Capítulo 11

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Llevábamos un día bastante raro. No había manera de que coincidiésemos todos en ningún momento, a excepción de la hora de la comida. Carlos se había pasado el día en la piscina y a saber por qué. No era muy entendida en la materia, pero me daba en la nariz que no era necesario un día entero para limpiarla. Lo más probable era que estuviese intentando evitar a Alba después de la jugada fallida en el juego del infiltrado, valga la redundancia. María y Sabela habían preferido pasar el día juntas, recluidas en la intimidad de su habitación o en el jardín, y Miki y Cristina aparecían y desaparecían constantemente.

María llegó poco después de esta última para unirse a nosotras. Después de un par de horas de charla empecé a aburrirme; necesitaba entretenerme con algo así que la mejor opción era sin duda pillar una guitarra.

-Ya era hora de uno de tus conciertos espontáneos – aplaudió la Mari – Dale. Cántate algo – Levanté la vista para mirarla

-¿Y tú qué? ¿Te has quedado de repente sin voz o qué? – me burlé

-No idiota, pero prefiero escucharte a ti. No es hora de mamarracheo – respondió con obviedad

-Por ahí te vas a librar – La temperatura seguía bajando y cada vez hacía más frío. Me coloqué la capucha de la sudadera y volví a tocar, entrando en calor poco a poco – Que morena vienes…

-¿Otra vez?

-Mira María, que te den por culo – me reí - ¿No estás contenta con nada eh?

-Es que esa la cantas mucho últimamente. Cuando a un tonto le da por algo… - susurró, rondando los ojos

-¿Tienen alguna petición las señoritas? – bromeé

-Alguna que hayas escrito últimamente – propuso Cristina, encogida sobre el hombro de Sabela

-Eso, eso. Venga, cantanta – la apoyó la morena

-Bueeeeno, vale. Si me lo pedís así – saqué la lengua, burlona. Alargué la mano para pillar mi cuaderno de la funda de la guitarra. Había escrito una hacía un par de días antes de dormir y no recordaba bien del todo ni la letra ni los acordes

-Uy, ha sacado la libreta. Se viene tema inédito, señoras y señores – comentó María como si de un partido de fútbol se tratase

Carraspeé un par de veces y me aseguré de que mis notas eran correctas.

Hace tiempo que no encuentro recuerdo tu voz,
Borraste sin quererlo tu sombra de mi colchón.
Querías no ver el mundo y que no te viera yo.

A veces te diría que es tu miedo quien me frena,
que tus ojos, no mis dudas, son los que te inyectan pena
y que mis besos sin tu boca carecen de razón.

Arráncame los versos que dejaste de papel de celofán,
llévate el motivo que aún me hace respirar,
déjame sólo los restos que me faltan pa’ tu altar.

Las tres rompieron en aplausos cuando los acordes finales no habían llegado aún a su fin. Estaban emocionadas, especialmente María, que tenía los ojos llorosos, haciendo que yo también me emocionase un poco. Había estado tan metida en la canción y tan pendiente de no perderme que no había caído en que Alba también estaba allí, de pie, apoyada en el respaldo de la silla de Cristina. 

-Gracias, gracias – teatralicé, poniéndome de pie e inclinándome a mi pequeño público entregado

-Joder tía. Eres mi compositora favorita del mundo entero. Lo sabes, ¿no?

-Anda exageraaaaa – me reí, achuchándola

-Es muy bonita – apuntó Alba con franqueza, mirándome directamente a los ojos

-Gracias

Me resultaba imposible apartar la mirada. Y moverme, en general. Me estaba dedicando una de las sonrisas más sinceras que le había visto en mucho tiempo y las pocas neuronas que me quedaban estaban rebotando descolocadas, intentando entender a qué se debía. Ahí estaba de nuevo, después de tantísimo tiempo, el Efecto Reche.




-Una cosa. ¿Y Miki y Cris? – Me detuve justo antes de empezar a cenar

-En su habitación, creo – Carlos devoraba su plato hastiado, como si quisiera acabar cuanto antes para irse. Ni que tuviera cuatro años – Han dicho que cenáramos sin ellos

-Bueno – me encogí de hombros y empecé, muerta de hambre. Después de un día tan intenso, como para no estarlo

Tenía sueño. Los pensamientos se me agolpaban unos con otros, costándome poner atención en la comida. No tenía claro si necesitaba un café o irme a dormir.

-¿Has acabado de jugar a la gallinita ciega? – susurró Alba al pasar junto a mí, dándome un toque en el hombro

-¿Eh? – parpadeé varias veces

-Que llevas un rato dándole vueltas al pollo – me indicó

-¡Ah! Estaba…pensando

En la mesa sólo quedábamos Sabela, María y yo, y algo me decía que ellas no iban a durar allí mucho más tiempo. Aun cuando acabaron de recoger mi plato seguía medianamente lleno. “Espabila, coño, que se te va a hacer bola” me reproché. Estaba muy, muy espesa.

-Natalia – María asomó la cabeza por la puerta de la cocina – Hemos acabado de recoger ya

-Iros, no os preocupéis. Yo friego lo mío – indiqué, despidiéndome mientras subían las escaleras. “Qué raro está todo el mundo”

La planta inferior estaba en penumbra; sólo la luz de la luna evitaba la oscuridad total. No era tarde, pero tampoco quería hacer ruido por si había alguien durmiendo, de modo que fregué el plato, los cubiertos y el vaso en completo silencio, con el único acompañamiento de los grillos en el exterior.

Una vez terminé me dirigí a las escaleras con pesadez. Conforme iba subiendo, varios ruidos provenientes de la planta superior se iban intensificado. Aminoré la marcha y presté atención, intentando averiguar de qué se trataba. Y vaya si lo averigüé. “Vamos, no me jodas”. No sabía exactamente de qué habitación venía, pero se distinguían perfectamente jadeos y el repicar de un cabecero contra la pared. Menudo espectáculo. Con muchísimo sigilo caminé hasta el mío. La puerta estaba entreabierta y la luz encendida.

-¿Alba? – susurré tras la madera sin obtener respuesta. Era imposible que pudiese estar durmiendo con el jaleo. Y no lo estaba. Me dejé caer en el marco de la puerta y eché las manos en los bolsillos, disfrutando del repentino espectáculo que tenía frente a mí. Alba Reche, con los tirantes de la camiseta resbalándole por los hombros, una mano bajo la manta y la otra, sujetando el móvil mientras se mordía el labio con intensidad – Oye, no es asunto mío cómo te desaburres, pero quizás deberías enchufar los auriculares – la sorprendí

-MIERDA – gritó, dando un bote en el colchón y peleándose casi histérica con la pantalla

-No te preocupes – sonreí de medio lado, cruzando los brazos – De hecho, yo puedo hacerte gemir el doble

-Tus ganas – bufó, aún alterada

-Las tuyas de que alguien te lo haga. A la vista está – contraataqué, señalando el móvil

-Uf uf uf – resopló, pasándose la mano por el pelo

-Por cierto. ¿Qué estás viendo? Por saber qué rollito te va - vacilé

-Ya quisieras saber lo que me va – siseó nerviosa

-Si quieres lo averiguo yo

-¡Que no!

-Bueno, me voy a dormir abajo, no te preocupes. Te dejo para que hagas tus cosas – reí, dándome media vuelta y cerrando la puerta

-Espera – me detuvo, agarrándome de la muñeca. Mi mirada viajó desde la suya hasta nuestras manos

-¿Esa es la mano que has usado para…?

-Sí, pero… - Se calló. Nos quedamos en silencio. Sentía el calor y el sudor fluir a través de la palma de su mano, impregnando mi piel – Da igual. Vamos a dormir

-No te preocupes – emití casi en un susurro, tragando saliva – No eres la única a la que le está afectando el aislamiento

Accedí, dejándome arrastrar. Repetí la rutina de todas las noches; meterme en el baño y ponerme el pijama. Al salir, ella ya estaba acostada y la luz, apagada. Busqué a tientas el borde de la cama y me introduje bajo las sábanas, aún divertida por lo que acababa de pasar. Cerré los ojos dispuesta a dormir, pero el sonido de las sábanas al ser rozadas captó mi atención.

-Alba. ¿Te estás tocando?

-No – soltó malhumorada

-¿Y ahora?

-QUE NO

Mentira. Sí lo había hecho, a mí no me engañaba, y la verdad era que la situación empezaba a darme cierto morbo. Giré la cabeza en su dirección, omitiendo el calor que empezaba a rivalizar con la gracia que me hacía. Después de unos minutos, volvió a suspirar. Más que un suspiro, era un gemido ahogado.

-Uf sí Alba, sigue

-MIERDA

-¿Estabas a punto de…? – pregunté como si nada

-Sí. A punto de irme a tomar por culo

"Menos mal que has parado Alba"

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Bueeeeno bueno. He notado la tensión hasta yo. Nuestra Nat està claro que de piedra no es. Y si pensáis que esto ha sido heavy, esperad a mañana. Espero que os haya gustado y...nos vemos mañana!!!

Tw: @Srgio_Aguilar

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