6.

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Tres meses habían pasado desde que comenzamos a grabar la serie. Eso significaba que solo quedaban dos meses más para que las grabaciones finalizasen por completo.

No podía creerme esto al haber mirado el calendario. ¿En qué momento había transcurrido el tiempo tan rápido?

Suspiré un poco triste por ello, aunque a la vez me sentía feliz. Era una mezcla de sentimientos bastante contradictorios que no entendía. Suponía que estaba triste porque cada vez quedaba menos y feliz porque todo estaba yendo bien y se estaban grabando las escenas con éxito.

Youngjae apareció frente a mi vista con un par de cafés y me pasó uno con una leve sonrisa. Sin lugar a dudas, lo que echaría más en falta al terminar de filmar esta serie sería a Youngjae.

Las primeras semanas habíamos tenido nuestros problemas, sobre todo por culpa de mi actitud. Pero me propuse al completo que trabajaría de la manera más profesional posible, me gustasen o no las escenas que tuviese que hacer. Y así lo estuve haciendo todo este tiempo. Me quejaba poco, aunque algunas veces no podía evitarlo y tenía que soltarle todo lo que pensaba a mi amigo, y él en algunas cosas coincidía conmigo y en otras simplemente no y me daba su opinión con tranquilidad para evitar peleas. Porque sí, debía reconocer que tenía poca paciencia y demasiado carácter, y lo mejor es hablarme con suavidad cuando estoy estresado o quejándome de algo que no me gusta.

Ahora la amistad que tenía con Youngjae no se comparaba al primer mes de grabación que compartimos. Hablábamos más, bromeábamos, salíamos a comer o a algunos lugares más a menudo y nos teníamos más cariño. Me encantaba tener una amistad con Youngjae, me sentía muy bien a su lado y por eso iba a echarle demasiado de menos cuando este proyecto se terminase.

Mi amigo se sentó a mi lado y le dio un sorbo a su café en silencio. Sabía lo que nos tocaba hoy y a ninguno de los dos nos agradaba la idea. Es más, llevábamos toda la mañana sintiéndonos incómodos al hablarnos y mirarnos, pero era lo que teníamos que hacer y no íbamos a poder evitarlo más.

—Gracias por el café, pero sé que lo has hecho para romper un poco el hielo. —comenté.

Pasar cada día de la semana tantas horas junto a él, me había servido para conocer muchas cosas sobre su forma de ser y sus gustos.

—Al menos intento romperlo. —me miró de mala gana y yo solo reí.

Tenía razón, yo casi nunca hacía nada por intentar mejorar las situaciones. La mayoría de veces era él quien se esforzaba en nuestra amistad, y eso estaba muy mal por mi parte.

—Sabes que después de este café nos toca practicar, ¿no? —volvió a hablar.
—Lo sé. —asentí. —Por eso mismo me lo voy a tomar muy lentamente. —dije mientras ralentizaba mis movimientos.

Él rio por ello y luego se acomodó de una manera en la que me podía mirar mejor.

—No me gustan los besos, pero tengo la suerte de que eres muy guapo. —soltó.

Su elogio fue tan inesperado que me dejó sin palabras por unos largos segundos. No era algo nuevo que me dijesen guapo, pero si lo decía él, la cosa cambiaba.

—En cambio, tú no puedes decir lo mismo. Lo siento por la parte que te toca. —palmeó mi hombro.

Al escuchar eso, fruncí el ceño y le miré de esa manera. Él no dijo nada por mi expresión, pero suponía que estaba esperando a que hablase sin necesidad de que me preguntase.

—No eres feo, Youngjae. —respondí.
—¿Ah, no? —me miró sorprendido, como si yo hubiese pensado siempre que era feo.
—No. ¿Creías que te iba a dar la razón? —pregunté para asegurarme.
—La verdad es que sí. —confirmó.
—¿Por qué? —le miré con curiosidad.
—No lo sé. Simplemente era lo que pensaba. —desvió la mirada hacia otro lado.
—Pues ya sabes que estabas equivocado. —di otro sorbo a mi café.

Actúa [2Jae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora