Capitulo 20

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Conteniendo el aliento, escribió: Gran Premio 1977. Contraseña errónea. 1997 Gran Premio Contraseña errónea Gran 1997 Premio. Contraseña errónea. Era imposible que hubiera sido tan evidente. Antes de rendirse por completo, decidió probar una última vez, escribiendo todo al revés.
7991 oimerP narG.
Como si se tratara de una llave, aquel galimatías abrió el archivo secreto de Harrison. Su grito de alegría se podría haber oído hasta en la calle. Se sentía tan contenta que le apetecía saltar y. bailar, pero decidió guardar silencio. Rápidamente, abrió los archivos en los que ella solía trabajar para poder cubrir así el otro archivo en caso de que alguien entrara.
No pudo mirar el archivo hasta casi cinco minutos después, cuando se hubo serenado un poco. Sentía un nudo en el estómago y los dedos le temblaban ligeramente mientras estudiaba los números que aparecían en pantalla. Se trataba de una serie de libros contables y no pertenecían a Harrison. Eran de la empresa.
No tardó ni cinco minutos en darse cuenta de que aquello era la cueva de Aladino. Aquellos libros contenían categorías que no aparecían en los libros normales con los que ella había estado trabajando.
Harrison había sido muy listo. Aquello tenía que admitirlo. Había creado una serie de libros falsos que habrían podido pasar cualquier auditoría.
Estaba un poco perdida. Iba tomando notas a medida que lo examinaba. Cuando llegó al final del documento, no pudo creer lo que vieron sus ojos.
Había una lista de nombres y direcciones en Estados Unidos y en Colombia.
-Buenas noches, Lena. No trabajes hasta muy tarde -dijo Sam, asomándose brevemente a su despacho, con un ramo de flores en la mano.
-Sí, sí... Buenas noches, Sam -replicó, incrédula de que se hubiera terminado la jornada laboral.
-Me quedaría para ayudarte a terminar las cuentas de fin de mes, pero es que tengo una cita -comentó la mujer, con orgullo.
-¿Fin de mes? No te preocupes. Que te diviertas

Cuando Samantha se marchó, Lena trató de serenarse. Había una gran posibilidad de que Morgan estuviera metido en el mundo del crimen. Jimmy Olsen y Mon-El también estaban metidos en el ajo. Harrison había utilizado abreviaturas, pero el significado de «JO» y de «ME» parecía más que evidente. Como no quería despertar sospechas por quedarse a trabajar hasta muy tarde, decidió hacer una copia del archivo y darle los disquetes al FBI para que se hicieran cargo del asunto.
Cuando había terminado de copiar el primer disquete, insertó otro rápidamente.
-Vamos, vamos... -dijo, para animar al ordenador, como si así pudiera hacer las copias más rápidamente.
Miró el reloj. Eran casi las seis. Parecería muy extraño si no se marchaba pronto, pero casi estaba... Casi estaba... Hecho.

Se metió el último disquete en el bolso y suspiró aliviada. Justo entonces, alguien llamó a la puerta. Al levantar la cabeza, vio a Morgan, que tenía una sonrisa en los labios. El pánico se apoderó de ella.
-Hola Morgan -dijo alegremente, mientras abría su archivo para tapar el secreto.
-Estás trabajando hasta muy tarde, querida.
-Estaba terminando unas cosas para cerrar el mes -replicó, mientras se ponía de pie para ocultar la pantalla con su propio cuerpo.
-Samantha vino a hablar conmigo antes de marcharse.
-¿Samantha?
-Sí. Me dijo que habías estado llorando.
-Claro que no -mintió. Al menos no desde hacía horas y mucho menos por él.
-Pues tienes los ojos enrojecidos e hinchados.
-Es un poco de alergia...
-Samantha creía que...yo... te había herido los sentimientos al
marcharme la otra noche.
-No, no, claro que no. Sam debe de haberse equivocado.
Se produjo una pausa. Cuando Morgan volvió a hablar, el tono de su voz había cambiado completamente, tanto que no parecía el mismo hombre.
-Ella no fue la única que cometió un error -dijo, con voz fría como el hielo.
En aquel momento, Lena se dio cuenta de que había visto las notas que ella había ido haciendo al leer el archivo. Aquellas palabras la delataban sin dejar lugar a dudas.

-Morgan, no es...
Trató de agarrar el cuaderno, pero él dejó caer la mano con fuerza y se lo impidió.
-Creo que has cometido un terrible, error, querida.
En el vestíbulo, escuchó voces. Eddie, del almacén y Jimmy Olsen. Tal vez le echaran una mano, pero lo dudaba. Para confirmar sus sospechas, Morgan se acercó a la puerta y los llamó.
Mientras estaba de espaldas, Lena agarró el teléfono y marcó frenéticamente el número de emergencia de Kara.
-Deja ese teléfono, Lena -dijo Morgan, al darse la vuelta, con el mismo tono de voz, frío e inhumano.
Levantó la mirada. El hombre que una vez le había parecido tan agradable e inofensivo la estaba apuntando con una pistola. Estaba flanqueado por Eddie y Jimmy Olsen, y los tres llevaban una mirada asesina en los ojos. Colgó el teléfono.

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