Capitulo 21

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Entonces, empezó a agitar las manos. La rata se asustó y lo mordió en la mano. Él le dio a la rata un golpe y la mandó volando hacia el otro lado del almacén. En aquel momento, se disparó la pistola.
Lena cerró los ojos e, instintivamente, se encogió para protegerse. ¿Sería posible que su vida fuera a terminar en aquel horrible almacén?
Un grito rompió el aire, Al abrir los ojos, se dio cuenta de que Eddie estaba herido, en el suelo, agarrándose el muslo que le había herido la bala.
-¡Hijo de perra! ¡Me has disparado!
Entonces, una explosión hizo temblar el edificio entero. Casi inmediatamente, se escuchó el sonido de una alarma.
-¿Qué diablos...? -gritó Morgan-. ¡Vigílala! -añadió, refiriéndose a Eddie, sacándose otra pistola de la chaqueta-. ¡Vamos! -le ordenó a Olsen.

A Lena no le importaba qué o quien había causado la explosión, pero sabía que era su único modo de escapar. Vio que el llavero estaba encima de la mesa. Allí, tenía la llave de las esposas que Kara le había puesto. La llave de las esposas del sex shop. ¿Sería posible que todas las esposas de ese tipo de tiendas tuvieran cerraduras similares, si no iguales? Efectivamente, la esposa parecía idéntica a la que Kara le había puesto... ¿Sería una llave universal? Decidió jugar su única carta.
-Eddie... Déjame ayudarte. Te estás desangrando. Esos dos se han marchado y te han dejado aquí. Suéltame para que pueda hacerte un torniquete.
-No tengo las llaves -susurró él, mirando la abundante sangre que le manaba de la pierna.
-Tienes que aplicarte presión. Creo que hay toallas en el cuarto de baño. Y tal vez incluso un botiquín...
Eddie la miró. Entonces, decidió levantarse y, como pudo, se dirigió hacia el cuarto de baño.
«Vamos, vamos», pensó ella, sabiendo que los otros dos podrían regresar en cualquier momento.
Eddie llegó al cuarto de baño, pero no cerró la puerta. Lena suponía que la estaba vigilando, pero, a pesar de todo, se estiró y trató de agarrar el llavero. Imposible. Estaba demasiado lejos.
Entonces, se agarró a la tubería con ambas manos y lanzó el cuerpo hacia delante. El cuerpo le dolió de la cabeza a los pies y no consiguió nada. Sollozó, llena de frustración, y volvió a intentarlo. De nuevo fracasó.
-¡FBI! ¡Quietos todos! -exclamó una voz, a través de la puerta de incendios.
-¡Kara! -gritó. Ella estaba allí y la rescataría. Sin embargo, no pudo verla.
En aquel momento, se oyeron varias explosiones más. Segundos después, la alarma guardó silencio.
-¡Dios mío, Kara,no!
Morgan debía de haber desconectado la alarma a tiros. Kara nunca lo habría hecho. Eso significaba que podía estar herida. Desesperadamente, trató de nuevo de enganchar la mesa. Aquella vez lo consiguió.
Por suerte, el llavero que contenía la llave que podía salvarle la vida cayó muy cerca de ella.
Antes de que Eddie volviera, insertó la llave en la cerradura y rezó para que esta se abriera. Le pareció que aquel clic metálico era el sonido más maravilloso que había escuchado nunca.
Rápidamente, echó a correr. Entonces, vio que Eddie se había desmayado en el suelo. Dudó solo un segundo. Kara también podría estar herida. Pero no dudó a quién debía ayudar en primer lugar.
Vio una caja de herramientas. Pensó que podría necesitar algo para defenderse, por lo que agarró una llave inglesa. Entonces, recordó que Eddie tenía una pistola. Recordó que ni siquiera sabía utilizarla. Contra el arsenal que los demás tendrían, una llave inglesa no era mucho, pero por lo menos pesaba.
Abrió la puerta del almacén lo suficiente para poder salir. Todas las luces estaban apagadas, por lo que solo contaba con las de emergencia. Poco a poco, fue acostumbrándose a la luz. El silencio era abrumador.
De repente, al doblar una esquina, oyó voces.
-Es la última vez que te lo pregunto. ¿Dónde está, hijo de perra? Era la voz de Kara, fría, amenazadora y muy viva. Después de todo, iban a poder salir de allí. y podría decirle que la amaba.
Al asomarse, solo vio que estaban Olsen y Kara. Vio que los ojos de Olsen se movían como si estuviera buscando a alguien. ¿Dónde estaba Morgan?
-Está... -dijo Olsen, antes de que ella pudiera hablar.
-Está muerta -añadió Morgan, surgiendo de entre las sombras, detrás de Kara.
-No... ¡No! -gritó Kara.
-Me temo que has llegado tarde, muchacha.
-No... no Lena...
-No te preocupes, tortolita. Te reunirás con ella en breve -afirmó Morgan, riendo-. Me engañó. Pensé que estaba trabajando con Harrison, pero era con el FBI. Muy conveniente.
En aquel momento, Kara se irguió y se enfrentó con Morgan.
-Tira la pistola y ponte las manos en lo alto de la cabeza -le espetó.
-No lo creo.
-Entonces, tu amigo va a empezar a cantar ópera.
-Morgan, por el amor de Dios -suplicaba Olsen. Kara le estaba apuntando a la entrepierna y el hombre trataba desesperadamente de protegerse.
-Eso es -afirmó Morgan-.Tú le disparas a él y yo te disparo a ti. Entonces, parecerá que Olsen mató a un oficial de FBI cuando estaba siendo arrestado por contrabando ilegal y tráfico de drogas. Todo sin que yo me enterara de nada. Por supuesto, estaré muy disgustado, pero cooperare plenamente con el FBI. Tendré que encargar un traje negro para podérmelo poner en vuestros entierros.
«Di algo, Kara. Haz algo», se dijo Lena.
-¿Qué le hiciste a Lena? -preguntó Kara, como si la hubiera escuchado.
En aquel momento, ella supo que Kara la amaba. Tanto que ni siquiera podía pensar en ella cuando estaba tan cerca de la muerte. Los ojos se le llenaron de lágrimas.
-No me ha hecho nada -replicó ella, en voz alta. Entonces, le tiró la llave inglesa a Morgan.
-¡Al suelo! -gritó Kara, cuando vio que el arma de Morgan apuntaba a Lena.
La llave parecía avanzar a cámara lenta. Entonces, se oyó una explosión. Lena se tiró al suelo y oyó que la bala le pasaba muy cerca. Vio que Morgan se caía, con la mano en la cabeza.
Rápidamente, Kara volvió a apuntar de nuevo a Olsen, pero el pobre hombre ni siquiera se había movido. No podía dejar de mirar a Morgan.
-Ibas a dejar que me matara. Pensé que éramos compañeros - dijo, con amargura.
Kara aprovechó la situación y le arrebató la pistola a Morgan.
-¿Te encuentras bien? -le gritó a Lena. Ella asintió, sin poder confiar en su voz.
-Esta... esta muerto.
-No se lo merece, pero vivirá -respondió Kara. Entonces, agarró unos cables de ordenador y maniató a Morgan Entonces, con otro más, ató a Olsen. A continuación, sacó su teléfono móvil y realizó varias llamadas, entre ellas a una ambulancia.
Lena contempló la escena como si todo estuviera ocurriendo muy lejos, como si tuviera agua en los oídos. Miró a Morgan y vio que tenía la camisa llena de sangre. Aquello le recordó a Eddie.
-Eddie está herido.
-¿Quién?
-Eddie -respondió, con voz temblorosa.
-¿Dónde está? -le preguntó. En aquel momento, Kara se dio cuenta de que Lena estaba a punto de desmayarse y corrió rápidamente hacia ella-. Cariño, no te desmayes. Tranquila, tranquila...
Notó que llegaban varios hombres más. Trató de alertar a Kara con un grito, pero distinguió las chaquetas del FBI.
-Eddie... Está en el cuarto de baño del almacén. Tiene un disparo en la pierna -dijo ella, muy débilmente.
-Iremos por él. ¿Te encuentras bien?
-Sí.
-Estupendo. Ahora, haré que alguien te lleve a casa. Yo tengo unas cuantas cosas de las que ocuparme aquí.
