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Me levanto y me dirijo hacia la barra cuando me termino el segundo cubata, noto como alguien se pone a mi lado y lo miro.

-¿Estás bien?- Me pregunta Jesús.

-Estoy de maravilla- le pido al camarero otra copa y miro a Jesús- espero que esta vez no me lo tires encima.- Nos reímos los dos al recordar lo que pasó anoche.

-Tranquila que no- sonríe- oye, he pensado que podríamos quedar algún día y que me enseñes Cádiz.-

-¿No te lo han enseñado ya tus amigos?- Le pregunto dándole un trago a la copa que me acaba de dar el camarero.

-Sí pero me gustaría más ver la ciudad contigo.- Siento como una ola de calor sube hasta mis mejillas y me sonrojo.

-Claro, ¿porqué no apuntas mi número?- Le digo a Jesús que sonríe y me pasa su móvil. Escribo mi número y le paso su móvil cuando termino para que termine de agregarme. 

-Genial- bloquea el móvil y lo guarda en uno de los bolsillos delanteros del pantalón- ¿mañana tienes algo que hacer?- Me pilla por sorpresa esa pregunta y niego con la cabeza.

-Mmm... No, no tengo ningún plan.- Le doy un trago a mi copa.

-Pues te hablo y quedamos, ¿vale?- Me sonríe y se aleja de nuevo con su grupo.

¿Qué acaba de pasar? Le acabo de dar mi número a un chico que conozco de dos días y mañana voy a quedar con él. Le doy el último trago a mi copa y dejo el vaso vacío sobre la barra. Vuelvo con mis amigas y cojo mi bolso.

-¿A dónde vas?- Me pregunta Judith.

-Me voy a casa- saco la cartera y pongo sobre la mesa quince euros de mis copas- estoy cansada.- Guardo mi cartera y les doy un beso a cada una.

-¿De verdad que no te pasa nada?- Dice Carla- ¿Quieres que te acompañemos?- Insiste mi amiga.

-No, no, de verdad que estoy bien- les sonrío y asienten.

Salgo de local y corre un suave brisa que hace que sienta un escalofrío por todo mi cuerpo. Empiezo a caminar de vuelta a casa y noto como alguien me pone una mano sobre mi hombro.

-¿Dónde vas?- Es Jesús.

-Me voy a casa.- Digo respondiéndole.

-Nosotros vamos hacia esa dirección, si quieres podemos acompañarte.- Miro hacia la puerta y están sus amigos en la puerta hablando entre ellos.

-No quiero molestaros de verdad, puedo ir sola.- Le sonrío intentando convencerlo.

-No digas tonterías- Jesús se gira y llama a sus amigos, ellos se acercan a nosotros y me miran.- Chicos, os presento a Ares, ¿a que no nos importaría acompañarla a su casa?- Todos asienten y acceden a acompañarme.

-¿Ves? Te dije que no había problema, anda vamos.-Empiezo a caminar al lado de Jesús y de sus amigos. 

Todos se presentan y voy andando con ellos por la calle mientras hacen tonterías y cuentan anécdotas. Hay uno que se queda el último del grupo, es el gemelo de Jesús. Me paro y espero a que los demás avancen hasta que quedo a la altura de él. 

-¿Te pasa algo?- Le miro y él levanta la mirada del móvil para clavar sus ojos en mí. Sentí un escalofrío.

-No.- Me responde tajante.

-¿Y porqué no estás con el resto del grupo?- Vuelve a mirar al móvil y sigue tecleando.

-No estoy muy integrado en ese grupo como mi hermano, los conozco de hace poco.- Lo miro extrañada y tengo curiosidad de saber más sobre él.

-¿No te acuerdas de mí?- Me vuelve a mirar aunque parece que está  escaneándome hasta que finalmente niega con la cabeza. Me rindo es absurdo hablar con él.

Acelero el paso y alcanzo a Jesús y a los demás. 

-¿Qué le pasa a tu hermano? ¿Siempre es así de borde?- Le miro y me sonríe.

-¿Dani? No, es solo que no está pasando por un buen momento ahora mismo.- Asiento y ya no insisto más sobre el tema.

-¡Chicos! Me voy- me giro mirando al chico con el que acababa de hablar hace solo 5 minutos- una chica me está esperando, nos vemos.- Y desaparece así sin más.

Cinco minutos después llegamos a mi casa y les agradezco a los chicos el haberme acompañado a casa. Me despido de todos y entro en casa, subo a mi habitación y pongo el móvil a cargar, me tumbo en la cama y la imagen de Dani no para de venir a mi cabeza una y otra vez.

Daniel Oviedo, esto es efímero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora