta de la cama y dirigiéndome a las escaleras —. Se que no es correspondido, no pasa nada, lo entiendo —dije con voz simple bajando las escaleras mientras era seguido por él —. Te casaras y serás feliz, y para darte mi “bendición” me marcho, para relajar esto —señale mi cabeza —. Y esto —señale mi pecho con pesar.

—¡Me niego! —exclamo cogiendome de mi camisa y tirándome hacia atrás, evitando que diera un paso más.

—¡Me la suda Vegetta! —dije apartandome de él.

—No me puedes hacer esto... —dijo confundido —. Rubén yo... Yo...

—¿Tu que, Vegetta? —pregunte este se quedó en silencio, pensado asimilando, sonreí —. No puedes ni decirlo, patético eso eres, ¿Prefieres casarte con alguien que no quieres? ¡Muy bien Vegetta! ¡Me parece genial! ¡Pero no vengas aqui a molestarme! —me gire abriendo la puerta de mi casa.

—¡Eres un cobarde! —grito, me detube en seco.

—¿Yo soy el cobarde? —pregunte lleno de enfado —. ¿¡O lo eres tú!? ¡No puedes admitir que me quieres, ¡Eso sí que es patético! —grite me miró impresionado, espere que me dijera que me quería l algo así evitando que me marchara, solo se quedó en silencio sonreí —. Qué te jodan Vegetitta, cierra la puerta cuando salgas.

Sσℓσ ∂єѕєσ ¢αяиαℓ. яυвєgєттα.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora