Pasaron dos días. Dulce acababa de entrar en un café, donde había quedado con Mai. Su hermano acababa de regresar de un viaje y quería presentarle a su mejor amiga.
Dulce escaneó las mesas e inmediatamente vio a su amiga sentada. Un hombre de cabello oscuro estaba de espaldas a la puerta frente a ella.-Hola -Dulce sonrió mientras se acercaba.- Maite saltó de la silla, emocionada.
-¡Dul! Te estábamos esperando. Dulce, este es mi hermano ...
El hombre, todavía de espaldas, se puso de pie. Tenía una pose fuerte y elegante, incluso de espaldas. Cuando se volvió, Dulce no pudo evitar levantar las cejas. ¡El hermano de Maite era hermoso! Tenía el pelo corto y negro, los ojos ligeramente verdes y la miraba con interés.
-Alfonso. -Dijo, con voz grave. -Alfonso Herrera.
Dulce sonrió con su habitual forma amistosa de ser.
-Hola Soy Dulce Maria
Alfonso se inclinó para saludarla con un beso en la mejilla, tomando más tiempo del necesario alrededor de ella.
-Qué hermoso nombre, Dulce. -Se volvió hacia Maite, que estaba sonriendo.- "You didn't tell me that your friend was so beautiful, Mai" (No me dijiste que tu amiga era tan hermosa, Mai)- le hablo en inglés sonrió de repente, mirando a Dulce. -A veces me olvido de hablar Español y digo las cosas en Inglés, perdón. Tendré que controlar esto.
-No hay problema, entiendo un poco de Inglés. -Dulce se rio. -Hum ... "I speak a little spanish" (Hablo un poco de español) - Dijo tentativamente, con acento inglés.
-¡Hablaste mejor que yo! -Alfonso exclamó, y Dulce y Maite se rieron. Dulce está un poco encantado por su manera relajada.
-¡Siéntate, Dul! Ordenemos algo de comer. -Maite dijo alegremente.
En menos de cuarenta minutos, Dulce estaba hablando con Alfonso a gusto. Había pedido llamarlo Poncho, como lo hicieron Maite y sus amigas.
-Pues Poncho, ¿Cuánto tiempo estuviste en Londres? -Preguntó Dulce.
-Casi dos años. Es extraño regresar a América. -Comentó, mirando a las personas en las otras mesas. -Pero extrañé a esta pequeña mocosa ... -Arreglo el cabello de Maite, quien se desvió sonriendo. -Tuve que volver a verla.
-¿Está bien si te pregunto cuántos años tienes? -Dulce se arriesgó.
-Imagina. -Él se rió. -Tengo veintinueve. ¿Y tu?
-Veintiuno. -Dulce respondió.
-Te ves más joven. -Alfonso comentó, mirándola. - Solo un año menor que mi hermana, entonces.
-Parece que tiene diecinueve años, ¿no? -Dijo Maite cariñosamente.
-Sí, eso pensé. -Alfonso sonrió.
La atención de Dulce se volvió repentinamente a dos mesas más adelante. Su corazón se hundió cuando vio a Christopher ... y no estaba solo. Besó a una morena calurosamente, casi indecentemente a un lugar público.
Dulce sintió que se le cerraba la garganta.-¿Que pasó? -Preguntó Maite.
Sorprendida, Dulce se volvió hacia ella. Alfonso también la estaba mirando.
-Nada Pensé que había visto un conocido, pero no fue así. -Sonrió rápidamente.
-Bueno, tenemos que irnos.- Maite hizo un gesto hacia el camarero más cercano y le pidió la cuenta.
-Te dejaré en el trabajo y te recogeré más tarde. -Dijo Alfonso, consultando sup costoso reloj.
El morenitenía un aire elegante, de un hombre que había resucitado solo. Fue solo por la forma en que se vistió y se comportó que era rico: un caballero. Y, sin embargo, no había perdido el sentido del humor y la humildad. Maite debe haber estado orgullosa de tener un hermano como él.
Alfonso era exactamente el estilo de hombre que Dulce buscaba tener a su lado. Pero esa maldita relación obsesiva con Christopher no lo permitiría.-No tienes que hacerlo, Poncho. -Maite respondió.
-No quiero ser un problema.- Dulce sonrió, tratando de ignorar la presencia de Christopher a unas mesas de distancia. -Yo y Mai tomamos un taxi ...
-Ni siquiera lo pienses. -Poncho frunció el ceño. -No es un trabajo para mi. Estan listas - Preguntó, mientras dejaba el dinero de la cuenta dentro de la tarjeta que había traído el camarero.
El auto de Poncho era un Ferrari negro estacionado afuera del establecimiento. Dulce estaba un poco avergonzada al entrar, pero Alfonso y Maite comenzaron a entretenerla en la conversación, haciéndola relajarse más.
Cuando los dejó en la papelería, besó la frente de su hermana y una en la mejilla de Dulce.-¿Tienes planes para la noche, Dulce? -Preguntó de repente, antes de irse.
-Hoy no. Por qué
-Yo y Mai vamos a cenar. ¿No quieres ir con nosotros?
-Eso, vamos Dul. -Maite se animó. -Me visto en tu casa y Poncho nos recoge a las ocho.
-Bueno ... -Dulce miró desde la cara sonriente de su mejor amiga, a la pequeña sonrisa que no aceptaba las disculpas de Alfonso. -Bueno, será divertido.
-Perfecto -Poncho sonrió, saludó a los dos y se fue con su ferrari.
Un segundo después, Dulce se volvió hacia Maite:
-¿Por qué no me dijiste que tu hermano es millonario?
-No es millonario . -Maite respondió con calma. -Es solo una buena vida. Mi hermano ha estado trabajando desde que era joven, Dulce. Tuvo que sudar mucho y sufrir para llegar a donde estaba.
-Yo imagino. -Dulce murmuró. -Pero porque trabajas en un lugar como este ... -La papelería habitual indicada. -... ¿cuándo puedes vivir mucho mejor sin tener que hacer nada?
-Sabes -Maite se puso seria. -Mi madre siempre fue apoyada por mi padre. Pasó toda su vida sin hacer nada, usando el dinero que mi padre luchó para conseguir cosas inútiles. No quiero seguir su ejemplo. No viviré del dinero de mi padre, de mi hermano ni de nadie más. Quiero hacer mi vida a mi manera, Dul.
Dulce la miró por un momento y sonrió, abrazándola.
-Eres un orgullo, Mai. Te adoro.
-Yo también. Maite se echó a reír y abrazó a Dulce. -Ahora cambiando de tema ... mi hermano y tú tuvieron un lindo encuentro .
-Un que? -Dulce se separó de ella.
-Ah, crees que me estás engañando. -Los ojos de Maite se entrecerraron. Dulce entró en la papelería y fue tras ella. -Te lo diré, Dul: mi hermano es muy difícil de impresionar por ninguna mujer. Pero creo que estaba encantado por ti. Y pensaste que era lindo, noté tu reacción.
-Mai!
-¡Solo digo lo que vi!
-Es guapo, sí, y súper agradable, pero ...
-Si dices el nombre Christopher , te mataré. -Maite advirtió.
Dulce se encogió de hombros, jugueteando con algunas muestras de papeles nuevos que habían llegado.
-De hecho, hubo una hora en el café que te pusiste blanco, pensé que te ibas a desmayar. ¿Qué pasó?
Dulce levantó la vista.
- Adivina qué.
- ¿No me dirás que estuvo allí?- Los ojos de Maite se abrieron por la sorpresa. - ¿Crees que te haya visto?
-No creo que nos haya visto tampoco. Estaba distraído -Dulce puso un peso de papel sobre la mesa con fuerza.
-Estaba con otra, ¿no? -Preguntó Maite, haciendo una mueca cuando vio que Dulce estaba tratando de ser genial, pero estaba herida.
-Eso no es noticia, Mai, nada de él es noticia. Estoy empezando a ver esto. Lo máximo que puedo esperar de él es lo siguiente que hará pensando en sí mismo. -Dulce se encogió de hombros, dirigiéndose a un cliente que acababa de entrar.

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Fijación
FanfictionÉl era su suerte, Su bendición, Su maldición Gracias a él, ella no podía amar a ningún otro hombre. Se había tomado su corazón egoístamente. Y si no era lo suficientemente malo, lo había guardado en un cajón. Un cajón oscuro, donde no podía verlo...