Miki se recuperaba favorablemente. Los golpes eran bastante peores de lo que habían parecido en un principio y tuvo que pasar los dos primeros días prácticamente en cama. Al tercero por fin podía hacer “vida normal”. Por supuesto, sus turnos habíamos tenido que repartírnoslos el resto, cosa que aceptamos de buena gana.
La herida de mi labio también mejoraba conforme pasaban los días. Dolía cada vez menos, gracias en parte a los cuidados de Alba, que la limpiaba y curaba dos veces al día con mimo. Y con toda esta nueva situación, una parte de mí se alegraba. No por el hecho de que Miki estuviese hecho un guiñapo o de que Carlos estuviese viviendo un confinamiento particular (bueno, de eso sí), sino más bien porque con ambos dos “fuera de juego” y Cris pendiente más que nunca de mi amigo, Alba y yo estábamos un poco más liberadas. Obviamente seguíamos controlándonos pero era diferente. El miedo a que alguno de los tres apareciese en cualquier momento tras una esquina o nos descubriese en plena tanda de mimos en el jardín era mucho menor.
Miguel había tenido una recaída. Bueno, no sabía exactamente si se trataba de eso, pero el caso era que se encontraba especialmente mal, de modo que optó por quedarse en su cuarto todo el día. Cris, por tanto, prefirió quedarse con él, incluyendo la hora de la comida. Carlos, por su parte, sólo bajó a la cocina para coger su plato y volver a marcharse. Nadie le había dicho que podía volver a salir, así que lo hacía por su “castigo” o por la vergüenza que probablemente sentía por no tener su perfecta dentadura, de la que siempre hacía gala, intacta.
María, Sabela, Alba y yo nos comportábamos como si estuviésemos solas en la casa. Habíamos desayunado juntas en el jardín entre risas, bromas y café (el café que no faltase, por supuesto). Después habíamos acordado pasar el resto de la mañana cocinando y tomando el sol, y yo empezaba a sentir por primera vez en dos semanas que estaba disfrutando de verdad de mis nuevas vacaciones indefinidas.
-¿Qué vamos a hacer después de comer? – preguntó Alba, llevándose un trozo de pan a la boca
-Como si hubiese muchas opciones… - reí, rodando los ojos
-No sé, por hoy no me apetece una película – añadió la Mari
-Pues bien que te gusta que veamos una todas las noches – apuntó Sabela, sacándole los colores inmediatamente
-Oye, pero es diferente – se defendió
-A ver, matrimonio, que estamos aquí eh – reí de nuevo
-Sí, sí, ya te vimos
-Qué borde eres María Escarmiento – bufé, aún divertida, lanzándole una miga de pan
-Podemos jugar a algo y tomarnos unas cervezas. ¿No?
La Mari se giró hacia Alba como si hubiese tenido una epifanía
-Eso me gusta. Muy bien Albita
-¿Cerveza? ¿Después de comer? – resoplé
-A veces parece que tienes 80 años Natalia, de verdad. Qué bien enseñada te tengo – continuó, agarrando a Alba de un moflete
-A mí me parece bien
Como siempre, todo el mundo de acuerdo menos yo
-Está bien, está bien – acepté a regañadientes – Venga, vamos a fregar y sacamos las cervezas
No tardamos más de veinte minutos en volver a estar sentadas, esta vez con cuatro botellines y un paquete de tabaco encima de la mesa.
-Venga, Alba Einstein. ¿A qué vamos a jugar? – la piqué, dando un trago a la mía
-Mmmmm – se llevó una mano a nuca, pensativa - ¿Queréis jugar al yo nunca?
-Uf, qué típico – protesté enseguida
-¿Qué pasa, Natilla, te da miedo que salgan tus trapos sucios? – atacó María
-Yo no tengo de eso – aduje orgullosa – Di lo que quieras
-Está bien – cogió su botellín, dispuesta a lanzar el primer dardo envenenado – Yo nunca he pensado que ser bisexual era una fase y que se me pasaría
-Zorra – Di un trajo – Has ido a joder
-¿De qué te quejas? ¿No decías que no tenías nada de qué avergonzarte? – vaciló divertida
-Corrección. Dije que no tenía trapos sucios. A ver… Yo nunca he mentido para ligar – Esta vez, fueron la Mari y Alba las que bebieron - ¡Lo sabía! Sabía que le habías mentido a Claudia para ligártela – exclamé - ¿Alba?
La rubia se encogió de hombros, divertida
-Fue una mentirijilla de nada. Lo prometo – se excusó
-Espero que no haya sido conmigo – bromeé, escondiendo un ínfimo rescoldo de duda que no pude evitar
-Por supuesto que no – me aseguró, mirándome directamente a los ojos – Eso nunca
-Vale parejita – interrumpió María - ¿Podemos seguir?