-Mis llaves, mi bolso... Están en el almacén...
Kara dio algunas ordenes y, antes de que se percatara, Lena se encontró en el exterior del edificio y la llevaban a casa.
-Esto no es necesario.
-Órdenes de Kara, señorita.
Hubiera preferido que fuera Kara la que la acompañara, pero al menos se había ocupado de su seguridad. A los pocos minutos, llegaron a su casa.
-¿Puedo prepararle un poco de té o algo?
-No, gracias -dijo ella-. Estoy bien. Voy a darme un baño caliente y a meterme en la cama temprano, pero gracias. Ya puede volver con sus compañeros.
-Si está segura de que está bien...
-Segura. Gracias por traerme a casa.
El agente salió de la casa y Lena se quedó sola. Se sentía temblorosa y llena de miedo, pero en parte era porque tenía hambre.
Se calentó una lata de sopa, sabiendo que se sentiría mejor con algo caliente en el estómago. Luego, se preparó una taza de manzanilla. ¿Solo eso, después del día que había tenido?
Fue al armario de los licores y sacó una botella de coñac. Una buena dosis le daría a su cuerpo el calor que tanto parecía necesitar.
Tras tomarse la manzanilla, subió al cuarto de baño. Le dolían todo los músculos, por lo que un baño caliente la reconfortaría. Cuando la bañera estuvo llena de agua caliente, echó sales de lavanda y se sumergió en la deliciosa agua.
Se puso a pensar en Morgan. A pesar de la manzanilla y del agua caliente, sintió frío de nuevo. Decidió no pensar más en él y se centró en Kara. Recordó que, cuando la creyó muerta, ella había llegado a pensar que la amaba...
Tal vez cuando todo aquello hubiera terminado, podrían volver a empezar. Tener una cita o dos, como las parejas normales... Suspiró de placer. Sí. Le gustaría salir con Kara. Ella le debía algunos mimos. El vapor y el agua caliente estaban empezando a relajarla. Se dejó llevar por sus pensamientos y recordó que a Kara le gustaba cocinar. Se imaginó a ambas en la cocina, vestidas con solo unos delantales...
Cuanto antes terminara con aquel caso, mejor; más rápidamente podrían volver a iniciar sus vidas. Con el archivo secreto de Harrison, sería muy fácil incriminar a Morgan y a sus secuaces de repente, se sentó en la bañera. Se acababa de dar cuenta que Kara no sabía que existía aquel archivo. No había podido decírselo.
Salió rápidamente de la bañera y se cubrió con el albornoz. Después de rebuscar frenéticamente en el bolso, vio que, quien le hubiera recogido sus cosas había tenido en cuenta los dos disquetes.
Se le ocurrió una idea. Era una locura, pero podría funcionar.
Kara tenía los ojos cansados por la falta de sueño. No había salido todo como esperaba. Solo un cargamento de cocaína y una parte de la organización: Oceanic. No era suficiente. Había esperado atrapar a todos los implicados.
Antes de que amaneciera, había entrado silenciosamente en casa de Lena. Sabía que estaría dormida, pero tenía que saber que estaba bien. Cuando recordaba lo que había sentido cuando la creyó muerta, sentía que el corazón se le paraba. No quería volver a vivir aquello nunca más.
¿Cuánto había ocurrido?
¿Cuándo se había enamorado de ella? Aquella mujer le había robado el corazón sin que ella presentara pelea.
Tragó saliva y se acercó muy silenciosamente a su dormitorio. La luz iluminaba aquella parte del pasillo. Suponía que se le había olvidado apagarla antes de quedarse dormida.
Al asomarse al dormitorio, vio que estaba trabajando en el ordenador, cubierta por un edredón blanco. Tenía el cabello despeinado, como si no se lo hubiera peinado después de salir de la ducha. Al ver con la energía con la que apretaba el techado, sintió un profundo amor por la valiente mujer que tenía una cabeza para los números y un corazón lleno de amor.
Se preguntó qué estaría haciendo. Tal vez estaba escribiendo una carta de queda al FBI sobre ella... Sabía que había hecho muchas estupideces y la mayor de todas había sido poner su vida en peligro. Se merecía cualquier medida disciplinaria. Le podrían quitar la placa incluso... Nada le importaba más que el hecho de que Lena estuviera viva.
Solo esperaba que no lo hubiera estropeado todo de tal manera que no pudiera disponer de una segunda oportunidad con la mujer que más había amado en toda su vida.
-Hola -dijo suavemente.
Ella se volvió. Sus miradas se cruzaron y Kara sintió como si le hubiera dado un beso en la cara, a pesar de que eso era imposible por la distancia. Se pasó una mano por el rostro. Debía de estar más cansada de lo que había pensado...
-Hola -respondió ella. También tenía los ojos enrojecidos por el esfuerzo y la falta de sueño.
Con el rostro limpio, sin maquillaje y el pelo alborotado, le pareció a Kara más hermosa que nunca. De repente, sintió que no podía estar más sin ella y echó a correr para tomarla entre sus brazos. Dio la vuelta a la silla en la que ella estaba sentada y la besó. Ella abrió inmediatamente los labios. y se abrazó a ella, lo que provocó que el albornoz se le abriera ligeramente. Kara aprovechó la ocasión para acariciarle de nuevo los pechos. Los pezones florecieron de nuevo bajo sus caricias. Era tan cálida, tan viva... Cada latido le recordaba que estaba llena de vida, una vida que era lo más valioso para Kara.
-Pensé que te había perdido.
-y yo que Morgan te iba a disparar.
-Lo siento.
-Yo también.
-Te necesito.
-Oh, sí...
Lena olía a lavanda y a mujer. Quería tomárselo con calma, saborear cada centímetro de su cuerpo, pero la paciencia la había abandonado. Le abrió las piernas con las rodillas y le acarició el vientre. Más abajo, estaba ya húmeda y preparada para ella.
Kara sintió que le hervía la sangre y su propia ansia la avergonzó. Se estaba comportando como una  adolescente. Aquello podía esperar...
-Te necesito ahora -gimió ella.
Al oír aquellas palabras, Kara no pudo esperar. Hasta despojarse del cinturón le pareció que llevaba mucho tiempo. Entonces, la agarró por las axilas y la sentó encima de la mesa.
Ella apartó el teclado, no sin antes guardar el documento en el que había estado trabajando. Kara no pudo contenerse más. La agarró de los muslos, se los separó y se hundió en ella.
Lena abrió los ojos de par en par ante aquel asalto, pero enseguida se dejó llevar. Le rodeó las caderas con las piernas y se echó un poco hacia atrás. Kara le abrió el albornoz para poder observar cómo se le movían los pechos al girar sobre ella. Trató de contenerse, pero no pudo conseguirlo. El débil gemido con el que anunció su éxtasis provocó que Lena alcanzara el orgasmo inmediatamente. Se desmoronó sobre la silla y tiró de ella, de modo que Lena se quedó tumbada sobre su pecho, con las piernas colgando de los reposabrazos de la silla y abrazada a kara.
-Te amo -murmuró ella.
-Yo también te amo -respondió Lena.
Se quedaron en aquella postura durante varios minutos. Kara pensó que nunca se había sentido tan... completa.
-La otra noche me comporté como una idiota: -Lo siento.
-Yo quería explicarte, pero tú no me dejaste. No soy una salvaje. Morgan me besó antes de que yo pudiera salir de la limusina. Además, la cena con Maxwell no fue nada más que el fin de un capítulo. Él ha encontrado a otra mujer y ella le dijo que tenía que enmendar primero el pasado. Kara la miró y sonrió.
-Estás mintiendo...
-¿Cómo dices?
-Acabas de decir que no eres una salvaje y eso es mentira. Eres la mujer más salvaje que he conocido nunca.
-¿De verdad?
Kara no se pudo resistir y volvió a besarla. Lena suspiró y apoyó la cabeza sobre el hombro de ella.
-¿Has hablado con George Edge? -le preguntó.
-Sí. Se ha llevado un buen disgusto, pero me da la sensación de que ha sido un alivio. Creo que sospechaba algo, pero no podía desconfiar de su hijastro.
-¿Va a superarlo?
