-Un poco más y no eres la más descarada del mundo – me susurró María en una esquina del salón, aprovechando el volumen de la música
-¿Yo? ¿Por qué?
-No te hagas la sueca
-Vale, vale – admití, cuidando no elevar el tono – Que sí, que la he votado, ya está. Sólo he sido objetiva
-Objetiva mi coño. Vamos a ver – Me agarró con contundencia del brazo, arrastrándome fuera hasta el pequeño balcón de la sala que daba al patio – Seamos objetivas, como tú dices – alargó la mano, sacando el paquete de tabaco de mi bolsillo, ofreciéndome uno – Vale, no os aguantáis, ni os podéis ni ver. Acepto incluso que os odiéis. Pero con objetividad – recalcó – admite que te pone
-No – negué con rotundidad
-O que te parece atractiva
-¡Que no! – bufé – Bueno sí
A ver, no estaba para mentir, y menos a mi mejor amiga
-Es que lo sabía – celebró
María volvió dentro. Me dejé caer en la barandilla, apurando el cigarro hasta el final y disfrutando de la temperatura exterior. Dentro hacía demasiado calor. No llevábamos ni veinticuatro horas encerrados y ya estaba sobrepasada. Y todavía me quedaba dormir no sé cuántas noches con Alba.
-¿Podemos hablar?
Joder. Qué puta suerte tenía para invocarla cuando menos ganas tenía
-Supongo – Suspiré
-Gracias – musitó, casi a regañadientes y de brazos cruzados
-¿Por? – arqueé una ceja, girando la cabeza levemente para mirarla
-Por defenderme de Carlos – Cambió el gesto, endureciéndolo levemente – Pero sé defenderme sola. No era necesario
-Qué curiosa tu forma de agradecerlo – bufé. Abrió la boca dispuesta a replicar pero se lo impedí – No tengo ganas de empezar una pelea, así que mejor vamos a dejarlo aquí – sentencié, apagando el cigarro y entrando en busca de Sabela
-Estoy reventada – me quejé, desnudándome con rapidez
Quería meterme en la cama lo antes posible. Habíamos bebido bastante, como de costumbre, y eso sólo había conseguido empeorar mi humor. Me consolaba pensar que Alba estaba bastante peor que yo. A ver, no es que me consolase. Al menos no estaría tan guerrera como de costumbre y con suerte, me daría una pequeña tregua durante nuestra “primera noche”.
Salí del baño pensando en si me había equivocado de lugar. La cama parecía una puta trinchera de la segunda Guerra Mundial. Había colocado una hilera de cojines desde la almohada hasta los pies de la cama para asegurarse de que corriese el aire de sobra entre las dos.
-¿Pero qué coño has hecho? – Estaba sentada en su lado con las piernas cruzadas, aunque no estaba segura de si pensaba o si se había quedado dormida en semejante posición de meditación - ¿Alba?
-Ah, sí – respondió tras unos segundos – Asegurarme de que no tenemos problemas – pronunció con dificultad
-Como si una trinchera infinita fuese a solucionar nuestros problemas… - susurré, metiéndome bajo las sábanas
-¿Qué has dicho? – murmuró, girándose lentamente
-Que me parece muy bien – rodé los ojos - ¿Puedes meterte en la cama para que pueda apagar la luz?
Con movimientos torpes Alba consiguió acostarse, quedando bocarriba.
-Natalia – pronunció un rato después
-¿Qué? – bufé, abriendo los ojos por inercia aun estando a oscuras
-Sé perfectamente de qué estabas hablando con María en la piscina – comenzó, deteniéndose al instante. Se notaba que le estaba costando seguir el hilo – y quiero que me expliques por qué estás tan enfadada conmigo cuando yo soy la única que tiene derecho después de lo de la otra vez
-Alba, no te vas a acordar de esta conversación mañana – intentaba encontrar una escapatoria de aquel interrogatorio – Y yo tampoco sé por qué cojones estás enfadada tú conmigo y puedo vivir con ello perfectamente
Mentira
-Me da igual – se quejó – Que me lo expliques
-Está bien - Suspiré tan hondo como mis pulmones me lo permitieron. No estaba preparada para esa conversación. No esta noche, no con ella en ese estado. La conocía lo suficiente como para saber que no se iba a acordar de nada por la mañana, y al final todo volvería a estar como siempre. La presión me podía. No la de Alba, sino la mía propia que suplicaba que dejase salir todo lo que me había guardado desde el momento al que la rubia se refería. Y para ser sincera conmigo misma, por muy mal que me cayera y aunque no conociese el motivo de su odio, no podía evitar sentir cierta debilidad por ella. Era evidente, más aún después de haberme enfrentado a Carlos.- Alba…
Una sinfonía de ronquidos fueron su respuesta. “Vamos, no me jodas” pensé, resignada. “La primera vez en años que voy a hablar del tema y va y se queda frita, la cabrona”.
* * *
Segunda mañana consecutiva que me despertaba con el sol dándome de pleno. “Tengo que acordarme de bajar la puta persiana” me lamenté, tapándome la cara. Permanecí con los ojos cerrados, prestando atención al canto de los pájaros que provenía del exterior…y a los sonidos que venían de mi propio cuarto, algo menos agradables. La orquesta sinfónica de la noche había disminuido, quedando en una respiración pesada, cuya dueña dormitaba profundamente sobre la barrera que ella misma había elaborado. Tenía el brazo izquierdo estirado y su mano rozaba con delicadeza la mía, algo más del mínimo que marcaba que había contacto entre las dos.
Sin despegarlas, giré con cuidado el cuerpo hacia el suyo, intentando mover el colchón lo menos posible. “Qué tranquila parece dormida”. Sonreí ante mi propia ocurrencia. La sábana resbalaba con delicadeza sobre su hombro, amenazando con caer. Mi vista se perdió entre los pliegues de la misma, y tuve que luchar por no volver a quedarme dormida. Alba murmuró algo que no fui capaz de entender, quizás en sueños.
-¿Qué has dicho? – Quería saber si estaba despierta
-Persiana – murmuró, esta vez con más claridad
-¿Qué le pasa? – me mofé
-Sol. Bájala – Dejé escapar una carcajada – Bájala – repitió
-¿Y por qué no la bajas tú? – la reté, manteniendo la sonrisa
-Uffff, no te soporto
Se levantó con rapidez, tirando de la correa de mala manera hasta dejarla a la mitad, volviendo a la cama con el mismo enfado
-Buenos días a ti también eh – la piqué, consciente de que me la estaba jugando – Menudo concierto me diste anoche
-Yo no ronco – se defendió aún adormilada
-Ya. Seguro que no. Por cierto, la has dejado a medias – señalé
-Me da igual
-Pues no es lo único que has dejado a medias – Mi comentario surtió efecto, elevando levemente la cabeza para mirarme
-¿A qué te refieres?
-A que me insististe para hablar y cuando iba a contestarte te quedaste dormida
Parpadeó varias veces, intentando hacer memoria sin demasiado éxito
-Pues lo siento. No era mi intención
-No me cuentes cuentos eh, llorona – reí de nuevo – Te dejo para que te despejes, a ver si cambias de humor. Me voy a desayunar______________________________________
Bueno, esa casa empieza a convertirse en la casa de las pullas voladoras. ¿Qué pasaría entre estas dos? Espero que tengáis ya alguna teoría en mente. Mañana nos vemos!!!
Tw: Srgio_Aguilar
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A otro lado
FanfictionTras los exámenes, Natalia se ve arrastrada por su amigo Miki a pasar dos semanas de vacaciones en una casa rural. Allí estarán otros amigos suyos además de Alba, con la que no se lleva especialmente bien. Aunque cree que podrán evitarse durante ese...