-Venga Sabela – la animé
-Mmm – la morena meditó, pensativa. Le costaba encontrar algo que decir – Yo nunca me he acostado con nadie la primera noche
Sin querer, había logrado destapar una de las mayores creencias que la gente tenía sobre mi persona. Tanto era así, que hasta la propia Alba se sorprendió al ser nosotras las únicas que nos bebimos
-¿De verdad? – No había dudado ni un segundo en preguntarme, más por curiosidad que por morbo o mofa
-De verdad – asentí segura sin un ápice de vergüenza
-Se nos está haciendo tarde – adujo María – Deberíamos ir a ducharnos y a preparar la cena. Por cierto tía, ¿nos cantas luego? – pidió
-¿Qué te crees que soy, tu Spotify particular? – reí
-Porfi – A su ruego se unieron las demás
-Está bien – acepté a regañadientes – Pero Alba y yo hemos hecho la comida esta mañana. Haced vosotras la cena que necesito llevármela
-Si lo pides así… - aceptó María sin oposición
-Miedo me das. ¿Qué quieres hacerme?
-Nada que tú no quieras – respondí, guiñándole un ojo
-Bueno. Creo que es hora de que nos vayamos a la cocina churri
Cogí a Alba de la mano, guiándola a través del jardín hasta entrar en la casa. La conduje con impaciencia, tirando de ella escaleras arriba.
-Natalia, ¿qué te pasa? – preguntó, algo nerviosa
-Ahora lo sabrás – contesté
Una vez entramos en la habitación la solté, indicándole en un gesto que se sentase en el borde de la cama, en silencio. Las mejillas me ardían y el corazón me tamborileaba en el pecho, casi luchando por escapar.
Bajo su atenta mirada, saqué la guitarra de la funda y me senté junto a ella. Comprobé, como siempre, que estuviese afinada, tras lo cual comencé a tocar una rueda de acordes para calentar mínimamente.
-¿Estás bien? Estás rojísima – emitió una pequeña carcajada, tapándose la cara con el dorso de la mano. Eso significaba que ella también estaba nerviosa. Al menos, no era yo la única
-Tú también lo estás – apunté. Sin dejar de tocar, me incliné ligeramente hacia ella para dejar un beso en su mejilla – Verás. Hacía tiempo que quería…. hacer esto pero no encontraba el momento
-Ay Nat… - suspiró, sonriendo tímidamente al reconocer la melodía, haciéndome responder con un gesto reflejo
-Moon river, wider than a mile. I’m crossing you in style some day. Oh, dream maker, you heart breaker. Wherever you’re goin’, I’m goin’ your way
Tuve que hacer un gran esfuerzo para no dejarme distraer por su sonrisa; unos dientecitos perfectos que me cegaban por completo, disputándose con la miel brillante de sus ojos toda mi atención. Todos mis gestos no eran más que el mero reflejo de los suyos.
-¿Te la has aprendido para mí? – preguntó nerviosa, volviendo a esconder la cara como buenamente podía
-¿Pa’ quién si no? – esbocé, pasándole la guitarra - ¿La sujetas, porfa?
Al tendérsela, dejé que resbalase un poco intencionadamente.
-¿Qué es esto? – Dejó el instrumento encima de la cama y se agachó, recogiendo una pequeña arandela de madera que había caído de la boca
-Ah, eso… - me rasqué la nuca, fingiendo no saber nada – No lo sé
-Ya, claro… - Elevó el objeto hasta ponerlo a la altura de la ventana para observarlo a contraluz - ¿Es…un anillo? – preguntó por fin. Suspiré
-Eso creo. Al menos, lo intenté – expliqué. Agarré la mano que lo sostenía entre las mías
-Ahora entiendo por qué había virutas de madera en el suelo
-Joder. Y eso que barrí bien – lamenté sonriendo – Alba. Sé que no es el mejor momento del mundo. Literalmente. Pero…sentía que tenía que hacer esto y sabes que soy el temperamento personificado – suspiré - ¿Quieres salir conmigo? Oficialmente
-¿Oficialmente? – arqueó una ceja
-Oficialmente – respondí. En vez de sus manos, parecía que era mi propio corazón el que tenía en el puño
-Oficialmente te digo sí
______________________________________Espero que estéis bien y nos haya subido mucho el azúcar. Una cosita. Si hay un día que no subo capítulo es porque estoy liado con cosas de la universidad, para que os queréis tranquilxs. Nada más. Espero que os haya gustado. Hasta mañana!!
Tw: @Srgio_Aguilar
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A otro lado
FanfictionTras los exámenes, Natalia se ve arrastrada por su amigo Miki a pasar dos semanas de vacaciones en una casa rural. Allí estarán otros amigos suyos además de Alba, con la que no se lleva especialmente bien. Aunque cree que podrán evitarse durante ese...