Habían estado en la fiesta durante dos horas. Dulce no había vuelto a ver a Christopher.
Estaba empezando a preguntarme si no lo había imaginado allí.Pero le importaba poco. Se estaba divirtiendo con Maite, ya estaban pasadas de copas, bailando junto a un grupo de chicos con los que se habían hecho amistad.
Había un rubio en medio de ellos, de unos veinticinco años, que no despegaba la mirada hacía Dulce ni por un segundo. De vez en cuando ella le sonreía y él la devoraba con los ojos.-Dul ... ¿por qué no conversas un poco con Eduardo? -Preguntó Maite, riendo, en su oído.
-Eduardo es el rubio? -Dulce tampoco evitó la risa, intercambiando otra mirada con el chico. Él sonrió, guiñándole un ojo brevemente.
-Si, apoco no es un mangazo
-Mmm los rubios no son lo mio. -Dulce comentó con una mueca.
¡Mentirosa! -Maite se rio maliciosamente. -Si Christopher es rubio!
-Por eso mismo lo digo...
-Ah, no te pierdes de nada! Y además te diviertes, ¿por qué no disfrutarlo? -Maite estaba más borracha que Dulce. Empujó a su amiga un poco hacia adelante y Dul se detuvo junto a Eduardo.
-¿Estás de humor para ir por un trago?- Preguntó, con una sonrisa divertida, cuando vio que Maite había empujado a Dulce a su lado.
-Vamos entonces. - Respondió ella sonriendo.
-Oops. -Eduardo puso su brazo alrededor del hombro de Dulce y los dos se alejaron. -¿Este atuendo de diabla es solo un disfraz, o tiene una realidad disfrazada?
Dulce no evitó la sonrisa.
-¿Qué piensas tú?
Eduardo le dirigió una mirada enigmática y no respondió de inmediato. Se detuvieron en el bar y él pidió dos cervezas.
Se alejaron del bar y abrieron las latas.
-¿Tienes novio, Dulce?
-No. Soltera -Esbozó una pequeña sonrisa, bebiendo un sorbo de cerveza.
-Hmmm ... bien. -Eduardo se acercó. Dulce lo miró y esperó a que la besara. Eduardo tuvo un toque amoroso, besó suavemente.
Dulce estaba acostumbrada a los labios fríos y crudos de Christopher. Ese delicado beso la sorprendió por un momento.
No le importó cuando sintió la mano del rubio rodear su cintura y detenerse en la curva de su cadera. En cambio, ella metió el cuerpo en el de él.
-¡Mira! Parece que ahora ella decidió mostrar las garras.
Al escuchar esa voz, Dulce se separó de Eduardo. Christopher los miró con falso cinismo, de pie a pocos metros de distancia. Aparentemente, estaba borracho. Sosteniendo a una chica por la cintura, pero miró a Dulce.
-¿Quién es él? -Preguntó Eduardo con el ceño fruncido, sosteniendo a Dulce contra él. -Sabes?
-Soy su esposo. -Christopher respondió con frialdad.
La chica a su lado abrió mucho los ojos.
-Su esposo? -La mujer chilló.
-¿Como asi? ¡Me acabas de decir que estabas soltera! -Eduardo miró a Dulce.
Irritada, la pelirroja salió de sus brazos y miró a Christopher con frialdad.
-Estás borracho. -Se giró hacia Eduardo. -No es mi esposo, no es nada mío. Solo es un ... ex novio.
Eduardo se relajó un poco, al igual que la chica junto a Christopher. Pero parecía respirar fuego por la nariz.
- Un ex? Entonces, ¿tienes sexo con todos tus ex novios, Dulce?- Christopher la miró con una forma superior que la estaba molestando.
-Cállate Christopher. -Dulce ordenó.
-Eres muy valiente cuando estas personas. -Sonrió burlonamente. -Quiero ver cuando estamos solos.
-Christopher, ¿qué está pasando? -Preguntó la chica a su lado, tirando de él por la capa de fantasía que se arrojó sobre un hombro ancho.
Él la ignoró.
-¿Salimos de aquí? -Dulce le preguntó a Eduardo, ignorando la mirada de Christopher en su espalda.
-Claro, vamos. -Asintió.
-Ah, ¿vas a correr? -Christopher se burló cuando comenzaron a alejarse.
-No tengo que correr. Simplemente no soporto estar en el mismo lugar contigo. -Dulce habló sobre su hombro, ácidamente.
Vio la mirada tensa de Christopher ... la estaba amenazando con los ojos. Era como decir "Puedes irte ahora, pero la próxima vez lo lamentarás".
Dulce le dio la espalda, se apoyó contra Eduardo y lo dejó parado observándola mientras se marchaba.
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Fijación
FanfictionÉl era su suerte, Su bendición, Su maldición Gracias a él, ella no podía amar a ningún otro hombre. Se había tomado su corazón egoístamente. Y si no era lo suficientemente malo, lo había guardado en un cajón. Un cajón oscuro, donde no podía verlo...