Capítulo 13

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(MUY recomendable escuchar durante la lectura)

Pasaron dos horas. Quizá tres. Había perdido la noción del tiempo, de los cigarros que me había fumado y de las veces que había tiritado en el intento de asimilar la conversación con Alba. Casi dos años sin a penas dirigirnos la palabra, gritos, insultos… y todo por una tontería tan grande como esa. No me habría imaginado ni en mil años que la razón de su enfado había sido precisamente mi rechazo. Bueno, partiendo de la base de que pensaba que quería comerle la boca a Carlos, por supuesto que no me habría esperado el resto ni queriendo.

Todos se habían marchado a dormir; yo tendría que hacerlo en algún momento. Subí en silencio, abatida y abrumada. Necesitaba descansar y hacer balance de todo por la mañana. Conforme ascendía, focalizaba mis pensamientos en Alba. En cómo estaría, cómo se lo habría tomado todo…si habría llorado. No quería ni pensarlo. En ningún momento mi intención había sido hacerle daño.

El pasillo estaba a oscuras y la puerta cerrada, sin rastro de algo que indicase que alguna luz permaneciese encendida y con ella, Alba despierta. Igual no debía entrar. Quizá lo más prudente era volver al salón y dormir en el sofá. Seguramente lo era, pero el instinto me gritaba que entrase para comprobar al menos si estaba bien. Que menuda tontería, porque no podría saberlo si estaba dormida.

Cerré inmediatamente, quedándome de pie junto a la puerta y prestando atención a cualquier posible sonido inusual. Respiraba a un ritmo normal y constante, quizás con un poco más de fuerza de lo usual. Avancé con precaución intentando no tropezar con nada para no despertarla y me senté en el borde, apoyando la frente en la palma de las manos.

“¿Qué hago? ¿Me acuesto? ¿Me voy?” A quién quería engañar. Por supuesto que no iba a marcharme. Debajo de todo el odio y el rencor que ya se habían disipado sólo había quedado el cariño y la preocupación que había dejado olvidados. Me quité los pantalones e intenté encontrar los cortos del pijama, sin éxito, y me metí en la cama en completo silencio. Alba seguía en la misma posición, dándome la espalda. Me acomodé lo mejor que pude y cerré los ojos, esforzándome en dejar la mente en blanco para conciliar el sueño.

-¿Estás dormida? – susurré en un fino hilo de voz, casi inaudible

-Lo estaba – respondió. Abrí los ojos de repente

-Perdona

-No, no. Es sólo que me ha dado frío – Se encogió en el sitio, tirando de la manta lo máximo posible

Su temblor se equiparó rápidamente al mío. Me iba a arriesgar

-¿Mejor? – pregunté, una vez hube pasado el brazo por encima a la altura de su vientre, atrayéndola hacia mi pecho

-Ahora sí - El corazón me latía tan fuerte que llegué a temer que pudiese atravesarla, mucho más al notar cómo echaba la cabeza hacia atrás para acomodarla en el hueco de mi cuello

Era raro. Ni en nuestra mejor época habíamos estado así de cerca, ni yo así de nerviosa. Si me paraba a pensarlo saldría corriendo porque era una locura. No habían pasado ni cinco horas desde que nos habíamos gritado y ahora estábamos así. Por eso, preferí evitarlo. Dejarme llevar.

-Lo siento – esbocé contra su pelo – No era asunto mío si habías…con Carlos… - Joder, qué difícil era pedir perdón con semejante imagen mental. Qué cringe – No era asunto mío y…

Me cogió por la muñeca y levantó el brazo para girarse, enfrentándome cara a cara. Podía notar su respiración, calmada, sobre mi mentón.

-Sigue – pidió

-Eso. Que lo siento. Que no era asunto mío y no tenía ningún derecho – Dudé si continuar o no. Total, aquí habíamos venido a jugar – Y…que me parece flipante que te enfadases conmigo por rechazarte. Osea, me habría imaginado cualquier otra cosa, pero no eso

Alba se revolvió, acomodándose aún más y quedando su cabeza mucho más cerca que antes de la mía. No podía verla, pero deduje que debíamos estar casi a la misma altura. Seguía calmada, y yo no podía estar peor.

-¿De verdad me rechazaste sólo porque estaba borracha? – preguntó, esta vez con voz ronca

-Sí – musité. Era incapaz de verbalizar nada más

-¿Y lo habrías hecho de no estarlo?
Me mordí el labio. ¿Cómo iba a decirle la verdad? Pues diciéndosela.

-No

-¿No qué? – Me estaba poniendo a prueba. Seguro - ¿Natalia? – susurró. De pronto, mi nombre sonaba inesperadamente bien en sus labios

“Me va a costar” – pensé - “pero tengo que hacerlo”

-Que…si no hubieras estado borracha, no…te hubiera rechazado – De no haber estado abrazándola, me habría tapado la cara con las manos. Completamente innecesario, pero lo habría hecho por inercia. Me estaba muriendo

Volvió a retirar mi mano, y me temí lo peor. Tragué saliva, esperando que se diese la vuelta de nuevo y volviese a dormir sin añadir nada más, dejándome expuesta y vulnerable. La apartó, pegándose aún más, con su muslo desnudo rozándome la pierna.

El roce de sus dedos en la mejilla me sorprendió. Se posaron suavemente, uno por uno, como si fuese un reflejo el que me tocaba, así hasta que lograron encajar, abarcando incluso el borde de mi mandíbula.

-¿Puedo? – siseó, ya contra mi boca, con su flequillo peinando mis pestañas

Asentí con lentitud, vacía de palabras. Sus labios, delicados, suaves y valientes acariciaron los míos, que no iban a ser menos, devolviéndoles esa tímida presentación con algo más de cercanía. Abrazando la oportunidad que perdieron una vez y no podían dejar escapar una segunda. Porque eso habría sido un suicidio, y en ese momento, un beso de Alba era la vida.

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¿Estáis bien? ¿Seguís vivxs? Lo sé, cortito. Pero muy necesario. Me ha encantado escribir este capítulo y tengo que darle las gracias a Alba por dejarme incluir aquí su versión de Ya te vas, que me parece preciosa y me ha servido de inspiración para este capítulo. Espero una vez más que os haya gustado y lo hayáis disfrutado. Qué va a pasar a partir de ahora? Mañana lo sabremos. Un beso enorme

Tw: @Srgio_Aguilar

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