Lena pasó en coche, muy lentamente, por delante de la casa
de Kara. Estaba oscura y tranquila, lo que resultaba extraño. Su coche siempre estaba aparcado delante de la casa...
Necesitaba verla, decirle lo que le había pasado aquella tarde. Un sospechoso la había invitado a cenar.
No pensó ni por un segundo que aquella información podría hacer que se sintiera celosa, pero si era así... Sonrió. Tendría que darse más prisa la próxima vez.
Sí. Su aburrida vida había mejorado al cien por cien.
Tenía una cita con su jefe, Maxwell también quería invitarla y se ofrecía a llevarla a un restaurante al que ella llevaba mucho tiempo queriendo ir...
¿Maxwell en un restaurante tan caro? Cuando le devolvió la llamada., Maxwell le dijo que estaba viendo a una mujer que creía que había que poner en paz el pasado antes de poder seguir con el futuro. No se había parado a pensarlo, pero tal vez aquello tenía sentido. Tal vez ella necesitaba también cerrar su pasado, tanto como la nueva novia de Maxwell, Solo el hecho de que la viera por fin como a una mujer a la que llevar a carísimos restaurantes en vez de alguien que podía cocinar gratis para él hacía que Lena quisiera perdonarlo y desearle toda la felicidad del mundo. Por ello, quedó el domingo para cenar con él. Aquel fin de semana tenía dos citas con dos personas diferentes.
El único problema era que la primera con la que de verdad le apetecía salir no se lo había pedido. Si se paraba a pensarlo, Kara nunca la había invitado a salir. Aquello la hizo sentirse un poco mal. Seguramente era una mujer que se dejaba llevar por el momento, pero le gustaría que, por una vez, pensara en invitarla de antemano...
En aquel mismo momento, por ejemplo, podría estar a oscuras en su casa, planeando sorprenderla con otra fantasía sexual, sin siquiera molestarse en consultárselo primero.
Vio que una de las cortinas de la casa de la señora Grant se movía ligeramente. Saludó a su vecina, sabiendo que su llegada no había pasado desapercibida para su vecina.
El estómago se le llenó de anticipación cuando entró en la casa y desactivó la alarma.
¿Dónde estaría escondida?
¿Qué delicia le tendría preparada? Sin embargo, la excitación se apagó rápidamente cuando se dio cuenta de que Kara no estaba allí.
Mejor. No quería que ella pensara que estaba dispuesta a todas horas. Se prepararía algo de cenar y se iría a la cama temprano. Tal vez incluso se diera un baño.Tampoco tenía mensajes en el contestador. ¡Para una vez que tenía algo Importante que comunicarle! Iba a cenar con un sospechoso. Tal vez tendría que llevar un micrófono. Aquellas cosas se debían planear con mucha antelación. A pesar de todo, llamarla a su teléfono de emergencia le parecía algo extremo. Además, preferiría verla personalmente. Lo único que necesitaba era una excusa para ir a su casa...
¿Y si le preparaba el pastel de bienvenida del que tanto había hablado ella? Mientras lo preparaba, decidió que iba a tomar las riendas de su vida ella iba a dar el primer paso. Mientras el pastel se cocinaba, se preparó una tortilla y se la comió, sabiendo que necesitaría fuerzas para lo que tenía en mente.
Le resultaba increíble que volviera a estar pensando en el sexo. Había partes de su cuerpo que todavía le dolían por los últimos excesos, pero en lo único que podía pensar era en las caricias de Kara. Al hacerlo, volvía a prenderse su deseo. Se sentía como alguien que había pasado hambre durante mucho tiempo y que no podía parar de comer cada vez que veía alimentos. Se estaba convirtiendo en una adicta al sexo. Se encogió de hombros. ¿Y qué? No le hacía daño a nadie. Al menos todavía no. Sabía que iba a sufrir mucho cuando aquel caso se terminara y la agente Danvers siguiera con su vida
Sabía que no tenía derecho a quejarse. En pocas semanas, se había divertido más que en toda su vida. No tenía derecho a quejarse cuando se le acabara el gozo, ya que podría recordar aquellos momentos durante el resto de su vida.
Tal vez kara no sufriria porque se terminara su breve aventura, pero Lena estaba dispuesta a asegurarse de que no se olvidaría de ella.
Se dirigió al dormitorio, con el cuerpo ya vibrándole de deseo, y se puso la ropa interior más provocadora que tenía.
Se cepilló los dientes, se peinó y se aplicó un poco de maquillaje. Entonces, se puso un poco de perfume y, por fin, se vistió con un cortísimo vestido que parecía ir pidiendo guerra.
Cuando recogió su pastel, estaba vibrando, pero consultó el reloj para asegurarse de que había calculado bien el tiempo. Si llegaba casi cuando estuviera a punto de empezar la serie favorita de la señora Grant, esta no tendría mucho tiempo para charlar. Le encantaba charlar con su vecina, pero no quería que la mujer se enterara de sus planes para aquella noche. Su estrategia funcionó perfectamente. Cuando, embutida en un abrigo, llamó a la puerta de la señora Grant, ella respondió de inmediato, fingiendo sorpresa, como si no la hubiera visto acercarse.
