Capítulo 2

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-¿Alguien va a decirme qué pasa conmigo? - preguntó Alba por segunda vez

María y yo nos miramos con caras de circunstancia sin saber muy bien qué responder

-¡Ehhh! - Miki nos llamaba desde el salón. "Salvada por la campana" pensé - ¡Dejad lo que estéis haciendo y venid ya!

Entramos casi a trompicones. Sabela y Carlos, sentados en el sofá, miraban en dirección a la televisión muy concentrados, igual que Miki. Las rubias se sentaron rápidamente en el suelo y yo opté por quedarme de pie.

"...podríamos estar ante una crisis sanitaria que probablemente nos obligue a decretar el Estado de alarma, aunque todavía no podemos afirmarlo con seguridad. Esperamos tener noticias más concretas a lo largo de mañana. Muchas gracias". La voz del presidente dio paso a la característica sintonía del telediario.

Empezamos a intercambiar miradas unos con otros sin movernos del sitio. María y yo habíamos llegado tarde así que estábamos igual de confusas. Miki, sentado en el sillón, parecía entender algo de lo que no nos habíamos enterado, con la barbilla apoyada sobre los puños.

-¿Alguien puede explicarnos qué pasa a las que hemos llegado tarde? - Alba fue la primera en atreverse a hablar

-Al parecer el tema este del virus del que llevan hablando semanas se está complicando. Podrían llegar a cerrar carreteras, aeropuertos... - explicó Sabela con calma

-Bueno, yo no creo que lleguen a hacer eso - rebatió Carlos despreocupado - A todo esto, ¿la cena pa' cuando? Tengo hambre

Miki le imitó, aunque su expresión no había cambiado

-Pues yo no estoy tan seguro. Puede pasar cualquier cosa

-Yo creo que Miki tiene razón - respondió María, más para Carlos que para el resto

Carlos, para variar, siendo el más insensato de todos. Siempre se lo tomaba todo a coña. Ya podría estallar una guerra que él seguiría diciendo que tampoco es para tanto.

-Nat, ¿estás bien? Estás muy roja

-Eh...sí - me apresuré a responder. Mierda - Estaba pensando que lo mejor es no alarmarnos y esperar a mañana, pero tampoco tomárnoslo a la ligera

Gracias a Dios que me habían visto la cara pero no los puños, apretados en los bolsillos

-Pues ea, asunto zanjado. Mañana veremos qué pasa. Vamos a volver a la cocina anda - María me dio un tirón de la sudadera al pasar, probablemente porque me había quedado pillada

-¿Te imaginas que me tengo que quedar encerrada aquí por culpa del virus? ¿CON ALBA? - susurré

-Anda, no seas exagerada - respondió entre risas - Deja de preocuparte por eso ahora. Céntrate en pasarlo bien. Además, esta noche va a ser la hostia

-¿Por?

-Ah joder, no te lo había dicho. Bueno, en realidad no debería - explicó - porque es sorpresa. Sabela y Miki organizan los juegos y tal. Y el de esta noche es de tus favoritos

Mi incertidumbre se transformó en una amplia sonrisa

-¿Toca cantar? - pregunté ilusionada

-Lo has dicho tú, no yo - respondió, tratando de ocultar la confirmación

Siempre que nos juntábamos todos, de una forma u otra la música estaba presente. Siempre había alguien con una guitarra; si no era yo, eran Miki o Carlos quienes la llevaban. Y siempre terminábamos cantando durante horas. Las horas de viaje pensando en lo incómoda que podía ser mi estancia en la casa por culpa de Alba, las confusas noticas que habíamos escuchado y el casi encontronazo con la rubia habían merecido la pena por el simple hecho de que íbamos a pasar la noche con música, fuese cual fuese la actividad.

A otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora