Capítulo 9

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Lo de que hacía frío no era broma. Llevábamos muchos días de calor y la temperatura había bajado considerablemente, bastante más acorde con la fecha en la que estábamos. Preparé la cafetera rápidamente y me dejé caer en la encimera con los brazos cruzados y encogida, deseando que terminase pronto para volver a meterme en la cama.

"Venga, va. Termina de una vez por Dios", bufé. En el piso de arriba se escuchaban pasos. Podría ser Alba, o podría ser alguien que se hubiera despertado y que probablemente querría robarme el café.

-Natalia - susurró María, envuelta enteramente en una manta - ¿Qué haces levantada tan temprano?

-¿Y tú?

-Lolo estaba aburrido de ser el único despierto. ¿Me contestas?

Rodé los ojos. Era como para guardarse algo

-Anoche nos dejamos la persiana levantada y en cuanto ha salido el sol me he despertado. Ah mira - señalé la cafetera - ya ha acabado

Saqué dos tazas del mueble de arriba y serví el contenido humeante de la jarra de cristal

-No - espeté, dándole un manotazo

-¡Au! - se frotó la mano, siguiéndome con la mirada mientras me alejaba - ¿Cómo que no? ¿A dónde vas con eso?

-A mi habitación - respondí obvia al pie de la escalera

-¿Para qué te vas a tomar tú...? - su expresión se transformó por completo - ¿Qué haces llevándole el café, lerda?

-Uno. No me llames lerda. Dos. Hemos quedado en que yo lo preparaba hoy y ella mañana

-Eso. A tu mejor amiga nada, y a la tía que peor te trata del mundo le preparas el desayuno - dramatizó, dejándose caer en la barandilla como una diva

-Pero serás falsa... - protesté divertida - Será que nunca te he preparado el café. Sobre todo en tus mejores mañanas de resaca

-También es verdad

-Pues eso

-Tenemos que hablar de esto luego eh. No te libras - amenazó, apuntándome con el índice

-Que sí - resoplé - Y ahora, ¿me dejas volver a la cama? Tengo frío

-Venga. Vete con tu enemiga favorita antes de que se te enfríe

-Imbécil

-Te quiero - susurró, justo antes de meterse en su cuarto

Cerré la puerta haciendo un poco de equilibrio, intentando no derramar las tazas. Alba seguía acostada, aunque incorporada. Parecía devorar con interés mi libro; tanto, que no se molestó en levantar la vista.

-¿Era María? - Asentí

-Aquí tienes - ofrecí. Cogió el recipiente y volvió a su lado de la cama, dejándome espacio más que de sobra

Y de nuevo estábamos como siempre. En silencio. Incómodas. Cada una sumida en sus propios pensamientos. Y por primera vez, no era una situación que me gustase. A ver, nunca me había gustado, pero había llegado a acostumbrarme. Era la primera vez que me apetecía cambiar eso, aunque fuese un poco. El problema era cómo conseguirlo.

-¿Has...podido arreglar las cosas con Carlos? - Tanteé. No quería precipitarme

-No

-¿Y crees que quizás...?

-¿A qué viene tanto interés? - soltó cortante - ¿Quieres que me vaya?

-No, no es eso. Es sólo que tengo curiosidad

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