-Samantha estaba con él. Ha dicho que quiere colaborar todo lo que pueda en la investigación, aunque no hay mucho que pueda hacer aparte de convencer a Morgan, o a Olsen, para que confiesen - comentó kara, entre bostezos-. Creo que nos deberíamos ir a la cama.
-Tengo una idea -dijo Lena. Ella no parecía estar cansada.
-Creo que estoy demasiada agotada. A menos que estés pensando ponerte encima...
-No es de sexo. No pude decírtelo, pero he encontrado los libros verdaderos. Harrison habla escondido una copia en mi ordenador. Todo está muy claro. Morgan y los suyos irán a la cárcel con toda seguridad.
-¿Que has encontrado pruebas?
-y una lista de nombres. También creo que los planes de pensiones se utilizaban para blanquear dinero. Estaba trabajando en eso cuando tú llegaste. Voy a comprobar los archivos personales más detenidamente.
-¿Te los has traído aquí?
-En el despacho, mañana.
-¡No!
-He pensado mucho en esto, Kara. Yo digo que mantengamos la empresa abierta, como si nada hubiera pasado. Samantha y George pueden ocuparse de todo y, si alguien pregunta, diremos que Eddie está enfermo y que Morgan y Olsen se han tenido que ir de viaje. Por supuesto, reemplazaremos los envoltorios por otros que sean solo de papel y veremos qué pasa. Mientras tanto, podemos

empezar a investigar a algunos de estos pensionistas y buscar los demás nombres que Harrison enumeró.
-Pero...
-Si cierras la empresa ahora, los demás implicados sospecharán y tendrán tiempo de desaparecer.
Si fingimos que todo es normal, el FBI podrá investigar. Yo pienso estar en mi escritorio mañana.
-Esta noche casi nos han matado. No estás preparada para esto.
-Tú me reclutaste, Kara. Además, también estuvieron a punto de matarte a ti. Y tú sí que estás preparada.
-Eso es diferente.
-¿Porque eres una agente?
-Porque no puedo hacer mi trabajo si estoy preocupada por ti.
-De eso quería hablarte, Kara. Lo he estado pensando mucho y creo que he encontrado la profesión que me gusta.
-¿Como agente?
-,-No. Contable forense. Yo soy una buena contable. Hasta ahora me he estado aburriendo. Creo que así podré utilizar mis habilidades y divertirme un poco.
-No puedo ni siquiera empezar a decirte lo mala idea que es - dijo kara, riendo.
-¿Por qué?
-El FBI no aprueba las relaciones entre compañeras.
-No tiene por qué saberlo.
-Creo que empezarán a sospechar si tenemos hijos.
-¿Me estás diciendo con eso lo que creo que me estás diciendo?
-Estoy hablando de tener hijos, Lena. Tú y yo. ¿Es que no los quieres?
-Claro que sí, pero... ¿no hay algo más que deberíamos hacer antes?
-Mañana, tarde y noche, cielo. Te lo prometo. Nos podemos pasar la tarde del viernes en el sex shop más cercana, comprando cosas para el fin de semana. y representaremos todas las fantasías de esa maldita revista.
-¿No hay algo más?
-¿Te refieres al lugar donde viviremos? En tu casa, en mi casa, en un barco... No me importa.
-No, no es...
-¿Te preocupa tu trabajo? Serás una estupenda contable forense. Yo puedo presentarte a algunas personas...
-Lo que me gustaría saber es si no crees que deberíamos casarnos
-dijo ella, por fin.

-Claro que sí. ¿De qué crees que he estado hablando?
-Bueno, pues no parecías querer decir las palabras exactas.
-Hablo mucho mejor con las manos -susurró Kara, agarrando el cinturón del albornoz y tirando de ella.
Aquella vez, la comunicación entre ellas fue plena.
===
-Bueno, ¿quieres? -le preguntó ella, un rato después.
-Creo que estoy un poco cansada.
-¿Quieres casarte conmigo? -le preguntó kara, tras besarle suavemente el pecho.
-Sí, por favor. Creo que podríamos empezar nuestra propia tradición.

Una familia entera de agentes del FBI.
-¿Dónde están esas esposas?

FIN


Un Poco De Diversión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora