Lena la obedeció inmediatamente. Observó el abultamiento de su bíceps y la tensión que le atenazaba la mandíbula. A los pocos segundos, escuchó un gruñido de esfuerzo y el sonido que llevaba tanto tiempo esperando. A continuación, rodeó la cama para cortar la segunda cadena.
En aquel momento, Lena se preguntó lo que le habría pasado a su vecina. Lo último que necesitaba en aquellos momentos, era que apareciera en escena una mujer que era amiga de su madre desde hacía más tiempo.
-¿Dónde está la señora Grant?
-Se fue a su casa a llamar a Emergencias.
Con un grito de horror, Lena miró los gélidos ojos azules de su salvadora. Entonces, ella soltó una maldición y, tras colocar la herramienta debajo del brazo, metió la mano en el bolsillo y sacó un teléfono móvil. Junto en el momento en que ella iba a llamar, se empezó a escuchar el sonido de una sirena y, segundos después, se vieron las luces rojas que anunciaban la llegada de la policía.
La agente Danvers decidió no prestar atención alguna al alboroto que empezó a reinar en el exterior y volvió a tomar la cizalla. Rápidamente, cortó la segunda cadena. Lena, demasiado desesperada como para entretenerse en darle las gracias, se envolvió en la colcha y desapareció enseguida en el cuarto de baño que tenía dentro de su dormitorio. Con tanta celeridad lo hizo que estuvo a punto de tropezar y caerse.
Volvió a salir varios minutos después, vestida con un enorme albornoz blanco. Se acercó con cuidado hasta la ventana y se asomó. La agente del FBI estaba allí fuera, hablando con un oficial de policía vestido de uniforme. Las dos estaban apoyados contra el coche patrulla, charlando tranquilamente. Entonces, se echaron a reír y la agente Danvers le dio a la policía una palmada en la espalda y esta se volvió a meter en el coche patrulla. Danvers se dirigió de nuevo hacia la casa.
Rápidamente, Lena sacó unas braguitas del cajón y se las puso. Todavía tenía las esposas alrededor de las muñecas. Decidió cubrírselas con las mangas del albornoz. Entonces, respiró hondo.
Al verse en el espejo, se preguntó cómo a ella, Lena Luthor, podría habérsele ocurrido la idea de representar una tórrida fantasía sexual. Era solo una contable aburrida y corriente.
Suspiró.
Entonces, se pasó un cepillo por el cabello, que era de un color indefinido y de una longitud media. Horas antes, había tenido un aspecto bastante aceptable con un cabello negro azabache liso y negro, pero con el trajín que había tenido sobre las almohadas, su sensual peinado se había transformado en algo parecido a lo que llevaría un extraterrestre.
-¿Por qué tuviste que hacerlo? -le preguntó a su propia imagen, reflejada en el espejo, a pesar de saber la respuesta. Estaba viviendo una rebelión adolescente con diez años de retraso. Era exactamente lo que sus padres habían querido que fuera, a excepción de lo de no estar casada. Su madre le había advertido que se quedaría para vestir santos si seguía mucho más tiempo sin buscarse pareja. Aquello la había hecho sentirse fatal. Como si ella pudiera, por arte de magia, hacer que los hombres encontraran atractiva a una chica corriente y algo anticuada.
Lo más sorprendente de todo fue que encontró a Maxwell. Tal vez él se había visto en la misma situación y había sido el caso de uno acercándose al otro para no estar solos. No era muy guapo, pero al menos era un hombre, estaba soltero y era médico. Su madre se alegró mucho, aunque Lena esperaba sentir por fin los placeres físicos de los que tanto había leído por la noche.
Sin embargo, el sexo con Maxwell distaba mucho de lo que siempre había imaginado. Se preguntó si el hecho de que fuera ginecólogo sería parte del problema.
llevaban prometidos seis años, lo que había agradado profundamente a su madre. Por desgracia, la mujer murió, y Lena se sintió muy sola y afectada. Poco a poco, la invadió una extraña sensación de pánico, como si sintiera que la juventud se le estaba escapando entre los dedos. Siempre se había imaginado su vida rodeada de brillantes colores, no con aquella tonalidad gris. Tenía que haber algo salvaje e imprevisible que pudiera hacer. Decidió empezar los cambios por el dormitorio. Nunca se habría imaginado que tendría que rescatarla de sus fantasías una agente del FBI. No se había sentido tan avergonzada desde hacía mucho tempo.
«Afróntalo. Naciste para ser una aburrida contable, casada con el doctor Aburrido», pensó. Su carrera como mujer fatal había terminado.
Observó en el espejo que el maquillaje se le había echado a perder. Recordó horrorizada que se había enrojecido los pezones con lápiz de labios, tal y como le sugería la revista. Esperaba de todo corazón que la agente Danvers no se hubiera dado cuenta.
Se acordó de la mirada fría y dura con la que la había mirado, sin expresar sentimiento alguno. Su cuerpo desnudo no había encendido en ella el fuego del deseo, como le había pasado con Maxwell. Era una desgracia que una desconocida la encontrara desnuda y esposada a la cama, pero que no sintiera nada al verla...
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Un Poco De Diversión.
FanfictionLa vida sexual de Lena Luthor necesitaba un poco de animación. Sólo esperaba que su apático prometido estuviera dispuesto a participar cuando ella le propusiera hacer realidad un par de fantasías... Desgraciadamente no fue así, y su ex prometido la...