-Hola, Lena.
-Hola, señora Grant. Necesito que me haga un favor. Le he preparado a nuestra vecina un pastel, pero no está en casa. ¿Sigue teniendo la llave que solía dejarle la señora Zor-el?
-¡Dios mío! Me había olvidado de esa llave. Sí, claro que la tengo. Pasa.
-Gracias -dijo Lena, sin quitarse el abrigo para no escandalizar a la señora Grant-. Pensé que podría dejarle el pastel en la cocina para así darle una sorpresa.
-Yo le llevé unas galletas la semana pasada -comentó la señora Grant, cuando regresaba con la llave-. Es una joven muy agradable. El otro día me limpió el tejado y luego estuvimos charlando. Me preguntó muchas cosas sobre ti... Creo que está interesada...
-¿De verdad? -preguntó Lena, con una sonrisa-. ¿Qué clase de preguntas?
-Principalmente, parecía interesada por los hombres que hubiera habido en tu pasado. Naturalmente, yo le dije que nunca me fijo en lo que pasa en el vecindario.
-Gracias -le dijo a la mujer, tras darle un abrazo. Habría sido horrible que su vecina le hubiera dicho que solo había salido con Maxwell.
Un gemido de un perro recordó a la señora Grant sus dos grandes amores: su perro y su serie favorita.
-Es Gruber. ¡No le gusta ver Urgencias! -exclamó la mujer, mientras sonaban los acordes del programa.
-Bueno, me marcho para que pueda ver su serie. Le devolveré la llave mañana.
Rápidamente, fue a casa de Kara y entró. Afortunadamente, no tenía una alarma de la que preocuparse. Estaba completamente segura de que kara no sabía nada de la llave que tenía la señora Grant. Aquella noche, iba a sorprenderla.
Colocó el pastel en la encimera de la cocina. Pensó en desnudarse y meterse en la cama, pero no quería perderse el gesto que kara ponía al ver su ropa interior y su vestido. Se sentó en el sofá del salón. No sabía si esperar a oscuras a que llegara o correr las cortinas y encender una luz para poder leer el periódico.
En el periódico encontró un artículo sobre un traficante de drogas que había sido encontrado muerto. En el pasado, no habría prestado atención alguna a noticias tan morbosas, pero todo eso había cambiado. El nombre del fallecido era Dominic Torreo y, no sabía por qué, pero le resultaba muy familiar.
Cuando oyó que un vehículo se detenía delante de la casa, apagó las luces. La excitación y el nerviosismo se apoderaron de ella. ¿Cómo reaccionaría cuando la viera? Aguzó el oído, pero no oyó nada. Kara parecía estar tardando mucho en entrar en la casa. Tal vez debería ir a buscarla.
De repente, oyó un sonido metálico que le pareció mortal y notó la presión de un frío cilindro en la parte posterior de la cabeza.
-¡Kara, soy yo!
-¿Lena? -preguntó ella, apartando la pistola inmediatamente.
-¡Dios mío,Kara! ¡Me has dado un susto de muerte!
-¡Casi te he volado los sesos! ¿Qué estás haciendo aquí?
-Te he preparado un pastel.
-Entonces, eso es lo que olía -comentó ella, mientras encendía una luz-. ¿Es ese tu delantal? -preguntó, con voz ronca, al ver el pequeñísimo vestido.
-No -susurró, levantándose lentamente-. Quiero hacer que se cumplan tus fantasías...
Kara entornó la mirada. Sin embargo, el pulso que le palpitaba en el cuello la delató.
Lena supo que su libido se había despertado...
Se lamió ligeramente el labio, aquella vez con un movimiento lento y deliberado. Entonces, dejó que ella la mirara de la cabeza a los pies. Ella hizo lo mismo con Kara y se alegró al notar que una parte del cuerpo de ella parecía estar muy interesada.
-¿Tienes una fantasía? -volvió a preguntar.
-Sí, sí que la tengo -susurró kara
-. Claro que tengo una fantasía. Entonces, extendió las manos y se las colocó en los hombros, haciendo que la piel de Lena le ardiera bajo la fina tela del vestido.
-Tengo la misma fantasía todos los días... -añadió, agarrándole de las muñecas-. Tengo la fantasía de que un día harás lo que te manden. Tengo la fantasía de que obedezcas mis órdenes, como por ejemplo mantenerte alejada de mi casa...
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Un Poco De Diversión.
FanfictionLa vida sexual de Lena Luthor necesitaba un poco de animación. Sólo esperaba que su apático prometido estuviera dispuesto a participar cuando ella le propusiera hacer realidad un par de fantasías... Desgraciadamente no fue así, y su ex prometido la...