Estábamos bajos de ánimo para llevar tan poco de cuarentena. O al menos, eso me parecía a mí. Sin a penas oposición, la propuesta de Miki de volver a ver una película después de cenar se presentó como la más adecuada. No es que me apeteciese especialmente. Sólo quería subir a la habitación con Alba y hablar, pero no quería pecar de impaciente.
Habían elegido una comedia romántica de la que no recordaba ni el título. Una muy trillada de Justin Timberlake en la que empieza enrollándose sin compromiso con Mila Kunis, luego se pelean y al final terminan juntos. Obviamente, la elección no había sido mía, y la verdad es que esa película sólo merecía la pena por Justin. Y por Mila, porque el resto era un verdadero coñazo. En realidad, no lo sería de no ser porque la había visto unas cinco veces.
Para Alba, en cambio, parecía ser la primera vez. Miraba a la pantalla absolutamente concentrada; exactamente igual que yo a ella. No había tardado ni un solo día en volver a ser yo. Mejor dicho, en volver a ser como siempre había sido con ella.
Por las tardes, después de las clases, solíamos quedar en un bar que quedaba en un punto intermedio entre nuestras facultades. Nos pasábamos las horas hablando de cualquier cosa. O nos quedábamos en silencio. Era en esos instantes en los que, sin darme cuenta, perdía la noción del tiempo, y lo único importante pasaba a ser cómo los últimos rayos del día acariciaban los mechones que se le escapaban de la coleta.
A la película no le quedaba demasiado. Ya estaba en la parte del drama. En la de la pelea. Vamos. Carlos, como un animalillo al que le han echado la bronca, se había sentado en la esquina contraria del sofá, junto a María y Sabela, lo más lejos posible de nosotras. Alba no tenía esta vez una excusa para usarme como refugio, pero eso no significaba que fuese a prescindir de mí. Igual que hacía unas horas, sacó la mano de debajo de la manta para encontrarse con la mía, que no es que se lo hubiese puesto muy difícil.
-Si vais a hacer manitas, decidlo y os dejamos intimidad – el susurro de María me devolvió a la realidad, sobresaltándome ligeramente. Alba lo notó, soltándome en automático
-Os podéis quedar – respondí ofuscada – Ya se ha acabado – me crucé de brazos e hice un mohín a propósito, a ver si conseguía hacerla sentir mal
-No seas tonta. Seguro que está esperando a que ahora te lances tú
-¿Qué te crees que somos? ¿Quinceañeras? – bufé
-Hombre, no lo sé, pero te estoy viendo los cachetes rojos desde aquí – se burló
Decidí ignorarla. Quizás no era tan mala idea eso de “lanzarme”, aunque desde luego, nunca había sido mi fuerte. No nos separaban más de treinta centímetros, pero a mí se me hizo eterno. Alargué el brazo hasta toparme con el borde de la manta, deslizando los dedos hasta dar con su brazo. Y justo cuando iba a alcanzar mi objetivo, los créditos finales aparecieron en pantalla y no tuve más remedio que recomponerme en los diez segundos que tardó Sabela en levantarse y encender la luz.
-Bueno, yo me voy a la cama – espeté enseguida, poniéndome de pie – Hasta mañana chiquis
No sabía si Alba me seguía, pero esperaba que sí. Justo antes de sortear la entrada de la habitación, su cuerpecito se pegó al mío sin quererlo como consecuencia de mi frenada, buscando con torpeza el interruptor de la luz.
-Ay. No frenes tan de golpe – rio
-No era mi intención – me disculpé, sonriendo – Voy al baño a cambiarme y hablamos si quieres – añadí, cogiendo la ropa de debajo de la almohada
-No – me frenó
-¿No…quieres hablar? – bromeé
-No, no me refería a eso
-No quieres que me cambie. Es eso, ¿no?
-¡Que no!
-¿Entonces qué?
Le dediqué una sonrisa cálida, dejándome caer en la pared
-Que no hace falta que te vayas al baño a cambiarte. Puedes hacerlo aquí
-Ahhhh
– me llevé un dedo al mentón, interrogante – entonces lo que querías es quitarme el sitio en el baño
-¡Natalia! Que lo que quiero decir es que nos podemos cambiar las dos aquí. No hace falta que nadie se vaya
-Ya lo sé Alba. Te estaba tomando el pelo – añadí, burlona
-Ya sé que lo estabas haciendo
-¿Y qué más sabes?
-Que eres tonta – contraatacó, volviéndose para sacarme la lengua
-Qué novedad. Dime algo que no sepa – la reté
-Eso quizá más adelante
-Eeeeeeella, misteriosa
A ver, intriga me había generado, pero tampoco sabía si me estaba vacilando o de verdad había cosas sobre mí que prefería guardarse. Nos metimos en la cama sin apagar la luz, cada una en su respectivo lado. Estaba deseando que me pusiese al día, si es que tenía intención de hacerlo.
-¿En qué quedó la cosa esta mañana? Si me lo quieres contar – apunté, rápida
-No ha sido gran cosa. Ya sabes, discutir. Lo habitual – se encogió de hombros
-Entiendo
-Natalia
-Alba – Ahora sí. Sin miradas indiscretas y sin amigas dando por culo, cogí valiente su mano. Ni temblorosa ni con dudas. Decidida. Y el premio a mi valentía no era otro que la fortuna de que me correspondiese, apretándola – Bueno, tú primera
-Nada. Que tenemos que hablar – admitió, clavando la mirada en nuestro enlace
-Lo sé. Y antes de que digas lo que piensas, quiero decirlo yo
Estaba que no me reconocía
-Di
-Lo he estado pensando fríamente y…bueno. Está claro que lo que pasó, pasó porque tenía que ser así. Creo que en eso estamos de acuerdo, ¿no? – Asintió – Y…mira, voy a ser sincera. Quiero seguir conociéndote
-Pero si ya nos conocemos. Desde hace más de dos años exactamente – me hizo reír, ayudando a relajar la tensión que empezaba a acumular en el pecho
-Idiota. Quiero decir que, si nos hemos dado un beso es porque hay…no sé, algo. Y quiero seguir conociendo qué es ese algo. Pero también creo que lo mejor que podemos hacer es no decirle nada a ninguno – admití. No me gustaba la idea y ninguna de las dos éramos de ir escondiéndonos por la vida, pero era una cuestión práctica – No por nada, sino porque ya sabemos cómo son y no nos van a dejar ni respirar, mucho menos si tenemos que estar encerrados las veinticuatro horas del día
No había dejado de acariciar su dorso en ningún momento. Necesitaba sentir que seguía ahí.
-¿Qué tenemos? ¿Quince años?
-Otra con lo de los quince años – rodé los ojos
-Es broma. En realidad, iba a decirte exactamente lo mismo
-¿Exactamente?
-Exactamente – sonrió
-¿Hasta lo de que…hay algo? – titubeé
-Eso sobre todo______________________________________
Yo iba a meter drama, pero las niñas estas hacen lo que quieren conmigo. Eso sí, mañana no os librais. Creéis que lo van a tener fácil? Porque ya os adelanto que fácil lo que se dice fácil....pues no. Hasta mañana!!!!
Tw: Srgio_Aguilar
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A otro lado
FanfictionTras los exámenes, Natalia se ve arrastrada por su amigo Miki a pasar dos semanas de vacaciones en una casa rural. Allí estarán otros amigos suyos además de Alba, con la que no se lleva especialmente bien. Aunque cree que podrán evitarse durante ese...